Carlos Núñez (Buenos Aires, 1955) publicó cuatro volúmenes de poesía, de los cuales Vacantes en el Infierno es el primero en reeditarse. El libro se presenta en tres partes, recorridas por un mismo impulso narrativo, una historia situada en el pasado y en algún lugar de la Patagonia, y un puñado de imágenes que significan pérdidas y reconocimientos. Los poemas se cargan de intensidad y de aspereza con la voz que los enuncia; crispada por la distancia, la muerte y las derrotas, también se afirma en una resistencia y en su falta de conformidad con el mundo, y si bien parece sumergida en la noche su mirada se dirige “hacia el sol de la mañana”.
En Hoy no iré al correo, el poema inicial, una mujer escribe una carta que finalmente no enviará. Lo significativo no son tanto los detalles que irrumpen de una historia amorosa sino la tensión establecida entre un intento de diálogo y el rechazo del contacto. El poema introduce además articuladores que se reiteran en lo sucesivo: el bar nocturno, un espacio de violencia; el mar, no en términos de paisaje sino para figurar un pasado extrañado (“El mar/ es los ojos del que me amó”, “Tengo apenas unas espumas/ del mar que fue/ en mis días felices”); el barco encallado, vencido o abandonado como objetivación de una trayectoria de vida.
Vacantes en el Infierno relata una historia del modo en que puede hacerlo la poesía: a través de fragmentos y de palabras y motivos que irrumpen disociados de una narración lineal, como fogonazos en la oscuridad. Un auto que se incendia en una colina, una prostituta que negocia con camioneros en la ruta bajo una noche helada, los recuerdos que mantienen insomne (o despiertan) a un hombre durante la madrugada son imágenes sugerentes de esa construcción. También la reiteración de expresiones como hilo conductor de reflexiones vertiginosas, como una frase lapidaria escuchada al padre que queda resonando o las modulaciones de un desgarramiento (“Vas teniendo más dolor que prestancia”, “Vas teniendo más dolor que orgullo, que miseria”, “Vas teniendo más dolor que explicaciones”).
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Las circunstancias se perfilan con nitidez en “Inés”, la última parte del libro, aunque pueden leerse sus prefiguraciones en los poemas que la preceden. La figura de una prostituta que mató a un cliente en defensa propia y fue condenada, vista no como victimaria sino como víctima del orden social, está en el centro de la reconstrucción.
Menos visible pero también gravitante parece un contexto apenas sugerido: un lugar (Trelew), un año (1972) y una consigna (“soñábamos con el hombre nuevo”) inscriben la tragedia de la historia contemporánea. También una voz que no claudica (“Hay un puño ennegrecido/ que no acepta la derrota/ que no perdona la muerte,/ que no brinda ni festeja”) y extrae de esa posición un poderoso aliento vital. Publicado por primera vez en 1992, Vacantes en el Infierno es una pieza difícil de ubicar en el mapa de la poesía argentina actual, como sucede con los libros más interesantes para leer.
Vacantes en el Infierno
Autor: Carlos Núñez
Género: poesía
Otras obras del autor: Casi la sombra; En la colmena; Reporte del clima
Editorial: Ediciones del Camino, $ 18.000