Vivo, más o menos satisfactoriamente, en la calle Defensa, del barrio porteño de Monserrat, conocido popularmente por su vecino San Telmo, desde hace décadas. Fue por culpa de una dama con la que me apasioné con razón y, con razón, me convenció de adherir a mi nuevo hogar en una compleja operatoria que incluyó un crédito y dos préstamos y, finalmente, fue la mejor -y única- buena inversión que hice en una vida repleta de oportunidades desperdiciadas.
La revista Time Out ha ubicado a Defensa entre las 30 calles más cool del mundo. A algunas las conozco, otras, como la que ostenta el número uno de Río de Janeiro, jamás las oí nombrar. Ciertas ausencias me alarmaron: no figura la rue Saint Jacques, una de las más antiguas y venerables de París, llena de historia, de vida y de cambios.
En mi detrimento -y en el de la lectura de la nota- debo jurar que descreo con fervor en los rankings, simplemente porque me parecen irreales, tendenciosos y faltos en absoluto de cualquier sombra de rigor. ¿Cuál es la mayor sinfonía de Beethoven? ¿Cuál es la obra cumbre de Caravaggio o de Carlos Alonso? ¿Qué tango es más genial de los que compuso Alfredo Le Pera para Carlitos Gardel? Hasta ponerse a elucubrar sobre esas imposibilidades consiste en una pérdida de tiempo.
En contra de Defensa puedo afirmar, sin duda, que tiene la peor feria supuestamente artesanal que hay en la Ciudad, la única que está sobre una vía pública, como antes estaban las de manteros ya desalojados de Once y de Florida, entre otras. Hoy deben habitar plazas y parques, como en la mayor parte del mundo. Pero en Defensa, no. Por lo cual desde el domingo a la mañana hasta la noche muy entrada es posible encontrar artesanías preciosas y también, truchas. Además, café colombiano, tacos bien o mal hechos (no sé, jamás me animé), predicadores errantes, gente que toma alcohol desde temprano y malandras varios.
En defensa de Defensa diré: es cool porque registra varios restaurantes más o menos exquisitos, bodegones con cierto abolengo, bares cómodos para charlar y estar distendido, galerías de arte nuevas. Es una calle y es un paseo desde Plaza de Mayo hasta Parque Lezama.
Pero lo más importante, aunque sea anacrónico, es que aquí se defendió a la Patria, trabucos contra pistolas, arcabuces contra fusiles, cuchillos contra bayonetas. Y el mejor regimiento del mundo debió rendirse ante una banda de gauchos enardecidos que amenazaban con deglutirlos.
Para mí fue el primer grito de libertad que hubo en estas provincias olvidadas. Para otros, un antecedente de Mayo.
Lo cierto es que en sus pocas y transitadas calles, Defensa presenta un caleidoscopio de la Ciudad toda, con sus parques, plazas y museos incluidos. Y algunos de sus edificios más emblemáticos.
¡Y andá a saber lo que quiere decir cool!




