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sábado, mayo 10, 2025

En medio de la guerra comercial, China busca reforzar su vínculo con los países de América Latina

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En los países sudamericanos, EE.UU. tiene más popularidad, pero la nación asiática es vista como una superpotencia más respetuosa y el principal socio comercial.

En medio de la guerra comercial, China busca reforzar su vínculo con los países de América Latina. (Foto: Reuters / Alexander Kryazhev)

En medio de la guerra comercial, China busca reforzar su vínculo con los países de América Latina. (Foto: Reuters / Alexander Kryazhev)

El 12 de mayo, el presidente de China, Xi Jinping, recibirá en Beijing a los “peces gordos” sudamericanos para celebrar la mayor cumbre diplomática de China desde que Donald Trump ejerció el poder. Entre los invitados están el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el de Colombia, Gustavo Petro, y el de Chile, Gabriel Boric. A varios funcionarios estadounidenses no les parece nada bien. Pete Hegseth, el secretario de Defensa, ha subrayado que el objetivo de la actividad de China en el hemisferio occidental es “obtener ventajas y beneficios militares-económicos indebidos”.

Hasta la fecha, el gobierno de Trump ha centrado su atención en los vínculos de China que consideran problemáticos cerca de casa. Le preocupa que México ofrezca una ruta por la que los productos chinos logren eludir los aranceles e ingresar en Estados Unidos y también que permita el contrabando por la frontera de productos químicos procedentes de China convertidos en fentanilo mortal. Además, teme que la empresa con sede en Hong Kong encargada de gestionar los puertos a ambos extremos del canal de Panamá influya en su funcionamiento. Pero le ha prestado mucha menor atención a la espectacular expansión que han experimentado los vínculos de China durante la última década, un poco más lejos, en Sudamérica.

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Algunos sondeos de opinión encargados de The Economist muestran que, aunque Estados Unidos conserva una ventaja en popularidad, la opinión pública sobre China en Sudamérica está mejorando rápidamente. Se ve a China como la superpotencia más respetuosa. En la mayoría de los lugares encuestados, la opinión es que China es el socio comercial más confiable. En contraste con Trump, que despotrica contra los déficits comerciales de Estados Unidos, China no tiene ningún reparo en ampliar el déficit con Sudamérica, con enormes compras de cobre, litio y soja.

El vínculo más fuerte de China con la región es el comercial. En 2013, Estados Unidos era el mayor socio comercial de Sudamérica, con un total de 280.000 millones de dólares de comercio de bienes en dólares actuales. Para 2023, esa cifra se había reducido 25%, mientras el comercio con China había aumentado 43%, hasta 304.000 millones de dólares. Solo Colombia y Ecuador, aliados estadounidenses, siguen comiendo más con Estados Unidos que con China. E incluso en el caso de esos países, China se está acercando.

La demanda china de materias primas ha impulsado este cambio. Las exportaciones chilenas de mineral de cobre a China casi se triplicaron en una década. Las exportaciones de soja de Brasil casi se duplicaron. Estas compras le dan influencia política a China, y utilizan la materia prima para impulsar sus exportaciones. En la actualidad, la mayoría de los países sudamericanos también importan más de China que de Estados Unidos. Cada vez más, se trata de importaciones de productos más complejos, desde vehículos eléctricos hasta paneles solares.

En la actualidad, la mayoría de los países sudamericanos también importan más de China que de Estados Unidos. (Foto: REUTERS/Tingshu Wang)

En la actualidad, la mayoría de los países sudamericanos también importan más de China que de Estados Unidos. (Foto: REUTERS/Tingshu Wang)

Además, las empresas chinas invierten grandes cantidades de dinero en Sudamérica. Desde 2000 se han invertido más de 168.000 millones de dólares en la región, principalmente en Brasil. Los sectores favoritos, como la minería y la agricultura, se complementan ahora con acuerdos en telecomunicaciones, energías renovables y servicios públicos de electricidad. Aunque la inversión ha disminuido en tiempos recientes, el valor de los nuevos proyectos anunciados volvió a aumentar en 2023. Aun así, la inversión china va a la zaga de la europea y la estadounidense.

Los préstamos respaldados por el Estado constituyen otro vínculo. Desde 2005, China les ha prestado unos 111.000 millones de dólares a Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina. Los préstamos nuevos exhibieron una disminución drástica desde 2017, pero la deuda se mantiene. Venezuela aún debe unos 10.000 millones de dólares. Brasil también debe miles de millones de dólares. Incluso los aliados de Trump tienen obligaciones. Ecuador tiene una deuda de 3000 millones de dólares con China, un contrapeso a la postura pro-Trump del presidente Daniel Noboa. El presidente argentino Javier Milei, un superfan de Trump, renovó hace poco una línea de swap de 5000 millones de dólares con China, a pesar de que el enviado especial de Trump la calificó de “excesiva” y señaló que Estados Unidos quiere que se le ponga fin.

La fuerza de China también es evidente en nuestras nuevas encuestas en Brasil, Colombia y Venezuela, realizadas por Premise, una empresa de investigación con sede en Washington. Las encuestas, realizadas a través de una aplicación móvil, utilizan muestreos equilibrados por edad y sexo a fin de reflejar las poblaciones nacionales. La opinión general sobre Estados Unidos es solo un poco más favorable que la opinión sobre China, y casi el 70 por ciento de los brasileños y colombianos, además del 60 por ciento de los venezolanos, afirman que la popularidad de China está creciendo en su país. Sorprendentemente, en todos los países, así como en una encuesta independiente de Argentina, los encuestados piensan que China los respeta más que Estados Unidos.

El amigo más justo

Todo esto influye en las respuestas a la guerra comercial. Trump parece querer presionar a sus socios comerciales para que se distancien de China a cambio de una reducción de los aranceles con Estados Unidos. Pero esta estrategia le está saliendo mal. “No quiero elegir entre Estados Unidos y China. Quiero tener una relación con ambos”, declaró Lula, haciéndose eco de Boric en una conferencia de prensa conjunta celebrada en abril. La reunión en Beijing podría incluso dar lugar a una declaración conjunta de condena de los aranceles elevados, según Yue Yunxia, ​​de la Academia China de Ciencias Sociales, un grupo de reflexión estatal. Ese resultado tendría una recepción positiva en casa. Los brasileños, colombianos y venezolanos piensan que China aplica prácticas comerciales más justas y transparentes que Estados Unidos.

Estados Unidos también identifica una amenaza militar. Hegseth ha dicho que “el Ejército chino tiene una presencia muy considerable en el hemisferio occidental”. No hay bases militares chinas en el hemisferio, pero a Hegseth y a sus colegas les preocupa que los puertos comerciales construidos por China, incluido un nuevo megapuerto en Chancay (Perú), puedan ser utilizados por la fuerza naval.

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Las estaciones terrestres de retransmisión de señales de radio al espacio son otra fuente de inquietud. China ya tiene una en el sur de Argentina. Al igual que el resto del programa espacial chino, está dirigido por una división del Ejército. Milei, de postura cada vez más moderada con respecto a China, ha ignorado en gran medida esta cuestión. Una propuesta relativa a un nuevo observatorio espacial en el norte de Chile, que involucraría la inversión conjunta de una universidad privada chilena y el instituto astronómico estatal chino, fue congelada hace poco para permitirle al gobierno chileno revisarla a detalle tras algunas quejas de Estados Unidos. Quizás receloso de este tipo de amenazas y preocupado por la impredecibilidad de Trump, un Ejército sudamericano está estudiando opciones para diversificar sus fuentes de inteligencia y sus sistemas de armamento y distanciarlos de Estados Unidos.

Algunos celebran este cambio. “Trump también se ve como una oportunidad”, comentó Oliver Stuenkel, de la universidad brasileña Fundação Getulio Vargas. “Se le ve como el partero de un orden multipolar”. El entusiasmo se debe en parte a que la era de dominio estadounidense estuvo acompañado de una enorme intromisión del Tío Sam.

Cualquiera afán por persuadir a los sudamericanos de que rechacen los avances de China se verá obstaculizado por la estrategia del “palo y la zanahoria” que ha puesto en marcha el gobierno de Trump. Las deportaciones, los aranceles y las amenazas dominan a los titulares. Fortalecer los lazos comerciales y económicos le facilitaría mucho al equipo de Trump convencer a los sudamericanos de que se distancian de China. Sin embargo, la administración estadounidense no ha mostrado ningún interés en hacerlo. La eliminación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) no ayuda en absoluto.

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Incluso Milei, el más proamericano de los dirigentes, sabe que necesita a China. En noviembre declaró para The Economist que “el bienestar de los argentinos exige que yo profundice en mis vínculos comerciales con China”. Los datos de Premise sugieren que los argentinos están de acuerdo: el 56 por ciento opina que debería mantener lazos económicos fuertes con China. Solo el 15 por ciento está en desacuerdo.

Ganarse a Sudamérica no debería ser tan difícil. Aunque China sostiene que sus empresas solo quieren ganar dinero en la región, sus métodos suelen dejar un sabor amargo. “Nuestra relación con China es de amor-odio y tiende más al odio con el paso del tiempo”, indicó Alfredo Thorne, exministro de Economía peruano, en alusión a la práctica de “dumping” o competencia desleal por exportaciones a pérdida de China.

Según las encuestas de Premise, la cultura y los valores estadounidenses todavía se aprecian más que los chinos. Sin embargo, a menudo se cree que se tiene a Sudamérica en la bolsa. Evan Medeiros, arquitecto del giro de atención hacia Asia del expresidente Barack Obama, afirma que Estados Unidos ahora necesita un nuevo viraje para centrar su atención más al sur. Con todo y su valía, parece poco probable.

Redacción

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