En el corazón de Palermo, El Caldén del Soho acaba de sumar un reconocimiento que lo coloca entre los restaurantes más destacados del mundo: fue distinguido por TripAdvisor como una “joya escondida”, un premio que reciben menos del 1% de los perfiles gastronómicos de la plataforma. El galardón celebra a los lugares que logran un alto volumen de reseñas positivas y consistentes durante un año, y confirma lo que muchos clientes ya saben: que en esta parrilla se vive una experiencia diferente.
El mérito no es casualidad, sino el resultado de una historia familiar ligada a la gastronomía porteña que ya lleva tres generaciones. El iniciador de la dinastía fue Ángelo, quien empezó con un carrito en la Costanera y terminó fundando uno de los restaurantes más exitosos de los años 70 y 80, frecuentado por estrellas nacionales e internacionales.
Años más tarde, su hijo Jorge tomó la posta y no solo mantuvo ese legado, sino que lo expandió con nuevas aperturas en la Costanera y en Puerto Madero, consolidando el apellido como sinónimo de parrilla de calidad. Hoy, son sus nietos quienes continúan la tradición con El Caldén del Soho, un proyecto que combina herencia, oficio y una mirada renovada en pleno Palermo.
La historia de la familia Mattei
La historia de la familia Mattei, hoy al frente de la parrilla El Caldén del Soho en Palermo, es la crónica de tres generaciones que dejaron huella en la noche y la gastronomía de Buenos Aires. Todo comenzó con Ángelo Mattei, argentino de padres italianos, que inició su camino con un carrito en la Costanera. Su nieto Jorge, conocido como Georgi y último en sumarse al negocio familiar, lo recuerda con orgullo: “Mi abuelo en la Costanera fue el primer gastronómico de la familia. Empezó con un carrito cuando todavía no había edificaciones, solo carritos”.
El espíritu emprendedor de Ángelo fue el motor de ese crecimiento. “Mi abuelo siempre fue muy activo, muy emprendedor. Ese espíritu es lo que lo llevó a pasar de cero a cien”, cuenta su hijo, quien siguió sus pasos y lleva más de cinco décadas en el rubro.

El primer gran salto llegó con el restaurante Saint Tropez, ubicado frente al solarium de la Costanera, cerca del muelle de los pescadores. En aquellos años, la zona era un imán para los porteños: “La Costanera tenía 53 carritos, era un polo de atracción. Ahí vendíamos todos los cortes de carne, achuras, morcillas”.
Pero el gran hito llegaría en los años 70 con Los Años Locos, que según Jorge fue “el primer restaurante de la Costanera”. Abierto a comienzos de esa década, se convirtió en un verdadero emblema de la noche porteña. “Fue un boom, uno de los íconos de la gastronomía de los 70, 80 y hasta los 90. Toda personalidad que venía a la Argentina pasaba por ahí”.

Con más de 500 cubiertos y un promedio de 34.000 servicios mensuales, el lugar funcionaba hasta las seis de la mañana, reflejando una época donde salir a comer era parte de la vida cultural: “A Buenos Aires en esa época le decían la París de América”.
Las anécdotas hablan por sí solas: Pelé, Maradona, Freddie Mercury y hasta Julio Iglesias pasaron por las mesas de Los Años Locos. El cantante español era tan habitué que, según cuenta la familia, “cuando estaba en Buenos Aires y se quedaba en el hotel pedía la comida del restaurante.

Y cuando estaba de gira en Brasil, mandaba un avión para que le mandáramos los bifes a Río de Janeiro”. Jorge recuerda haber visto a su abuelo en interminables charlas telefónicas con Iglesias, con quien mantenía una relación de amistad.
En 1974, la familia construyó un nuevo edificio para el restaurante y el hijo de Ángelo se incorporó de lleno al negocio: “Yo empecé en el carrito viejo, salté a los 18 años”. Tras la venta del local en 1996, los Mattei siguieron apostando a la Costanera con otro restaurante, Look, que funcionó hasta 2007. Hoy, la tercera generación vuelca todo ese legado en Palermo, con El Caldén del Soho, donde la filosofía de calidad y hospitalidad que impulsó Ángelo sigue intacta.

Tras varias iniciativas en el rubro, entre ellas un local en Puerto Madero, la familia Mattei desembarcó en Palermo en 2006. Con la apertura de El Caldén del Soho comenzó “la etapa de la nueva generación, la tercera”, como ellos mismos la definen.

Los encargados de tomar la posta fueron Jorge hijo y Mauricio. Ambos son licenciados en economía, pero eligieron seguir el legado familiar. “A mí personalmente me daba cosa que se perdiera la tradición de dos generaciones, de toda una vida”, explica Mauricio sobre esa decisión.
El restaurante se instaló en lo que por entonces todavía era “Palermo Viejo” y desde entonces, los Mattei han sido “testigos del cambio de Palermo a lo largo de las últimas dos décadas”.
Qué comer en Caldén del Soho

A lo largo de las ultimas dos décadas, el Caldén del Soho se consolidó como una de las parrillas más destacadas de la Ciudad. Su propuesta fue reconocida recientemente por TripAdvisor, que la distinguió como una de las “joyas escondidas” del mundo, un premio que menos del 1% de los restaurantes alcanza. Según la plataforma, “la parrilla ocupa un lugar central, las porciones son generosas y el servicio es genuinamente atento en todo momento”.
La especialidad, como dejan en claro los propios dueños, es la parrilla. Allí se sirve un ojo de bife ($ 36.500 para compartir) que es la estrella de la casa, corte emblemático que se volvió favorito de los clientes habituales.
Los hongos rellenos sobresalen entre los entrantes ($ 23.500). Otro infaltable es el chorizo casero ($ 6.400), que tiene una historia particular: Jorge Mattei, diagnosticado con colesterol alto, no podía consumir embutidos tradicionales. La solución fue elaborarlos ellos mismos, con carne de cerdo magra y sin conservantes, logrando un producto artesanal, sabroso y más saludable.

La búsqueda de calidad atraviesa cada decisión. No trabajan con un solo proveedor de carne, sino que seleccionan lo mejor de cada corte en distintas fuentes. “Prácticamente tenemos un proveedor para cada corte”, cuentan. Esa obsesión por el detalle viene de familia: Ángelo, el abuelo, mandaba a comprar frutillas a un quintero japonés porque sabía que eran las mejores. Esa exigencia se mantiene intacta en la tercera generación.
Aunque la parrilla ocupa el centro de la escena, la carta también ofrece pastas caseras, hechas con recetas que se transmitieron de generación en generación. Los ravioles de cordero con salsa de hongos ($ 24.400) son uno de los platos más recomendados, aunque también hay clásicos de siempre, con rellenos generosos y masas frescas.

Entre las entradas, hay un favorito que muchos piden repetir: los ajos en salsa de soja, que más de un cliente asegura que deberían vender en frascos para llevar. Son pequeños detalles que muestran cómo El Caldén no se limita a los cortes de carne, sino que busca sorprender con sabores propios.
El servicio es otro de los pilares. “Todo es minuta a la marcha, en el momento. Por eso no hacemos delivery”, explican. La filosofía es simple: la experiencia completa solo se vive en el salón, con la carne recién salida de la parrilla y la atención de un equipo estable, donde algunos empleados llevan más de 15 años trabajando junto a la familia.

Con la mira en el futuro y la idea de abrir un segundo local, los Mattei siguen fieles a su lema de trabajar mientras otros disfrutan: “cuando todos se están divirtiendo, nosotros estamos ganando plata”. Una frase que resume el espíritu de una familia que lleva tres generaciones al frente de la gastronomía porteña y que hoy, con El Caldén del Soho, mantiene intacta la tradición de calidad y hospitalidad.
Caldén del Soho. Honduras 4701, Palermo. Instagram: @caldendelsoho