«Me siento muy bien, aunque he tenido algunos inconvenientes de salud», comienza diciendo Pablo Alarcón a un mes del desmayo que tuvo mientras manejaba que ocasionó un choque con algunos autos estacionados en el barrio porteño de Palermo.
Sobre los segundos previos al accidente, cuenta a revista GENTE: «Sentí como que se me iba la cabeza, quise estacionar, me tiré para la derecha… y no me acuerdo nada más».
«Cuando me desperté, ya estaba el SAME, me estaban poniendo en una camilla. Después ya estaba despierto. Me llevaron al Fernández y, gracias a la obra social de actores, me derivaron al IMAC, que queda en la calle Díaz Vélez. Ahí me hicieron mil análisis», reconstruye a un mes del episodio que preocupó a todos.

De todos modos, el actor asegura que este impactante accidente no llegó a asustarlo: «No tuve tiempo de tener miedo. Es como que me desperté y vi que me había desmayado».
Al reconocido actor, que estuvo una semana internado, debieron colocarle un marcapasos. «Me di cuenta de que hay muchísima gente con marcapasos. Muchísima gente que se desmaya… algunas no se despiertan. Yo me desperté y estoy trabajando«, relata con cierto entusiasmo.
«Me acompañaron muchos amigos. Mis hijas no estaban. Una vive en Estados Unidos y la otra estaba de viaje», comenta al ser consultado sobre quiénes lo acompañaron en este delicado momento. Y luego, agrega: «Y Claribel… Claribel estuvo todo el tiempo ahí. Ella siempre estuvo a mi lado en los mejores y los peores momentos. Estamos bien. Somos amigos después de habernos peleado. Estuvimos casi 25 años sin hablarnos».

Vale destacar que los actores se separaron hace 30 años y durante 25 estuvieron peleados. Ambos hicieron las paces a tal punto que actualmente trabajan juntos. Claribel y Pablo están al frente de la obra teatral Es complicado, que en este momento se encuentra de gira por distintas ciudades del país.
Consciente de poder compartir escena con la madre de sus hijas, dice con cierto orgullo tras haber superado sus diferencias: «Hay gente que no se reconcilia nunca más, que se pelea y no se ve ni con los hijos. Pero nosotros sí».

Alarcón, que está a punto de cumplir 79 años, reveló que fue él quien quiso volver cuanto antes a las funciones que ya tenía programadas. En esta primera función tras el susto médico, se sintió pleno y no pudo evitar agradecer estar en el lugar que más ama: el teatro.
«Tomo conciencia de que estoy en un escenario y que estoy trabajando de algo que amo, que es mi profesión. Son momentos de conciencia plena. Digo: ‘Qué suerte, qué agradecimiento’. Es una suerte poder elegir lo que uno hace, poder vivir –mal, bien, regular– de lo que uno ama. Es mérito de la vida, de la buena fortuna, y también de mi buena voluntad. Porque he pasado momentos sin trabajo, momentos en los que dejé de ejercer mi profesión», destaca.

De forma reflexiva, recuerda esos momentos en los que se alejó de la actuación: «¡Mi vida está llena de volantazos! Algunos los pegué yo conscientemente. Me fui, viajé mucho, estuve fuera del país. Largué la actuación, me dediqué a pintar casas, a vender en la calle, a trabajar en un casino…».
Para cerrar, el actor responde hasta cuándo se imagina trabajando: «Hasta que me digan: ‘Andate. No servís, no tenés memoria, no te acordás del texto, no te podés mover’. Bueno, no oigo muy bien, pero veo, entiendo, tengo memoria, tengo ganas, me divierto. Me hace feliz hacer lo que hago. Es un privilegio».
Fotos: Diego García.
Agradecimientos: Agencia Coral.