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miércoles, agosto 27, 2025

En Tranqueras, una casona centenaria pasó de burdel a centro cultural y hoy impulsa arte y encuentros en el norte

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En la entrada de Tranqueras, departamento de Rivera, hay una casa de bloques macizos, encastrados piedra sobre piedra. Sus muros centenarios fueron testigos del auge económico del pueblo cuando el tren forma parte de la ruta de intercambios. Vieron pasar todo tipo de vehículos y mercaderías, acogieron reuniones familiares y, durante casi dos décadas, también fueron escenario de la actividad de un prostíbulo.

En 2022, la historia de esta casa dio un giro y en el local más improbable del norte del país nació un centro cultural. La idea se gestó en plena pandemia, cuando Ruth Wünsch (34) supo que el burdel había cerrado por la emergencia sanitaria. Natural de Tranqueras, llevaba seis años en San Pablo, trabajando con creación textil y aprendiendo gestión cultural, proyectos comunitarios y de artistas que producían con pocos recursos y mucha imaginación. Al regresar a su pueblo natal en 2021, encontró la vieja casona de piedra —que pertenece a su familia y alguna vez fue la cantina de sus abuelos— y no dudó. “Le tenía mucho apego a esta casa porque aquí nació mi padre. Cuando se desocupó, vi la oportunidad”, cuenta a Domingo sobre la construcción, de principios del siglo pasado, que fue declarada patrimonio histórico departamental.

En ese momento, Ruth comenzó a convocar a quienes ya estaban, de alguna manera, moviendo la vida cultural de Tranqueras. La propuesta era sencilla y, a la vez, ambiciosa: reunir a esas personas y sumar fuerzas para despegar su proyecto. Así nació La Piedra Cultural.

El reacondicionamiento de la casa, sin embargo, no fue nada fácil. “Es una construcción vieja y necesitaba muchas reparaciones. Al principio no sabíamos ni por dónde empezar, fue caótico. Había un lambriz rosado, mesas y camas de cemento que tuvimos que romper. Tiramos parte del cielorraso para ganar altura, construimos dos baños y conseguimos una donación de madera para construir el escenario”, recuerda.

Más tarde, escribieron proyectos y postularon a fondos concursables. Con cada apoyo logrado, pudieron comprar equipos y profesionalizar el espacio. “Todo lo hicimos juntos. Y falta mucho, pero vamos en camino”, resume Ruth, quien, a lo largo de este proceso, también aprendió a mirar con otros ojos las carencias que persisten en el norte del país.

“Las políticas culturales se diseñan en escritorios del sur, sin conocer la realidad de esta región. Al principio eso me frustraba, después lo vi como fortaleza: acá no podemos depender de lo que decidan otros, así que nos toca a nosotros —gestores, artistas, productores, hacedores de cultura— tomar la posta para que las cosas sucedan. Las barreras son un motor”, anota.

La Piedra Cultural
La Piedra. Así se conoce la centenaria casa que fue declarada patrimonio histórico departamental.

Foto: gentileza

Espacio para crear

Los artistas comenzaron a acercarse solos, con propuestas de talleres, espectáculos musicales, proyecciones de películas y actividades educativas. Pero también fue necesario resignificar el espacio y vencer los prejuicios. “Mucha gente no quería venir porque tenía el estigma de lo que había sido este lugar. Al principio nos reíamos diciendo que, si tuviéramos el mismo público que el prostíbulo, seríamos un éxito”, cuenta Wünsch con humor.

Poco a poco, gracias a la comunicación cercana y a las actividades, la comunidad se fue apropiando de la casa. Hoy, cuando abren sus puertas, reciben visitantes desde Rivera, Artigas, Tacuarembó o Montevideo; turistas que entran por casualidad y se van conmovidos; y artistas locales que, inspirados por el ejemplo, se animan a presentar proyectos propios a fondos culturales.

“Todos los días aprendemos algo. Lo importante es que se creó un punto de encuentro donde antes no había nada. Hoy existe un lugar donde la gente sabe que puede venir a proponer cosas”, comenta.

La Piedra Cultural
La grilla de actividades apunta a crear espacio para los artistas del norte del país.

Foto: gentileza

Tranqueras tiene poco más de 7.000 habitantes. Está a un kilómetro del río Tacuarembó y a pocos del Valle del Lunarejo. Allí, muchos jóvenes crecen con la sensación de que las oportunidades se toman en un ómnibus hacia Rivera o Montevideo. La forestación domina la economía, y el ocio juvenil suele limitarse a las plazas, los bailes y el consumo de alcohol. En ese paisaje, La Piedra Cultural aparece como un oasis: un lugar donde la juventud puede apropiarse del arte como lenguaje propio, donde la rutina se interrumpe con música, teatro, cine o danza.

La apuesta no es solo por el entretenimiento, sino también por lo social, en un territorio atravesado por la falta de espacios de encuentro y la ausencia de políticas culturales departamentales. “La Piedra no es la solución, pero puede ser una opción. Un comienzo”, asegura su creadora. Y reflexiona: “Acá tenemos dos centros culturales nacionales, y puedo decir que La Piedra Cultural, sin presupuesto fijo, ofrece más propuestas que muchos de esos centros que sí cuentan con financiamiento y equipos. Todo lo hacemos a pulmón, y aun así logramos armar una grilla y un cronograma de actividades que supera a los espacios con recursos. Eso hace pensar: si tuviéramos apoyo real y las condiciones necesarias, podríamos hacer muchísimo más”.

Lucas Sepúlveda y Ruth Wünsch.
Lucas Sepúlveda y Ruth Wünsch, responsable técnico y productora ejecutiva de La Piedra Cultural.

Foto: gentileza

Del norte, sí señor

El equipo estable de La Piedra Cultural es de seis personas —Wünsch, Lucas Sepúlveda, Roberto Pereira, Morena Medeiros, Alex García y Pablo Portela—, a los que se suman colaboradores, familiares y amigos. “Mi padre atiende la cantina, una amiga, la caja, y otra amiga ayuda a limpiar el espacio. Es una construcción de muchos”, subraya.

En este trabajo colectivo hay algo de cuestionar la centralización de la cultura y un grito que evidencia que el norte del país también es semillero de talentos. “Parece que, si no te presentás en Montevideo, no existís. Nosotros queremos romper con eso: demostrar que el norte tiene artistas de enorme nivel y que merecen visibilidad”, dice Wünsch.

El espacio ya recibió músicos de Brasil, Argentina e Italia, y articuló con proyectos de Montevideo como La Casa del Árbol y el Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes (Divercine). También llevaron exhibiciones de películas nacionales y talleres a escuelas rurales de la zona, donde casi nunca llegan propuestas artísticas.

A futuro, el mayor anhelo de Wünsch es que el centro logre sostenerse solo y genere empleo. “Hoy esta es nuestra mayor debilidad. Queremos que La Piedra tenga un programa anual, que funcione todo el año, pague sueldos y siga impactando en lo social, lo artístico y lo económico”, dice. Es con ese cometido en el horizonte que preparan las actividades del próximo semestre (ver abajo) y están abiertos a propuestas artísticas diversas.

La Piedra Cultural
El espacio se construye con el aporte de un equipo fijo, de amigos y familiares.

Foto: gentileza

En Tranqueras, ciudad que conoce bien la espera y la ausencia, la resistencia parece escribirse con autogestión, con letras y acordes. En ese sentido, La Piedra Cultural recuerda que los espacios se inventan y los muros se resignifican. Y que, aunque hoy no existan políticas culturales que abracen al norte del país como se merece, iniciativas como esta trazan nuevos caminos en el mapa. Es, de algún modo, un gesto contra el olvido y la prueba de que, en un país donde los recursos se concentran en la capital, la cultura también pulsa, crece y encuentra formas de abrirse paso en otros rincones.

Lo que se viene; cómo y cuándo asistir

El centro cultural funciona de abril a noviembre y cierra sus puertas en verano. El primer semestre del año fue intenso, dice Wünsch, con actividades casi todos los fines de semana. Uno de los proyectos más significativos fue La Piedra Sessions, un ciclo de entrevistas y música en vivo con artistas del norte como Amazing OneManBand, Neo, Zonno, Mario Rodríguez Lagreca, Más que Dos y Shanti. En esta segunda mitad del año realizaron una propuesta vinculada a la cultura urbana y actividades en el marco de Divercine.

En este momento el equipo se encuentra trabajando en la postproducción de La Piedra Sessions. Las mismas, adelanta Wünsch, estarán disponibles en YouTube hasta fin de año. En paralelo, trabajan en la planificación de la agenda del primer semestre de 2026. Parte del foco en este momento también está puesto en la búsqueda de financiamiento: actualmente están escribiendo proyectos para distintos fondos con el objetivo de garantizar recursos para llevar adelante las actividades del próximo año. Todo eso, sin dejar de estar abiertos a nuevas propuestas que puedan sumarse en el camino. Las actividades se puede acompañar en la página de Instagram @lapiedracultural, y los aportes y propuestas se pueden hacer escribiendo a [email protected].

La Piedra Cultural
El espacio retomará sus actividades en el primer semestre de 2026.

Foto: gentileza

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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