Recientemente se dieron a conocer los resultados de la segunda encuesta de victimización (EV), que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el Ministerio del Interior (MI). Esta encuesta consiste en un conjunto de preguntas específicas sobre delitos sufridos por los encuestados, que se incluyen en la Encuesta Continua de Hogares (ECH). La primera se hizo en el segundo semestre del año pasado y esta otra se hizo en el primer semestre de 2025.
En la EV se pregunta sobre la cantidad de robos (con o sin violencia; es decir, hurtos más rapiñas) o estafas que, durante el último mes, sufrieron el encuestado o el hogar donde reside. También se pregunta si las personas reportaron cada delito y si formularon denuncias. La encuesta se aplica durante un semestre, y los resultados se presentan como promedio mensual.
El informe del INE reportó que durante el primer semestre de 2025 hubo un promedio mensual de 67.900 eventos delictivos (robos y estafas). Si se tiene en cuenta que en la encuesta anterior se habían registrado 82.100, la nueva EV reveló que ocurrieron 14.200 eventos delictivos menos que en el semestre anterior. En tan solo un semestre se habría producido una disminución del 17,3%. Son cifras que me hacen mucho ruido. ¿A Ud. no?
Comparemos con las estadísticas de denuncias del Ministerio del Interior. De acuerdo con estas (que también se dieron a conocer en estos días), los robos (hurtos más rapiñas) disminuyeron este año, con respecto al anterior, en un 8,7%. Es decir, la mitad de disminución que la registrada en la EV. Si bien las EV y las estadísticas del MI miden el delito de modo diferente (y relevaron información de momentos distintos), no parece plausible que la magnitud de las diferencias se pueda explicar por esos factores.
En consecuencia, estas diferencias aumentan mi incredulidad sobre el resultado de las EV. Algo está mal con estas encuestas. Pero, ¿qué es?
Claramente el problema no está en el método, porque la EV que aplica el INE se basa en estándares internacionales establecidos en el Manual de Encuestas de Victimización, elaborado por Naciones Unidas. Tampoco lo está por el lado del INE, porque todos conocemos la calidad técnica de su trabajo. La ECH es una herramienta sumamente confiable.
Cabe entonces preguntarse si la explicación puede venir por el lado del margen de error que tiene toda encuesta, o por la estacionalidad de los delitos (algunos delitos se cometen más en unos meses que en otros), tal como lo advierte el INE. Pero la diferencia en los resultados de ambas encuestas es tan grande que no puede ser consecuencia de esa estacionalidad ni del margen de error.
La explicación hay que buscarla en otra parte. Voy a sugerir una posible explicación.
Los sociólogos sabemos que las respuestas a las encuestas basadas en las percepciones de las personas suelen estar influidas por otros factores. Por ejemplo, la percepción de los empleados sobre las prácticas de recursos humanos de las empresas suele estar influida por su satisfacción laboral.
Uruguay es un país altamente politizado. Aquí las opiniones y percepciones de los ciudadanos sobre asuntos relacionados con la política difieren mucho según la adhesión partidaria. La seguridad es uno de esos asuntos. Por tanto, cabe preguntarse si la adhesión política de los encuestados influye en las respuestas a las EV.
El año pasado el MI contrató a la consultora Opción una encuesta sobre diversos temas relacionados con la seguridad. Allí se preguntó: “En los últimos 12 meses, ¿Usted fue víctima de algún acto de delincuencia como hurto, rapiña, chantaje, violencia o amenazas?”. En los medios se difundió que el 21% de los encuestados respondió haber sido víctima de alguno de esos delitos (Telemundo 18/02/2025). Lo que no se difundió fue la diferencia de respuestas entre los votantes del PN y los del FA: mientras que el 8% de los blancos respondió haber sido víctima de algún delito, por el lado de los frentistas el porcentaje fue del 30%.
Esto no puede ser real. Los delincuentes no eligen a las víctimas en función de su adhesión partidaria.
Si el resultado de esta encuesta estuvo fuertemente condicionado por el perfil político de los encuestados, cabe entonces preguntarse si lo mismo no ocurre con las EV del INE. Resulta necesario preguntarse si ser partidario del gobierno o de la oposición influye en las respuestas a estas encuestas. Que yo sepa nadie estudió este asunto.
Cuando a comienzos de 2024, el ex ministro del interior Nicolás Martinelli firmó el convenio con el INE, para incluir en la ECH el módulo específico sobre victimización, su objetivo era generar información complementaria a las estadísticas que maneja el MI. Nunca pensó en utilizar las EV para medir el delito. Pero el enfoque del actual ministro del interior no parece ser el mismo. Recientemente, Carlos Negro afirmó que las EV permitirán que “tengamos datos concretos de cuántos delitos se denuncian en el país” (El Observador, 22/09/2025).
Los resultados nada creíbles sobre disminución de los robos registrados en la última EV, y los sesgos políticos encontrados en la encuesta sobre seguridad que realizó el MI en 2024, indican claramente que se debe tener mucho cuidado al momento de interpretar los resultados de las EV. En particular, cuestionan fuertemente la confiabilidad de estas encuestas para estimar el número real de delitos.
Alguien debería estudiar esto.





