Los casi 100.000 kilómetros de líneas eléctricas que Endesa gestiona en Catalunya se pueden visualizar en las grandes pantallas del centro de control que la compañía tiene en su sede central de la avenida Vilanova, a pocos metros del Arc de Triomf. Es uno de esos puntos neurálgicos del sistema donde se trabaja 24 horas al día y de los que nadie se acuerda hasta que algo falla, ya sea una pequeña avería debajo de casa o un apagón histórico como el del pasado 28 de abril.
Pero, ¿y si lo que fallase fuese el propio centro de control? Para curarse en salud, Endesa ha construido un centro de control secundario habilitado para tomar el control en caso de que fuese necesario por algún problema técnico, un ataque informático, una catástrofe o cualquier otra circunstancia indeseada. Por motivos de seguridad, La Vanguardia accede al lugar que aún huele a nuevo con la condición de no desvelar su ubicación. Solo cabe decir que se encuentra en Barcelona.
Desde este lugar en un espacio indeterminado, al que se accede bajo estrictas medidas de seguridad, se puede supervisar y gestionar la transformación y distribución de energía a través de las redes eléctricas de alta, media y baja tensión de todo Catalunya. Incluso podría asumir la gestión de Aragón u otras partes de España si fuese necesario.

Dos trabajadores del centro de control revisan el funcionamiento de las nuevas instalaciones
Xavier Cervera
En cierto modo se trata de una réplica del centro de control principal, con las mismas funcionalidades y preparado para tomar el mando si fuese necesario, con las correspondientes pantallas gigantes en la pared y decenas de ordenadores para los trabajadores, con la sala más grande reservada para los técnicos de media tensión y otra para los de alta y baja.
Además, también hay una sala de crisis en la que reunir a los responsables del equipo o a las autoridades en caso de necesidad. “Su funcionamiento está aislado y es totalmente independiente y autónomo respecto a la instalación principal”, explica Jordi Casas, responsable del centro de control, que considera este nuevo equipamiento “tanto o más importante que el principal”.

En las pantallas del centro de control se puede ver el estado de cada tramo de la red eléctrica
Xavier Cervera
Siempre hay alguien de retén, de manera que podría entrar en servicio de manera instantánea si el otro centro de control dejase de estar operativo por algún motivo. Y para garantizar que todo funciona rodado, cada mes un turno de trabajo se traslada a estas instalaciones para desarrollar su trabajo y comprobar que todo funciona según lo previsto y que no faltaría de nada si algún día se tuviese que activar de urgencia.
La pandemia hizo ver que era necesario un segundo centro de control con las máximas prestaciones
La necesidad de reforzar este centro de control alternativo no viene del apagón de abril. Las obras se habían acabado unas semanas antes y aunque los generadores habrían permitido utilizarlo sin problemas, ese día se centralizó toda la actividad en el centro de control principal. Desde allí se estaba en contacto por un lado con Red Eléctrica de España (REE) y, por el otro, con el centro de coordinación operativa de Catalunya (CECAT).
El momento en el que decidió dotarse de un centro de control alternativo sólido hay que buscarlo en la pandemia, cuando las 90 personas que trabajan habitualmente allí se dividieron en dos para evitar un contagio generalizado que dejase sin personal técnico suficiente a la compañía.
Durante dos largos años y medio, una mitad del equipo estuvo en el centro de control principal y la otra mitad se fue a un espacio secundario equipado en el 2005 y en el que se podía hacer el trabajo pero donde se notaba el paso del tiempo tanto a nivel de instalaciones como de equipamiento tecnológico. Además, era mucho más pequeño, nada que ver con el de ahora, que pasa la mayoría de días con poco trajín pero a punto por si llega el hipotético día en el que tiene que convertirse en centro de control principal.