Redacción El País
Investigadores de la Universidad de Aberdeen dieron un paso importante en la búsqueda de un tratamiento efectivo para la miocardiopatía de Takotsubo, una condición cardíaca conocida comúnmente como el “síndrome del corazón roto”. Este trastorno, provocado por situaciones de estrés emocional o físico intenso —como la pérdida de un ser querido—, afecta a miles de personas en todo el mundo y suele confundirse con un infarto por la similitud de los síntomas.
Aunque hasta ahora no existía una terapia capaz de revertir esta afección, un estudio reciente sugiere que la combinación de ejercicio físico guiado y terapia cognitivo-conductual personalizada podría mejorar significativamente la salud del corazón en estos pacientes.
Estrategias no farmacológicas con resultados prometedores
El ensayo clínico, pionero a nivel mundial, contó con la participación de 76 personas diagnosticadas con síndrome de Takotsubo. La mayoría eran mujeres de alrededor de 66 años. Los participantes fueron divididos en tres grupos: uno recibió un programa específico de terapia cognitivo-conductual (TCC), otro siguió un plan de actividad física progresiva, y el tercero continuó con el tratamiento médico tradicional.
El grupo de TCC realizó 12 sesiones individuales semanales, con apoyo adicional diario si era necesario. Por su parte, el grupo de ejercicio físico completó un programa de entrenamiento cardiovascular que incluyó actividades como bicicleta, caminata en cinta, natación y aeróbico, con aumento gradual en la intensidad.
Para medir el impacto de estas intervenciones, los investigadores utilizaron una técnica avanzada de imagen llamada espectroscopia por resonancia magnética de fósforo-31 (31P), que permite observar cómo el corazón produce y gestiona su energía. Los resultados mostraron una mejora significativa en la función energética del corazón en los grupos que realizaron TCC y ejercicio, en comparación con aquellos que solo recibieron atención convencional.

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Cambios medibles en salud y capacidad física
Los beneficios también se reflejaron en el rendimiento físico. Las personas que participaron en la terapia cognitiva mejoraron su capacidad de marcha, pasando de 402 a 458 metros en una prueba de seis minutos. Aquellos que realizaron ejercicio avanzaron aún más, de 457 a 528 metros. Además, ambos grupos experimentaron mejoras en el VO₂ máx., un indicador clave de salud cardiovascular, con aumentos del 15 % en el grupo de TCC y del 18 % en el de ejercicio.
Estos hallazgos fueron presentados durante el Congreso Anual de la Sociedad Europea de Cardiología, realizado en Madrid. Los autores destacaron que las intervenciones no solo ayudaron a mejorar la condición física y emocional de los pacientes a corto plazo, sino que también podrían reducir los síntomas persistentes y el riesgo de complicaciones cardíacas en el futuro.
Una puerta abierta para nuevos tratamientos
El síndrome de Takotsubo, además de generar malestar físico, está asociado con un riesgo duplicado de muerte prematura en comparación con la población general. Muchas personas desarrollan insuficiencia cardíaca y experimentan una disminución significativa en su calidad de vida. Por eso, encontrar alternativas efectivas —como las propuestas en este estudio— representa un avance relevante.
Según los investigadores, este podría ser el inicio de una estrategia terapéutica efectiva para una afección que, hasta ahora, carecía de soluciones dirigidas a mejorar directamente la función cardíaca. Aun así, remarcan la necesidad de continuar evaluando estos enfoques en estudios con mayor número de participantes para confirmar sus beneficios a largo plazo.
En base a información de OGlobo/GDA