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lunes, febrero 10, 2025

‘Entre los rotos’: una mirada íntima al trauma familiar y la memoria

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“Los recuerdos de la primera infancia pueden convertirse en cargas pesadas en la edad adulta. Y no existe la curación por decreto. No podemos reconfigurar nuestro pensamiento. Los patrones que traemos dentro son los que nos conducen. Somos mitad voluntad, mitad costumbre”, comenta Alaíde Ventura Medina sobre su propio libro editado por Concreto y titulado Entre los rotos. Estas palabras de la autora explican, de alguna manera, el sentido del texto.

Una familia mexicana integrada por una madre bastante sumisa, un padre violento, hijo e hija. Una hija que se identifica con su padre y repele a su madre. Un niño que pierde su voz. Según la escritora, lo que busca esta niña es conexión, algo de lo cual sostenerse para aceptar una paternidad rota. Su hermano se da por vencido más rápido, su límite es el silencio.

En el libro pasan muchas cosas. Lágrimas, muerte y destrucción. Cada capítulo, de fragmentos con una estructura corta y punzante, son recuadros descriptivos -como las fotografías-, de una familia que retrata el patriarcado y todo su legado heredado hasta hoy. Es una narración que sirve como punto de partida para tomar conciencia, pensar en la propia historia, en los residuos que quedan y mirarlos desde otra perspectiva.

–En pocas palabras, ¿de qué trata Entre los rotos?

–El libro cuenta el presente de dos hermanos (hermano y hermana) que no logran desafanarse de su pasado. El pasado lo traen a cuestas y les pesa demasiado. La hermana, que es la narradora, intenta “descifrarlo”, como si al entender los eventos pudiera hacer la paz con ellos. Provienen de un lugar doloroso, y acaba de suceder algo que removió todo.

–¿Cuáles son los temas que quisiste abarcar en este libro tan real como doloroso?

–Quería hablar de las violencias domésticas, más bien: de sus secuelas (trastornos de conducta, trauma, TCA, lastimarse el cuerpo, imposibilidad de establecer vínculos). Diría también que me interesaba lo que se esconde tras la máscara que le mostramos ante el mundo, acá simbolizada en la fotografía. Un poco una crítica a la apariencia, a mi generación empeñada en que “la ropa sucia se lava en casa”. Al sociabilizar estos relatos, descubrimos repeticiones, que lo mismo pasaba en otras casas, en otras ciudades, y se va creando una comunidad de rotas y rotos. También quise hablar de la memoria, que es tramposa, es una mesa de edición que va armando escenas a conveniencia, algunas de las cuales se quedan más fijas mientras que otras desaparecen. Al cotejarlas con la evidencia material, como pueden ser las fotografías, puede producirse una disonancia, una especie de espejo oscuro al que no queremos mirar.

La escritora Alaíde Ventura Medina. Foto: EFE.La escritora Alaíde Ventura Medina. Foto: EFE.

–¿Qué opinión te merece el tratamiento que le das al dolor?

Me interesaba la sensación catártica más básica del arte, la más aristotélica, un entrar y salir de una experiencia y que ocurra una transformación emocional. Alguien me dijo que es como una puñalada veloz. Diría que sí, pero también me preocupé por dejar la herida suturada, lista para algo nuevo, para sanar, para mirar distinto. Esa era mi intención.

–¿En qué te inspiraste al escribirlo?

Me tocó crecer en los años ochenta y noventa, cuando las fotografías eran un gran suceso, había que prepararlas antes porque no era fácil editarlas después. Entonces, los retratos eran siempre montajes: cumpleaños, celebraciones, rostros felices. Me interesaba explorar qué se ocultaba tras ese montaje, qué es lo que el encuadre de la foto no dejaba ver, lo que ocurría antes y después. Creo que el dolor está escondido, no entra en la foto, pero a lo mejor cuando el dolor es demasiado grande, no hay escape.

–En línea con esta frase: «la primera guerra a veces es la casa, la primera patria perdida la familia». ¿Podrías explicarnos el sentido de la misma?

–Pensé en un fractal de violencia, en la violencia como una energía que no se destruye, no se evapora. Es un loop siniestro. La familia como una patria que, incluso cuando a menudo desaparece, se lleva adentro. Luego los integrantes salen al mundo a construir nuevas patrias y repiten las mismas conductas, directamente o, al intentar actuar distinto, acaban por encontrarse en el mismo punto al cerrar el círculo.

–¿Funciona el entramado social en la ficción?

–Pues al libro le ha ido muy bien, mucha gente ha conectado con la historia, lo cual para mí es un arma de doble filo. Es un evento feliz porque ese es el sueño de la autora: que su escritura resuene. Pero es triste, también, y preocupante, porque significa que los rotos somos más de los que yo creía.

–Escuché en una entrevista que este libro comenzó con algunas fotografías que hallaste de tu familia, ¿cómo las usaste como punta de lanza para esta historia?

–Sí fue el detonador. Me encontré una foto de mis papás peleando en lo que, supongo, habrá sido la única cena de navidad que pasaron juntos. En la foto, yo soy bebé y estoy en medio de ellos. Me pregunté: ¿por qué alguien tomaría esta foto? Y me respondí: debe de haber sido mi hermano, que entonces tendría ocho años. Este fue el detonador para las fotos de la novela, que son inventadas.

–¿Qué postura te merece el feminismo dentro y fuera de México?

–Si no fuera por los feminismos quién sabe si las escritoras de mi generación tendríamos un lugar en la mesa. El feminismo lo llevo desde el nombre, justo por estos días celebrábamos el cumpleaños de Alaíde Foppa. Ser escritora en México hoy es una oportunidad y una responsabilidad… con las que estuvieron antes, que nos abrieron la puerta, y con las del futuro. Mi comunidad de mujeres, esta patria construida, elegida, activa, colaborativa y horizontal, es para mí el vínculo más presente.

–¿Qué mensajes te gustaría que queden al leer Entre los rotos?

Me gusta la escritura como una descarga, entrar salir, inhalar exhalar, y quedar distinta. Esa es también a menudo la que más disfruto como lectora. Creo que el único rol de la literatura es el de opacar al resto del mundo por un instante. Lo que suceda antes y después es más una combinación de múltiples factores, la misma lectura, el tiempo, los ojos que leen, la apertura, el contexto… No intenté escribir un libro de tema ni con la intención de empoderar. Quería contar una historia y me esforcé por hacerlo de la mejor manera posible para mis capacidades de ese momento.

Alaíde Ventura Medina básico

  • Es una antropóloga y escritora veracruzana.
  • Actualmente estudia el doctorado en Escritura Creativa en español de la Universidad de Houston y trabaja en Arte Público Press.
  • Ha publicado Como caracol (premio Gran Angular, 2018), Autofagia (Penguin Random House, 2023) y Entre los rotos, la cual ganó el premio Mauricio Achar-Random House en 2019 y se publicó en México (PRH, 2019), España (Tránsito, 2021), Italia (Polidoro Editore, 2023), Arabia Saudita (Aser Al-Kotob, 2023) y Grecia (Carnivora, 2023), además de haber sido adaptada al teatro por Hugo Arrevillaga en 2021.

Entre los rotos, de Alaíde Ventura Medina (Concreto).

Redacción

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