8.3 C
Buenos Aires
domingo, agosto 10, 2025

«Envejecer» con dignidad: la revolución con la que Pamela Anderson vive el tiempo a su antojo, lejos de la ficción estética que la esclavizaba

Más Noticias

Decir que la rebelión de Pamela Anderson es no usar maquillaje es apenas la cáscara de algo mucho más profundo. Sus imágenes del “antes y el después” copan las redes y los titulares no solo banalizan la historia, si no que prefieren seguir capitalizando el morbo, hacer más picadillo del mito y quedarse en el plano más superficial: si se pone o no refills y que cómo “tuvo las agallas” de “envejecer al natural” ante las cámaras.

Durante décadas, Pamela fue sinónimo de fantasía: la rubia voluptuosa que parecía salida del imaginario masculino más superficial. Su cuerpo fue objeto de deseo, burla, consumo y morbo.

En un mundo donde la perfección efímera, los retoques digitales y las caritas modeladas con bótox dominan las tendencias en las redes, la estrella de Baywatch va más lejos. No sólo desafiando las imposiciones de la belleza hegemónica de la que pareció ser su más pura encarnación. También protagonizando una evolución personal donde, como ya caminó el autoconocimiento y desocultó su sombra, invita en cada paso (en las alfombras rojas y fuera de ella) a repensar qué significa el éxito y la belleza hoy. 

Desde Playboy hasta el escándalo con su video íntimo filtrado, la mítica rubia de Baywatch fue carne de cañón de una industria que se enriqueció vendiendo su imagen como si le perteneciera.

Con una nueva narrativa que abraza un estilo de vida auténtico y de espaldas al make up y a los filtros, Pam termina de sellar la idea de que, aunque la industria la haya explotado como ícono sexual y como objeto depositario del placer, la total soberanía de cómo es vista en la actualidad y a sus 58 años sólo le pertenece solo a ella misma.

Pamela Anderson y su profunda transformación nos invita a las mujeres a hacernos una pregunta incómoda: ¿para quién estamos siendo lindas?.

Aunque hoy se cristaliza en las red carpets y cada vez que le preguntan cómo lleva el paso del tiempo (ella también tuvo esos titulares de antaño del tipo “Me siento mejor que a los 20”), su liberación de los mandatos edadistas –esas leyes preconcebidas culturalmente de cómo debe verse alguien adulto– viene desde hace rato. 

Tiempo atrás, la serie Pam & Tommy (Star+) había puesto el foco en uno de los episodios más traumáticos de su vida: la filtración del primer video sexual de la historia. El drama biográfico no solo narraba el robo de la cinta casera, sino que también expuso cómo la cultura explotó a un ícono sexual como Anderson, repensándola, incluso, desde una perspectiva feminista.

Su polémico romance con Tommy Lee, sex tape viralizado incluido, fue el corazón de la serie Pam & Tommy. Eso sí, quedó expuesto el sistema que la usó, la explotó y la descartó.

La serie protagonizada por Lily James y Sebastian Stan también es la historia de cómo la industria del entretenimiento y el porno descartó a las mujeres como meros objetos de consumo y satisfacción masculina. Y claro que la cadena de explotaciones se desató con el robo del video, cuando su intimidad, dignidad y consentimiento fueron violados sistemáticamente. 

“No tengo ningún derecho. No pueden decir la verdadera razón. Que yo no puedo decidir lo que pasa con mi cuerpo”, dijo el personaje luego de que la justicia desestimara su demanda. En un discurso reivindicatorio, la actriz ficticia continúa: “Porque pasé mi vida pública en traje de baño. Porque yo tuve el atrevimiento de posar para Playboy. Pero no pueden decir que las putas, y es lo que dice esta sentencia que soy… No pueden decir que las putas no pueden decidir lo qué pasa con las imágenes de su cuerpo”.

Pamela contó su propia historia en el film homónimo que se puede ver en Netflix. Mientras en Hollywood todo se mueve en pos de la «juventud eterna», Pam hizo algo que nadie hubiera imaginado: envejecer con dignidad.

La opinión pública la puso “en penitencia” por sus decisiones, recordándoselo en cada reproducción de sus planos más íntimos, pero antes los productores se hicieron un festín con ella. No sólo haciéndole repetir tomas descaradamente: teniendo que escuchar comentarios reprobables y, por supuesto, sin que ella tuviera la opción de decir ni mu. 

Todo eso es parte de la historia que obligó a Anderson a cuestionar la belleza hegemónica y el rol que ejerció. Su tranquila vida en Vancouver Island le permitió ver la fama con otra perspectiva, redefinir la idea de éxito y cuestionar cómo debe lucir y mostrarse ante el público. Tanto es así que lo hizo sin responder a los must do del showbiz: simplemente como una mujer de su edad.

No es que Pamela esté en contra del maquillaje o el cuidado estético. Lo que cuestiona es la esclavitud del relleno, la cultura del retoque permanente, el miedo a envejecer como si fuera una enfermedad. En la imagen, en la última edición de los Golden Globes.

Desde hace un tiempo enfocada en el bienestar personal, se inclinó por el disfrute de las pequeñas cosas, el contacto con la naturaleza, el cultivo de su jardín y decisiones sostenibles. En una entrevista con Harper’s Bazaar UK, Anderson compartió cómo esta transformación fue una evolución, no una reinvención, eligiendo la comodidad y un estilo sencillo sobre lo ostentoso. 

Consciente de que su imagen pública no reflejaba su personalidad real –porque, conto, siempre fue una persona tímida–, la actriz reveló la importancia de haber podido liberarse de viejos estereotipos de belleza que la tenían prisionera. “La vanidad es una prisión. Una vez que la podés dejar atrás, ahí sos libre. La verdadera belleza es la libertad de ser vos mismo”, explicó.

“Estoy cansada de correr detrás de algo que nunca me hizo feliz”, dijo Anderson en una entrevista. En una cultura que castiga a las que se arrugan y premia a las que parecen más jóvenes, la ex sex symbol le respondió a la industria con un paradigma propio.

Mientras para cualquier evento de alto perfil sus colegas lo primero que hacen es calendarizar sus visitas al esteticista en busca de la “eterna juventud”, su elección de mostrarse de la manera más natural posible es la demostración de que ahora es ella quien retomó el control de su propia imagen

Hoy en pareja con Liam Neeson (73) asegura, su plenitud no proviene del reconocimiento o validación externa, sino del equilibrio entre el pensamiento propio, el bienestar personal y una vida consciente. La suya es la historia de quien pudo darle doble vuelta de llave a la cárcel que la asfixiaba básicamente dejando de complacer.

Mientras muchas celebrities programan sus pinchazos como si fueran highlights en el calendario (inyección de labios el lunes, bótox el miércoles, retinol el viernes), ella se vacía. De capas, de máscaras, de deber ser.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Marianela Núñez: la niña de San Martín que volvió a casa y ya es leyenda

Hay artistas que deslumbran por su técnica, otros por su carisma. Marianela Núñez brilla por ambas cosas. Pero también...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img