Estados Unidos tiene firmados una veintena de acuerdos de libre comercio con todo el mundo, empezando por el T-MEC, que hasta 2019 cuando Donald Trump pateó el tablero se conocía como TLCAN. Es un acuerdo gigante con sus vecinos, Canadá y México, a los que ahora el presidente, en su segundo gobierno, vuelve a golpear con una suba unilateral de aranceles.
Varios de esos acuerdos con el mundo fueron firmados con países de Latinoamérica, como Perú, Chile y Colombia por ejemplo-, región a la que no pudo incluir finalmente el gobierno de George W. Bush en el ALCA, idea primero lanzada por la administración de Bill Clinton.
Las palabras lanzadas este lunes por Donald Trump al elogiar nuevamente como un “gran líder” a Javier Milei y afirmar que consideraría la firma de un acuerdo de libre comercio con la Argentina deben ser tomadas nuevamente con cautela por la forma que las dijo, porque todos los TLC mencionados datan de otro contexto económico al que se vive actualmente en los Estados Unidos y porque sus funcionarios están diciendo algo distinto a lo que dice su propio presidente.
Para el caso, el encargado del Departamento de Estado para América Latina de la administración republicana, Mauricio Claver Carone, sentenció lo siguiente hace unas horas. “El presidente Trump ha sido muy claro en que no estamos buscando nuevos tratados de libre comercio”, dijo el funcionario que, en cambio, no descartó avanzar en un acuerdo para la promoción de inversiones. Lo planteó en en la misma entrevista en la que también afirmó que el escándalo cripto que salpica al presidente Milei debe ser investigado en los Estados Unidos porque hay ciudadanos estadounidenses afectados.
Si hasta hace días Milei afirmaba que su prioridad externa era la firma de un TLC con los Estados Unidos, en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) cambió: «Argentina quiere ser el primer país del mundo en sumarse a este acuerdo de reciprocidad que pide la administración Trump en materia comercial«. Y añadió: “Si no estuviéramos restringidos por el Mercosur, Argentina ya estaría trabajando en un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos que sea mutuamente beneficioso”.
Este sábado en la inauguración de sesiones en el Congreso volvió a decir que quiere un acuerdo de comercio con EE.UU., que debería haberse firmado hace veinte años -dijo Milei- y volvió a amenazar con que si hace falta hacerlo sacará a la Argentina del Mercosur. Para firmar un TLC con Estados Unidos, Argentina tiene que romper el articulo con el bloque porque no se lo permite hacer sola ni el Tratado de Asunción, de 1991 ni una directiva del año 2000. Y para salirse del bloque Milei precisará que el Congreso se lo apruebe como aprobó en su momento la entrada del pais al mismo.
Una y otra son cosas distintas. Para empezar a entender hay que remitirse a la nueva y disruptiva política comercial, proteccionista, de esta nueva presidencia de Donald Trump, que empezó el 20 de enero.
A mediados de este mes, el republicano anunció que impondrá aranceles recíprocos y prácticas comerciales a los países que comercien con Estados Unidos. Además, en lo que es considerado por sus propios socios como una nueva “guerra comercial”, le impuso el 10% de aranceles a China; el 25% a sus vecinos y socios, Canadá y México, y el 25% a todo el acero y al aluminio que entra a su país, en lo que sí afecta a empresas de Argentina como Techint y Aluar.
Un acuerdo de libre comercio como el que el Mercosur venía negociando con la Unión Europea es un pacto entre dos o más países para eliminar barreras comerciales y promover el intercambio de bienes y servicios, que pueden llegar incluso a tener aranceles cero. El bloque que integran de manera fundante Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay -Venezuela está suspendida y Bolivia estaba en camino de entrar- no le permite a ningún país firmar un TLC si no es con todos los miembros, por lo que Milei ha lanzado algunas amenazas con irse del Mercosur si una negociación con Estados Unidos lo tentara más.
Sin embargo, la misma política proteccionista no lo llega a poner en ese dilema por ahora. A partir de la reciprocidad que impone Trump, el Departamento de Comercio debería empezar a examinar los aranceles que los otros países aplican a Estados Unidos para luego ellos aplicar esos mismos.
Expertos consultados por Clarín afirman que detrás de ese planteo existe una primera duda y es la de cómo Estados Unidos va armar las posiciones arancelarias con cada uno de los más de 190 países del mundo. Sólo por mencionarlo, son 13.000 las posiciones arancelarias de Estados Unidos.
Es probable, afirman otras fuentes consultadas, que en el gobierno argentino le hayan dicho a Milei que técnicamente es imposible firmar un TLC clásico con Estados Unidos, contrariamente a lo que dijeron, inesperadamente, en las últimas horas, dirigentes de la American Chamber de Argentina. Y por eso, el mandatario navega en la misma sintonía de Trump: comenzó a hablando de TLC, luego de reciprocidad en los aranceles con los que Trump busca revertir el déficit comercial de su país, y ahora vuelve a hablar de libre comercio.
Entre los otros problemas que se presentan, surge uno central: los mercados de Argentina y Estados Unidos no son complementarios, son competitivos. Sobre una balanza comercial de U$S 16.300 millones en 2024, la Argentina tienen un déficit de U$S 2.200 millones.
Argentina produce básicamente productos primarios. Estados Unidos también. Estados Unidos además produce muchos bienes (industrializados y primarios) que la Argentina no produce. Entonces, un acuerdo con los Estados Unidos es complejo para la Argentina, cuyo fuerte es la agricultura, aunque ahora también crezca el negocio de la minería y la energía. Pero las de Estados Unidos también.
Durante la gestión en Cancillería de Diana Mondino y su ex secretario de Comercio Internacional, Marcelo Cima, se firmó un importante acuerdo para el comercio de minerales críticos, como litio y acero, que pedían la Rosada y Economía. Se desconoce si el canciller Gerardo Werthein lo continúa. La secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, le había encomendado al embajador Luis María Kreckler -en reemplazo temporal de Cima- un plan para llegar a un TLC con EE.UU. a pedido del Presidente.
El sistema comercial actual global se basa en el principio de la «nación más favorecida» (MFN), donde los aranceles reducidos para un miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se aplican a todos los demás. Las naciones pueden reducir los aranceles por debajo del nivel de MFN para socios específicos cuando entran en un acuerdo de libre comercio. Es la llamada tarifa aplicada.