En Argentina hay destinos que parecen sacados de otro continente. Muy cerca de Bariloche se esconde un pueblo pintoresco que invita a una escapada de la rutina y recorrer calles adoquinadas, descubrir casas de madera con techos inclinados y disfrutar de una propuesta gastronómica que mezcla raíces europeas y tradiciones locales.
Fundado a finales del siglo XIX, Colonia Suiza mantiene viva la herencia de los primeros colonos. La arquitectura, las costumbres y la calidez de su gente convierten la visita en una experiencia única que transporta a un rincón alpino en plena Patagonia.
Un viaje a través de la historia y la gastronomía
La gastronomía es uno de los sellos distintivos de Colonia Suiza. Sus casas de té son famosas por los strudels, chocolates artesanales y tartas de frutas, mientras que los restaurantes ofrecen recetas heredadas de los primeros inmigrantes: fondue, goulash y carnes ahumadas.
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El curanto, tradición mapuche adoptada por Colonia Suiza, es hoy su plato más emblemático.
Pero el plato que se transformó en emblema del pueblo es el curanto, una preparación mapuche que consiste en cocinar carnes, verduras y panes en un hoyo bajo tierra, cubierto con hojas y piedras calientes. En Colonia Suiza, esta tradición fue adoptada y se convirtió en un ritual abierto al público. Cada presentación reúne a visitantes que no solo degustan el plato, sino que también aprenden cómo se cocina paso a paso.
Naturaleza y actividades para todos los gustos
Además de la propuesta gastronómica, Colonia Suiza ofrece actividades para quienes buscan aventura y contacto directo con la naturaleza. Rodeado de cerros y bosques, el pueblo cuenta con senderos ideales para caminatas, excursiones en bicicleta y cabalgatas. Los recorridos llevan a miradores naturales desde donde se puede contemplar la magnitud del paisaje patagónico, con sus montañas nevadas y arroyos de aguas cristalinas.
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La feria artesanal refleja la identidad cultural del pueblo con productos únicos y locales.
La feria artesanal es otro atractivo imperdible. Allí se reúnen productores y artesanos locales que ofrecen tejidos, cerámicas, dulces caseros y licores típicos. Es el lugar perfecto para llevarse un recuerdo auténtico o simplemente recorrer los puestos mientras se conversa con los habitantes de la zona.
Muy cerca de Colonia Suiza también se pueden visitar plantaciones de frutos rojos. En estas granjas familiares los turistas conocen el proceso de cultivo de frutillas, frambuesas y moras, y al finalizar el recorrido disfrutan de degustaciones de mermeladas y conservas preparadas con recetas tradicionales que pasaron de generación en generación.