Mar, 2 diciembre, 2025
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Esencia patagónica: la diseñadora Luján Haeder reedita historias y las vuelve piezas icónicas

Con una formación que combina Derecho y posgrados en Europa, Luján Haeder eligió un camino diferente: el de recuperar sacos, camisas y pantalones olvidados y convertirlos en objetos cargados de memoria y sentido. En una charla desde su refugio textil en Palermo, “Lulú” habla de su infancia, sus proyectos y desafíos.

Luján Haeder: “La Patagonia me enseñó a vivir con lo esencial”


Naciste y creciste en Caleta Olivia. ¿Qué huella de esa infancia sigue marcando tu manera de ver la moda y el mundo?
La Patagonia me enseñó a vivir con lo esencial. Crecer allí me dejó la certeza de que con lo que tengo alcanza; sumar objetos no cambia la vida. Y también me dio un profundo respeto por la naturaleza: por su belleza, su fragilidad y todo lo que puede enseñarme. Esa sensibilidad hacia lo mínimo y lo verdadero sigue guiando cómo miro la moda y el mundo.

¿Qué aprendiste de vos misma al volver a mirar tu infancia desde la adultez y desde la moda?
Aprendí que desde chica busco una mirada optimista capaz de darle segundas oportunidades a todo. Esa forma amorosa de reparar —objetos, vínculos, historias— se volvió una herramienta transversal en mi vida y en mi diseño. Entendí el poder terapéutico de restaurar lo que dejamos atrás, porque los objetos también guardan identidad y emoción. Y reencontrarme con eso me recordó que no necesito responder a necesidades impuestas: lo valioso ya está conmigo.

¿Cómo llegó la idea de que la ropa puede contar historias a través de piezas reeditadas, transformadas y con pasado propio?
Llegó a partir de una premisa central en mis investigaciones: la prenda más sostenible no es solo la que ya existe, sino la que heredamos. Esas piezas contienen memoria, identidad y una resonancia emocional que, como plantea Hartmut Rosa, vuelve significativo nuestro vínculo con el mundo. Al reeditarlas, reactivo ese valor y habilito lo que llamo el ejercicio de la autonomía identitaria: vestir desde lo propio y no desde necesidades impuestas. Así, la indumentaria se vuelve una herramienta política en sentido social, porque proyecta quiénes somos y lo que podemos aportar.

“Soy de la Patagonia y la llevo conmigo a cada lugar. Mi identidad, mi manera de mirar el mundo y mi tenacidad nacen de ese paisaje”

Luján Haeder

La recirculación de trajes y remanentes textiles es el corazón de HÆDER. ¿Cómo empieza tu proceso creativo cuando trabajás con materiales que ya vivieron otra vida?
En HÆDER todo comienza con nuestro sistema de diseño regenerativo: un método basado en protocolos y prácticas que nos permiten abordar cada prenda según su individualidad. Trabajo de manera técnico–sensible, casi científica, leyendo la memoria del textil para restaurarlo sin borrar su historia. Busco intervenciones reversibles, porque diseño desde la teoría de la transición: la única constante es el cambio, y las prendas deben acompañar la vida sin obligar a consumir más. Esta lógica combate la sobreproducción y protege tanto el valor económico como el emocional de lo que ya existe.

Tu formación en derecho y asesoría ambiental convive con la moda. ¿Cómo dialogan esas disciplinas en tu día a día como diseñadora?
Mi formación legal y ambiental hace que ciertas decisiones sean insoslayables. Conozco las implicancias de cada acción y no puedo desentenderme de eso. Esa conciencia me obliga a ser rigurosa, honesta y coherente: actuar en consecuencia con lo que sé. Por eso en HÆDER diseño con responsabilidad técnica y ética, evaluando impacto, trazabilidad y reversibilidad para asegurar que cada pieza responda a un compromiso real con el ambiente y con las personas.

Estás lanzando un proyecto. ¿Qué te entusiasma de esta nueva etapa creativa?
Me entusiasma haber encontrado una forma amable de transformar la cultura del consumo: un camino que no criminaliza a quien compra, sino que lo reconoce como agente de cambio. En HÆDER entendemos que cada elección puede activar autonomía identitaria y un impacto positivo real. Esta nueva etapa profundiza ese enfoque: compartir un método replicable, sensible y regenerativo que convierte a las personas en aliadas. El cambio cultural —más que el ambiental o el económico— es el que verdaderamente puede modificar nuestra relación con los objetos y con nosotros mismos.

El Bafweek marcó un antes y un después. ¿Qué descubriste de tu identidad como diseñadora al exponerte en esa vidriera?
Descubrí que mi voz era más nítida de lo que imaginaba y que había espacio para una propuesta que no responde a la lógica del consumo acelerado. En BAFWEEK entendí que soy un “perro verde” dentro de la industria, y que eso, lejos de ser un obstáculo, es una forma de militancia: entrar al sistema para proponer desde adentro otra mirada, más honesta, más responsable y más conectada con la autonomía identitaria. Fue desafiante, pero profundamente revelador.

¿Soñás con volver a la Patagonia para mostrar tus diseños en el lugar que te vio crecer?
No es un sueño volver porque yo soy de la Patagonia y la llevo conmigo a cada lugar. Mi identidad, mi manera de mirar el mundo y mi tenacidad nacen de ese paisaje: del viento, la escasez y la fuerza con la que se aprende a vivir allí. Todo lo que hago representa a mi provincia y a mi ciudad; incluso fui representante de Santa Cruz durante años. No necesito “volver” para honrar ese origen: lo proyecto cada vez que diseño. Ser patagónica es mi forma de estar en el mundo.

¿Hay algún material, textura o detalle que estés explorando y que anticipe el próximo capítulo de la marca?
Sigo trabajando con textiles heredados —manteles, trajes y piezas con carga emocional— para profundizar en reversibilidad y transición. Aunque mi formación en biología marina y laboratorio siempre me tienta a investigar nuevos materiales, sé que sin un cambio en la cultura del consumo cualquier innovación es ineficiente. Crear biomateriales sin evaluar su impacto ecosistémico puede generar daños equivalentes a introducir especies no nativas. Por eso, hoy mi foco está en transformar la forma de consumir; cuando ese cambio sea real y colectivo, recién ahí tendría sentido explorar materiales biodegradables verdaderamente conscientes del territorio.

Si tuvieras que definir en una frase la filosofía que guía tu trabajo, ¿ cuál sería?
Diseñar para regenerar: acompañar la identidad de cada persona revalorizando lo que ya existe, con responsabilidad técnica, sensibilidad y conciencia de que la verdadera transformación empieza en la forma en que consumimos.

Redacción

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