Tema
El año 2025 estará marcado por la era Trump, por tres cumbres (UE-CELAC, de las Américas e Iberoamericana) y por el proceso de ratificación de dos importantes acuerdos de asociación (Mercosur y México) lo cual supone desafíos y oportunidades para España (y para la Unión Europea) con relación a América Latina.
Resumen
La relación España-América Latina es bidireccional y necesita una actualización estratégica. España ya no sólo es un inversor en América Latina, sino también recibe flujos de inversión y migración significativos desde la región. Empresas latinoamericanas están expandiendo su presencia en España y México se ha convertido en uno de los mayores inversores extranjeros. Esto exige una nueva estrategia basada en la reciprocidad y la cooperación económica y política.
La segunda presidencia de Trump está redefiniendo la relación con América Latina: España (y la Unión Europea, UE) debe situarse como socio estratégico. La Administración Trump ha endurecido su política comercial y migratoria en América Latina, lo que generará tensiones con varios países. Mientras tanto, China sigue expandiendo su presencia económica con inversiones estratégicas en infraestructura y recursos naturales. En este escenario de competencia global, España y la UE tienen la oportunidad de consolidarse como un socio confiable, promoviendo acuerdos comerciales, fortaleciendo relaciones bilaterales y ofreciendo alternativas de inversión estables en la región.
La inversión extranjera y la modernización económica son clave para el futuro de América Latina. A pesar de la estabilidad macroeconómica, el crecimiento en América Latina sigue siendo insuficiente para absorber la demanda laboral y reducir la pobreza. En este contexto, la atracción de inversiones en sectores estratégicos como la transición verde y digital es esencial para el desarrollo sostenible. Sin embargo, la Administración Trump no prioriza la transición verde y presionará a los países de la región para desalentar inversiones chinas en sectores clave como infraestructura, telecomunicaciones y energía.
Estos factores abren una oportunidad para que España y la UE desempeñen un papel central en la región, canalizando inversiones estratégicas y promoviendo acuerdos comerciales como UE-Mercosur y la modernización del acuerdo con México. La ratificación de estos tratados es crucial para fortalecer la presencia europea y ofrecer alternativas económicas viables frente a la disputa geopolítica entre Estados Unidos (EEUU) y China.
El endurecimiento de las políticas migratorias en EEUU exige una respuesta estratégica de España y la UE. Las políticas migratorias de Trump podrían provocar un aumento de la migración latinoamericana hacia España. A la vez, las crisis económicas en Venezuela, Cuba y Haití están generando nuevos flujos migratorios. España y la UE deben prepararse para gestionar estos movimientos de población, promoviendo estrategias que integren a los migrantes de manera productiva.
España debe liderar la renovación de la Comunidad Iberoamericana. La secretaría pro tempore de España en la Cumbre Iberoamericana de 2026 representa una oportunidad única para modernizar la cooperación iberoamericana. Es crucial centrar la agenda en temas clave como migraciones, seguridad, crimen organizado, transición digital y gobernabilidad, asegurando que la Comunidad Iberoamericana siga siendo relevante en el contexto global. La ratificación de acuerdos comerciales como UE-Mercosur fortalecería este esfuerzo, promoviendo una mayor integración económica y política entre Europa y América Latina.
Análisis[1]
La relación entre España y América Latina debe verse como un proceso de doble dirección. La intensificación de los procesos migratorios, que ya afectan a estratos sociales elevados (que básicamente se instalan en Madrid), junto a la creciente presencia de multilatinas latinoamericanas (incluidos “unicornios”) y de nuevas inversiones dirigidas al mercado español y europeo, demandan una mirada renovada. En poco tiempo, México se ha convertido en el sexto mayor inversor extranjero en España, el segundo no comunitario, sólo por detrás de EEUU.
A los cambios geopolíticos, políticos y económicos vinculados al regreso de Donald Trump y a la creciente pugna geopolítica y económica entre China y EEUU se suman entre 2025 y 2026 tres citas regionales que repercutirán directamente en la política exterior española. La Cumbre UE-CELAC, en Colombia; la X Cumbre de las Américas, en República Dominicana; y la gestión de la secretaría pro tempore (SPT) de la XXX Cumbre Iberoamericana (2026), en España. Además, en 2025 nueve países latinoamericanos celebrarán elecciones de diferente tipo.
En contexto España debe demostrar que no ha perdido pie en América Latina, por más que actualmente ningún actor internacional relevante puede jactarse de mantener sus pasados niveles de influencia. Dada la imposibilidad de tener una política regional coherente, hay que poner mayor énfasis en las relaciones bilaterales. Aquí hay problemas pendientes (Argentina y México) y oportunidades. Cuba podría ser una, a tenor del agravamiento de su coyuntura interna, tanto por la profundización de su crisis económica y social, como por el aumento de la tensión con EEUU ante la gestión de Marco Rubio en el Departamento de Estado.
1. Las elecciones latinoamericanas y sus repercusiones para España
El mapa político latinoamericano puede sufrir algunos cambios. En 2025, Ecuador, Honduras, Chile, Bolivia y Haití celebrarán elecciones presidenciales; Argentina y Venezuela legislativas; Uruguay y Venezuela locales; y México judiciales. Estos comicios dirán si se confirma el paso del generalizado voto de castigo al oficialismo (de 2018 a 2023), salvo en Paraguay y en las autocracias de Nicaragua y Venezuela, a su coexistencia con victorias oficialistas, como ocurrió en 2024. Dada la fragmentación y la polarización existentes, los resultados podrán afectar tanto a las relaciones bilaterales con España como a la propia dinámica iberoamericana y eurolatinoamericana.
Figura 1. Elecciones en América Latina en 2025
País | Tipo de elección | Fecha |
Ecuador | Presidenciales y legislativas | 9 de febrero (primera vuelta), 13 de abril (segunda vuelta) |
Bolivia | Presidenciales y legislativas | 10 de agosto (primera vuelta), octubre (segunda vuelta) |
Chile | Presidenciales y legislativas | 29 de junio: primarias presidenciales y parlamentarias 16 de noviembre: presidenciales y parlamentarias 14 de diciembre: segunda vuelta de presidenciales |
Honduras | Presidenciales y legislativas | 9 de marzo: internas 30 de noviembre (presidenciales) |
Haití | Presidenciales y legislativas | Fines de 2025 o comienzos 2026 |
Argentina | Legislativas | 3 de octubre (PASO-primarias) 26 de agosto |
Venezuela | Legislativas, estaduales y municipales | Por determinar |
Uruguay | Municipales y departamentales | 11 de mayo |
México | Judiciales | 1 de junio |
El oficialismo parte como favorito en Ecuador, Argentina y México, mientras en Chile la oposición tiene más opciones de victoria. Con independencia de los resultados, a priori el vínculo con Ecuador, Chile y Uruguay no debería verse afectado, mientras Argentina y México, por razones diferentes, requerirían un esfuerzo diplomático adicional.
En Venezuela, tras el fraude en las elecciones presidenciales de 2024 y la toma de posesión de Nicolás Maduro, sólo cabe esperar un triunfo oficialista en las legislativas y locales. Las opciones para España son variadas, pero todas conflictivas. En los extremos: (a) reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo, sobre todo si se acentúa la represión y el acoso a la oposición; o (b) mantener las vías de comunicación con el régimen de Nicolás Maduro. Todo apunta a que el régimen seguirá con la represión y cerrando espacios. La reforma constitucional que ha empezado a poner en marcha Maduro debería consagrar este extremo. La posibilidad de elecciones en Haití es reducida, dado el colapso institucional y el control territorial de las bandas criminales, especialmente en Puerto Príncipe. De momento, esto excluye un posible envío de un contingente militar o policial español, como hicieron en diciembre pasado Guatemala (150 efectivos) y El Salvador (ocho efectivos). Son cifras insuficientes para Haití, que sólo muestran la urgente necesidad de contribuir a su pacificación. Haití es un Estado fallido dominado por el narcotráfico, que altera la gobernabilidad del Caribe.
El futuro de Bolivia es más incierto, ya que el enfrentamiento fratricida entre dos antiguos aliados, el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, ha fracturado el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del gobierno, una situación agravada por los malos datos económicos que afectan a la popularidad presidencial y al propio al oficialismo. Esto abre una oportunidad para la oposición, que sigue desunida. Si las elecciones de agosto se desarrollan en un marco de elevada conflictividad, dado el empecinamiento de Morales en volver a ser presidente pese a sus impedimentos legales, España debería asumir una posición de cierta neutralidad, salvo que se vulnere la legalidad vigente.
En Ecuador, Daniel Noboa, elegido en 2023 para acabar el periodo de Guillermo Lasso, buscará ser reelegido en febrero. Noboa parte como favorito, pese a que las medidas excepcionales para controlar la violencia y la inseguridad no han dado los frutos esperados. La crisis energética tampoco ha mermado sus opciones. La fragmentación opositora y la falta de un liderazgo que ocupe el vacío dejado por Rafael Correa, quien sigue en el exilio, dificultan el retorno del correísmo al poder. Su candidata, como en 2023, es Luisa González.
En Argentina, los éxitos económicos de Javier Milei, especialmente contra la inflación, instalan a su partido, La Libertad Avanza (LLA), como favorito para las legislativas de medio término de octubre. Dada la fragilidad de la coyuntura económica y social, aún es pronto para augurar un triunfo del mileísmo, no sólo ante el peronismo-kirchnerismo, sino también en su pugna con el expresidente Mauricio Macri, su socio y rival, por el control del centroderecha. Un triunfo oficialista y la consolidación del programa económico, con su atractivo para el regreso de los inversores, deberían estimular en España la reapertura de canales de diálogo, ya iniciados con la designación de un nuevo embajador en octubre pasado. La campaña para las legislativas buscará un escenario de fuerte polarización entre la coalición de derecha y centroderecha que espera formar Milei y el peronismo kirchnerista que buscará articular a la izquierda. La incontinencia verbal de Milei podría poner a España como ejemplo de las políticas que él rechaza, amenazando nuevamente las relaciones bilaterales.
En México, tras la reforma de Andrés Manuel López Obrador, se celebrarán las primeras elecciones judiciales en la historia del país. En junio se elegirán unos 900 cargos judiciales federales, entre jueces de distrito, magistrados de circuito, magistrados electorales, magistrados del Tribunal de Disciplina y ministros de la Suprema Corte de Justicia. Dada la mecánica electoral aprobada, especialmente la selección de candidatos, el triunfo oficialista parece claro. Esto llevaría a Morena, que ya tiene la presidencia, con Claudia Sheinbaum, y mayoría absoluta en ambas Cámaras (Diputados y Senado), al control absoluto del Poder Judicial. Sin embargo, dada la forma descentralizada de elección de la mayoría de los jueces, hay un elevado riesgo de penetración del narcotráfico y el crimen organizado.
La forma en que se aplicó la reforma judicial ha hecho sonar las alarmas en torno a la seguridad jurídica, que más que a las grandes empresas nacionales y extranjeras, y a los mayores inversores afectará al ciudadano de a pie y a las pymes con independencia de su origen. Es un tema para vigilar, junto con la irresuelta cuestión del perdón por los excesos de la conquista, que habría que desactivar. España debe mostrarse como un socio confiable para que México diversifique sus vínculos económicos y comerciales, y sus alianzas geopolíticas, para reducir sus estrechos lazos con EEUU, mayores en tiempos de Trump. La actualización del Tratado con la UE es un paso en la buena dirección.
En Chile, la oposición parte como favorita. El gobierno de Gabriel Boric no ha satisfecho las expectativas de cambio ni ha concretado las reformas estructurales ni la reforma constitucional, que llevaron al poder a la nueva izquierda. Si bien la derecha está dividida (centroderecha, derecha y derecha ultraconservadora), el único liderazgo consolidado es el de Evelyn Matthei (centroderecha) frente a los de la derecha más conservadora de José Antonio Kast y el libertario Johannes Kaiser.
En Honduras, los tres grandes partidos celebrarán en marzo elecciones internas. El oficialista Libertad y Refundación (LIBRE), de la presidenta Xiomara Castro, llega debilitado por las expectativas populares frustradas. El Partido Nacional, golpeado por la extradición y condena por narcotráfico del expresidente Juan Orlando Hernández, no parece una opción viable. Surge con fuerza el Partido Liberal, que podría llevar como candidato a Salvador Nasralla, caracterizado por modos y maneras rupturistas, tintes demagógicos y por presentarse como adalid de la mano dura.
Los cambios políticos deberán ser hábilmente manejados por España. La SPT Iberoamericana y el objetivo de modernizar las Cumbres obligarán a mantener buenas relaciones bilaterales con todos los países, independientemente del color político e ideológico de sus gobiernos. A esto se suman los tradicionales intereses españoles. Desde esta perspectiva, resultará clave cerrar los conflictos con Argentina y México. Diferente será la relación con los gobiernos autoritarios o dictatoriales que violan los derechos humanos y atacan las libertades. Es el caso de Cuba, Nicaragua, convertida en una satrapía familiar de los Ortega-Murillo, y Venezuela, después del fraude de las últimas elecciones presidenciales. También deberá seguirse con atención el creciente sesgo autoritario de Nayib Bukele en El Salvador.
El gran reto para España en 2025, también para la UE, es encontrar una estrategia creíble para América Latina. No se trata sólo de responder a la mayor presencia china, sino también al regreso de Trump. Sobre lo primero, pese a que el nivel de inversión extranjera directa (IED) chino no es comparable al de la UE ni a EEUU, en 2024 hubo diversos ejemplos emblemáticos, como la inauguración del mega puerto de Chancay (Perú), la entrada de Colombia en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el acercamiento de la Argentina de Milei a Pekín y el acuerdo con Brasil para impulsar inversiones.
La UE (y España) deberán estar muy atentas a la penetración de Rusia, muy visible en Nicaragua y Venezuela, y a sus extendidas políticas de desinformación. La presencia de RT y de Sputnik, y sus servicios en español, son una poderosa arma de propaganda, uno de cuyos objetivos es justificar la invasión de Ucrania y deslegitimar a la UE.
Con el regreso de Trump y con Marco Rubio en el Departamento de Estado, la probable intransigencia con Cuba, Nicaragua y Venezuela abre numerosos interrogantes sobre la relación con América Latina. Esta ha sido una relación no prioritaria durante el primer mandato, como mostró su incomparecencia en la VIII Cumbre de las Américas (Lima). La X Cumbre en República Dominicana y la renegociación del Tratado México, EEUU y Canadá (T-MEC) en 2026 darán algunas pistas. Las migraciones, los cárteles de la droga y la venta de fentanilo en EEUU, el proteccionismo y la fortaleza del dólar son cuestiones que afectarán a las relaciones bilaterales con algunos países, como México y Colombia.
El cambio en la Casa Blanca supone riesgos para la región, pero también desafíos y oportunidades, como los incentivos para diversificar las relaciones con la UE, intensificar la coordinación regional y aprovechar las necesidades de EEUU para ganar influencia. El principal desafío es la incertidumbre que genera el propio Trump con sus declaraciones provocativas, como muestran sus referencias a Groenlandia y al Canal de Panamá. Algo similar ocurre con su estrategia de negociación, intentando sacar ventaja inicial. Su amenaza a México y Canadá de subir los aranceles al 25%, en el contexto de la renegociación del T-MEC es buena prueba de ello.
Ante la incertidumbre que introduce Trump, muchos países latinoamericanos intentarán diversificar sus relaciones. Otros querrán profundizarlas, como muestra la presencia del argentino Javier Milei, del salvadoreño Nayib Bukele y del ecuatoriano Daniel Noboa en la toma de posesión de Donald Trump. Estos tres gobiernos tendrán una relación especial con la Casa Blanca y se les puede calificar como aliados. La mayoría, sin romper con Washington, intentará nadar entre dos aguas, lo que será cada vez más complejo y podrían buscar nuevos socios para compensar los efectos de una guerra arancelaria.
A partir de marzo de 2025 Colombia ostentará la presidencia pro tempore (PTT) de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y será responsable de organizar la IV Cumbre con la UE. Se trata de aprovechar la cita para consolidar los logros alcanzados en Bruselas en 2023, profundizando la relación birregional. La apuesta europea (y española) debería sostener e impulsar tanto la transición energética como la digital, convirtiendo el Global Gateway en uno de sus ejes. España deberá seguir apoyando el cierre del Tratado UE-Mercosur.
La UE puede desempeñar un papel importante a la hora de respaldar a los países latinoamericanos que busquen modernizar sus economías con proyectos como el “Plan México”, presentado en enero por Claudia Sheinbaum, que busca movilizar 277.000 millones de dólares en 2.000 proyectos. Se trata de una estrategia conjunta entre el gobierno y el sector privado para atraer inversiones y estimular el crecimiento durante su sexenio (2024-2030). Va dirigido a sectores prioritarios como la industria textil, farmacéutica, dispositivos médicos, agroindustria, chips semiconductores, automoción, electromovilidad, química, petroquímica, bienes de consumo y aeroespacial. Se busca elevar la proporción de inversión pública y privada por encima del 25% del PIB a partir de 2026 y más allá del 28% en 2030. La estrategia contempla incrementar un 15% el aporte nacional a las cadenas globales de valor de los sectores implicados. También contempla que el 50% de los suministros en sectores estratégicos sean de origen mexicano y que la mitad de las compras públicas sean de producción nacional. Esto permitiría, según sus cálculos, generar 1,5 millones de empleos adicionales en manufactura especializada y otras áreas clave.
En lo que respecta al proyecto iberoamericano, la preparación de la Cumbre de 2026 se presenta como prioritaria para España. Se trata de crear un marco conceptual e institucional que permita renovar la Comunidad Iberoamericana. La SPT es el marco adecuado para iniciar un proceso de consultas que integre a actores públicos y privados, de toda Iberoamérica. Sin el compromiso de los 22 Estados miembros y de todas las instancias que conforman el universo iberoamericano, el proyecto de Comunidad sería irrealizable. La buena noticia es que prácticamente todos creen que el proyecto mantiene su potencial. Desde su nacimiento, las Cumbres Iberoamericanas, a diferencia de las Cumbres de las Américas, no tienen exclusiones de ningún tipo, no se ha expulsado a ningún país y ninguno ha pedido salir de la Comunidad ni de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). Por si todo esto fuera poco, todos están al corriente en el pago de sus cuotas. Como señaló Felipe VI, se trata de “seguir haciendo Iberoamérica”, con una apuesta estratégica por la latinoamericanización de las Cumbres. Esto implica centrarse, en temas transversales, vitales para los países latinoamericanos y los ibéricos: seguridad ciudadana y combate contra el crimen organizado, productividad, transición verde y digital, y modernización institucional y administrativa. La densidad de la relación entre España y América Latina justifica el esfuerzo.
3. La perspectiva económica: desafíos y oportunidades
Desde la perspectiva económica, partiendo de una razonable estabilidad macroeconómica, hay algunas cuestiones a destacar, que abren oportunidades para la UE y España y también plantean desafíos para 2025. La desinflación se ha consolidado en casi todos los países. Salvo Argentina, Venezuela y Haití, todos terminarán con inflaciones de un dígito. Argentina, tras el severo plan de ajuste iniciado a finales de 2023 por Milei, está en un proceso de desinflación acelerado.
Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la mayoría de los países está embarcada en procesos de consolidación fiscal para enfrentar un entorno de altas tasas de interés, que provocará la estabilización de las ratios de deuda pública en relación al PIB. Los sistemas financieros son sólidos en todos sus indicadores: capital, liquidez, cartera incobrable y rentabilidad. Las reservas internacionales son tres veces la deuda acorto plazo en moneda extranjera, de las más elevadas entre las regiones emergentes.
La solidez macroeconómica de la mayoría de los países no es casual. Responde al esfuerzo acumulado de años, que ha producido un progreso extraordinario de la gestión macroeconómica. De confirmarse el éxito del plan de estabilización en Argentina, la tercera economía regional, ésta podría sumarse al grupo de países con una macroeconomía estable.
Así y todo, las perspectivas de crecimiento siguen siendo anémicas.Las economías regionales ya han cerrado las brechas generadas durante la pandemia y operan a plena capacidad. Sin embargo, según las proyecciones del FMI, las perspectivas de crecimiento para el próximo quinquenio son sólo de un 2,5% anual, insuficiente para absorber las nuevas incorporaciones al mercado laboral, reducir los elevados niveles de pobreza y satisfacer las necesidades de las vulnerables clases medias emergentes, temerosas de perder las conquistas de los últimos 20 años. Tras una década en la que el PIB per cápita ha estado estancado, crecer es el desafío más importante.
La necesidad imperiosa de reactivar el crecimiento será un gran estímulo para atraer inversiones en sectores estratégicos, que permitan diversificar la matriz productiva, especialmente en el marco de la transición verde y digital. Así, las empresas europeas y españolas pueden cumplir un papel fundamental en la integración birregional de las cadenas de valor industriales descarbonizadas aprovechando que la región cuenta con energía renovable abundante y barata
El triunfo de Trump, la mayoría republicana en el Senado y la Cámara de Representantes, una Corte Suprema amigable, un gobierno integrado por figuras leales y comprometidas con su agenda y la experiencia de un segundo mandato que aumentará su ejecutividad y su determinación, auguran cambios significativos y, en muchos casos, hostiles hacia América Latina. Algunos de estos cambios son particularmente sensibles para la región y ofrecen la oportunidad a la UE y a España de ocupar, desde un lugar de privilegio, los distintos espacios que se abran como resultado.
Desde el punto de vista económico, tres son las áreas relevantes (inmigración, comercio e inversiones), con potenciales repercusiones para España.
3.1. Inmigración
Trump anunció la aplicación de políticas antiinmigratorias, incluyendo deportaciones masivas de inmigrantes ilegales. Lo ocurrido con Colombia, y la reacción más temperamental que política de Petro, a diferencia de Scheinbaum, le permitieron a Trump enviar un fuerte mensaje a toda la región.
Éste también anunció controles fronterizos más estrictos y el envío de tropas a la frontera, la ampliación de las políticas que obligan a los solicitantes de asilo a esperar en México las audiencias con las autoridades estadounidenses. Estas medidas afectarán principalmente, aunque no sólo, a México y a los países centroamericanos. De los 11 millones de residentes ilegales en EEUU, más de cuatro son mexicanos y dos centroamericanos. También hay cerca de 800.000 sudamericanos y 400.000 caribeños. A su vez, las cuantiosas remesas dirigidas a México y América Central podrían verse afectadas negativamente por políticas de inmigración más estrictas. Sus primeros efectos se sentirían en México, que recibe el mayor volumen de remesas estadounidenses, unos 60.000 millones de dólares anuales, casi el 4% del PIB mexicano, y en América Central y el Caribe. Allí las remesas son fundamentales: Nicaragua recibe remesas equivalentes al 28% del PIB, Honduras el 26%, El Salvador el 24%, Guatemala el 20%, Haití el 18% y Jamaica el 17%.
Pese a la inviabilidad técnica y económica de su propuesta, la nueva Administración busca una mayor implicación latinoamericana en la contención de los flujos migratorios. De hecho, el “zar de la frontera”, Tom Homan, habría dicho en privado a legisladores republicanos que moderen sus expectativas sobre la deportación inicial dados los recursos limitados con los que cuentan. EEUU carece de la infraestructura necesaria para expulsar a millones de emigrantes ilegales de una tacada, lo que además supondría un coste elevado. Según una estimación del Consejo Estadounidense de Inmigración, deportar anualmente a un millón de personas supondría unos 88.000 millones anuales, que en 10 años alcanzarían 960.000 millones.
Si a esto le sumamos el magro crecimiento económico esperado en la región, es probable que los flujos migratorios de América Latina a la UE (y en particular a España) experimenten un crecimiento significativo. Todo indica que en 2025 también habrá un incremento considerable de la salida de migrantes de Cuba y Venezuela por la crisis económica que aqueja a estos países. En tanto la inmigración latinoamericana es culturalmente afín y ofrece menos resistencias políticas y sociales, estas corrientes podrían aprovecharse productivamente por los países de la UE que suelen necesitarlas.
3.2. Comercio
Trump anunció su intención de imponer aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá como forma de presionar a sus vecinos a tomar medidas para contener los flujos migratorios y el tráfico de fentanilo a través de las fronteras. La agenda de America First puede llevar también a renegociar los acuerdos comerciales con México (y Canadá), Colombia, Chile, Perú, Ecuador, América Central y República Dominica (DR-CAFTA), en condiciones menos ventajosas. Esto podría perturbar los flujos comerciales, afectando especialmente a las economías fuertemente dependientes del mercado de estadounidense.
Esta posibilidad abre oportunidades comerciales para la UE, que tiene acuerdos de asociación y/o de libre comercio con México, Colombia, Chile, Perú, Ecuador, América Central y el CARIFORUM. Para capitalizarlas es indispensable la ratificación por el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo del acuerdo de asociación UE-Mercosur y del acuerdo de modernización UE-México. El papel de España ha de ser tan determinante en la ratificación de estos acuerdos comerciales como lo fue para cerrar su negociación.[2] El cierre de la negociación en torno a la actualización del Tratado México UE es una señal muy importante en este camino.
Para el Mercosur, México y para toda América Latina, estos son acuerdos estratégicos ante las incertidumbres emanadas de EEUU. Para la UE, es la posibilidad de transformarse en el jugador dominante en la región. De ratificarse, la UE tendría acuerdos con el 95% del PIB de América Latina, comparado con el 44% de EEUU y el 14% de China, y sería la potencia con mayor presencia y vínculos más profundos en la región. Una asociación de este tipo tendría enormes beneficios mutuos. Las economías de la UE y América Latina son complementarias. América Latina posee abundantes recursos energéticos y minerales, capacidad de producir energía limpia y alimentos ecológicos a gran escala. La UE puede aportar capital, tecnología de vanguardia y el know-how indispensable para contribuir a reactivar la inversión y el crecimiento en la región.
3.3. Inversión
La competencia estratégica y el posible aumento de las hostilidades con China, llevará a EEUU a presionar más a los países latinoamericanos para que obstaculicen las inversiones chinas en infraestructuras físicas y tecnológicas críticas (puertos, redes 5G, energía), haciendo hincapié en soluciones basadas en sus propias empresas. Un ejemplo reciente ilustra estas tensiones potenciales. Desde el Partido Republicano se ha planteado un gravamen oneroso a las importaciones de todos los productos que pasen por el megapuerto peruano de Chancay. Este proyecto, desarrollado por la empresa estatal china COSCO Shipping, asociada a la peruana Volcán Compañía Minera, forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Este tipo de situaciones obligará a los gobiernos de la región a lidiar con los intereses contrapuestos de EEUU y China en materia de inversiones y puede abrir excelentes oportunidades a las empresas europeas. Un menor énfasis de la Administración Trump en el cambio climático podría restar prioridad a los proyectos de energías renovables, abriendo el camino al Global Gateway con proyectos orientados, entre otros, a la transición verde, uno de sus ejes prioritarios.[3]
Las opciones de la UE son importantes. En 2023, España fue el segundo inversor individual en la región (11% del total) y su IED supuso el 52% del total europeo. La UE es el tercer socio comercial de América Latina y el principal contribuyente de la cooperación al desarrollo. El comercio bilateral ha crecido un 39% en los últimos 10 años. Gracias a los 693.000 millones de euros de inversión acumulada en 2022, la UE es el primer inversor extranjero, con una inversión total equiparable a la inversión europea en China, la India, Japón y Rusia juntas. A esto se añade la iniciativa Global Gateway, que supone una inversión de 45.000 millones de euros hasta 2027.
Conclusiones
En 2025, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el recrudecimiento de la tensión entre EEUU y algunos países latinoamericanos abre una ventana de oportunidad para que España y la UE se alcen como alternativa confiable y como aliado estratégico de la región. La presencia española y europea se desplegará en diversos escenarios, a partir de la realización de la Cumbre UE-CELAC, en 2025, y la Iberoamericana, en 2026.
La alianza estratégica birregional, ante el despliegue de EEUU y de China, puede profundizarse con la ratificación de dos importantes acuerdos de asociación (UE-Mercosur y UE-México), fundamentales no sólo como una estrategia comercial, sino como un mensaje político. También será importante el impulso a las inversiones españolas y europeas en sectores estratégicos, como las materias primas críticas, las energías renovables y las cadenas industriales descarbonizadas aprovechando iniciativas como el Global Gateway.
Frente a expansión china y el unilateralismo de Trump, España y la UE apuestan por una relación más simétrica, centrada en la defensa de valores compartidos (multilateralismo y democracia) y en una visión común del comercio (basado en reglas) y en el desarrollo sostenible. La UE y España podrían ser los socios que permitan a América Latina no sólo diversificar sus vínculos geopolíticos, económicos y comerciales, sino también facilitar la sofisticación de su matriz productiva y exportadora.
En este contexto, la Cumbre Iberoamericana a celebrarse en España en 2026 debe ser un punto de inflexión para revitalizar el proyecto iberoamericano y demostrar que España sigue siendo el socio estratégico que la región necesita como puente indispensable entre Europa y América Latina, consolidando su liderazgo y reafirmando su compromiso latinoamericano.
[1] Este análisis tiene su origen en el capítulo del Policy paper del Real Instituto Elcano, “España en el mundo en 2025: perspectivas y desafíos”.
[2] El acuerdo comercial fue separado de las otras dos partes del Tratado de Asociación (que incluye además el diálogo político y la cooperación), permitiendo que las disposiciones comerciales puedan ser ratificadas únicamente por las instituciones de la UE, mientras que las otras seguirían necesitando la aprobación de los parlamentos nacionales.
[3] También vale la pena resaltar que algunas políticas de la Administración podrían tener efectos positivos en América Latina. Entre ellas, el impulso para trasladar cadenas de suministro más cerca de su territorio beneficiaría a México y América Central, atrayendo inversiones en manufacturas y producción de bajo coste. Como proveedor alternativo de recursos naturales y materias primas, América Latina podría aprovechar su posición para negociar mejores condiciones de acceso al mercado estadounidense, especialmente en minerales críticos para las industrias tecnológicas y de defensa. Los gobiernos afines ideológicamente a Trump, como Argentina y El Salvador, podrían beneficiarse. Milei ha planteado un posible acuerdo bilateral de comercio con EEUU y espera un respaldo político en la negociación con el FMI en pos de un nuevo acuerdo.