[SÃO PAULO] Ratas, gatos domésticos y lagartos se han convertido en las principales amenazas para la fauna endémica del archipiélago de Fernando de Noronha, situado en el océano Atlántico, a 350 kilómetros de la costa brasileña, un área de protección ambiental con numerosas plantas y animales que existen únicamente allí.
Todas esas especies son invasoras y están afectando la diversidad genética local e incluso la polinización de las flores, concluye un equipo de investigadores brasileños que revisó la literatura especializada y entrevistó a expertos para evaluar los principales impactos de esos animales sobre los servicios ecosistémicos del archipiélago. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista científica Ecosystem Services.
“Nuestro estudio brinda apoyo a la gestión ambiental del archipiélago y destaca que las estrategias de control de estas especies deben implementarse de manera integrada, considerando tanto la conservación de la biodiversidad como las percepciones de la comunidad local”.
Guilherme Tavares Nunes, Universidad Federal de Rio Grande do Sul
Las especies exóticas invasoras son plantas y animales introducidos de manera intencional o accidental en un lugar fuera de su área de distribución natural. Se reproducen con facilidad, al punto de poner en riesgo la supervivencia de las especies locales.
La proliferación de esas especies es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo, pero suele mencionarse menos que otros factores, como el cambio climático y la pérdida de hábitats, señaló a SciDev.Net Ricardo Araújo, analista ambiental y jefe de investigación del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) en Noronha.
Él no fue parte del equipo de investigación, pero señala que “estudios como el publicado en Ecosystem Services son importantes para arrojar luz sobre este problema”.
El biólogo Guilherme Tavares Nunes, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y uno de los autores del estudio, explica que el turismo es una actividad socioeconómica importante en Fernando de Noronha, impulsada sobre todo por el turismo de sol y playa y la observación de la vida silvestre, “la cual está en riesgo considerable en el escenario actual”.
Las autoridades brasileñas han fijado un límite máximo de 132 mil visitantes anuales a Noronha, 11 mil al mes. Desde 2022, también se prohíbe que los turistas lleven cualquier tipo de animal domestico o exótico al archipiélago.
Los retos enfrentados en Noronha son los mismos que confrontan otros entornos insulares. Dado que la distribución global de especies exóticas invasoras refleja procesos históricos de colonización y desarrollo económico, las pequeñas islas tropicales se encuentran entre los principales receptores de especies invasoras, señalan los autores.
La rata negra llegó a Noronha en los barcos de exploradores europeos y actualmente está presente en casi todas las islas del archipiélago. Crédito de la imagen: Cortesía de Taysa Rocha para SciDev.Net
Los problemas con ratas y gatos son los más comunes. Es el caso de la isla de Pequeña Caimán, ubicada en las Islas Caimán, un territorio de ultramar del Reino Unido en el Caribe, donde los científicos consideran la situación “urgente”. La isla está invadida por una gran cantidad de gatos ferales, que están diezmando la fauna nativa, incluyendo el piquero patirrojo (Sula sula) y el alcatraz pardo (Sula leucogaster).
En Noronha, una especie invasora que ha causado estragos es la rata negra (Rattus rattus). Se cree que llegó a bordo de las embarcaciones de los primeros exploradores europeos. En poco tiempo, se extendió por las islas del archipiélago, incluso por las más aisladas y sin actividad humana. Se estima que su población alcanza actualmente decenas de miles.
Esos animales se alimentan de verduras, frutas y cereales, pero también de huevos y polluelos de aves marinas que utilizan la isla para descansar, alimentarse y reproducirse. “Algunas están en riesgo de extinción, como el piquero patirrojo, el rabijunco etéreo [Phaethon aethereus] y el fiofío de Noronha [Elaenia ridleyana]”, dice Nunes a SciDev.Net.
Para remediar este problema, en 2018 el ICMBio Noronha llevó a cabo un proyecto piloto en colaboración con la ONG ambiental WWF-Brasil, en una isla deshabitada del archipiélago: la Isla del Medio, usando un anticoagulante específico para ratas.
La iniciativa fue exitosa y sirvió de modelo para aplicar la misma estrategia en el archipiélago de Abrolhos, compuesto por cinco islas en el sur de Bahia. “Creemos que este modelo pueda ser usado en otras islas o archipiélagos en el mundo”, dice Nunes.
Otro depredador abundante en la isla es el lagarto teiú (Salvator merianae). Se alimenta de varias especies nativas, incluidos huevos y crías de tortugas marinas. Los informes sobre su llegada al archipiélago son contradictorios, pero se sabe que lleva allí al menos 100 años. Se estima que su población en la isla principal oscila entre 7.000 y 12.000 individuos.
El lagarto teiú se alimenta de especies nativas, incluidos huevos y crías de tortugas marinas. Crédito de la imagen: ICMBio Noronha.
Pero son los gatos (Felis catus) quienes han causado los mayores impactos. Traídos al archipiélago por los habitantes locales para controlar las poblaciones de ratas, estos animales comenzaron a reproducirse sin control. “Se estima que existan 1.287 gatos en la isla principal, de los cuales alrededor de 439 son salvajes”, señala Nunes.
Tras analizar la dieta de estos animales, los investigadores constataron que los gatos se están alimentando de aves marinas y de un pequeño lagarto conocido como mabuya (Trachylepis atlantica), endémico del archipiélago.
“La mabuya se alimenta de larvas de insectos, hormigas y restos de alimentos humanos, y también de néctar y flores, por lo que actúa como un importante polinizador y dispersor de semillas, contribuyendo a la reproducción de las plantas y al equilibrio de los ecosistemas locales”, dice Nunes a SciDev.Net. “Hoy, casi no se ve este lagarto en la isla”.
El análisis de heces e isótopos estables (formas variadas de átomos cuya composición no cambia con el tiempo) de los gatos del archipiélago también reveló que muchos portan una cepa de Toxoplasma casi inexistente en el resto de Brasil, “por lo que estos animales también representan un grave problema de salud pública”, añade el investigador.
Los gatos salvajes viven en el bosque y es muy difícil capturarlos y erradicarlos. Para los domésticos, se han adoptado una serie de medidas. Crédito de la imagen: ICMBio Noronha.
Para controlarlos, la salida ha sido la castración y la introducción de un microchip de identificación en los gatos domésticos y aquellos sin dueños capturados en las calles. Estos últimos son llevados a un refugio para adopción o para ser sacrificados si nadie los adopta.
Los gatos domésticos encontrados nuevamente en las calles también son llevados a refugios y sus dueños multados con un valor entre 20 y 30 por ciento de un salario mínimo (R$ 1.509,00, aproximadamente US$ 261). Paralelamente se realizan charlas de concientización para la población local, incluyendo escuelas, y los turistas.
El problema sigue siendo los felinos salvajes. “La solución sería la eutanasia, pero la idea enfrenta resistencia de los moradores locales, además que es muy difícil conseguir capturarlos en el bosque”, señala Araújo.
Según él, la solución más efectiva sería enviar al ejército para cazar y eliminarlos, lo que ya se ha hecho antes. En la isla de Trindade, a 1.167 km de la costa de Espírito Santo, alrededor de 800 cabras fueron fusiladas por el personal militar de la Armada, que administra la isla, en una operación que se inició en 1994.
Estos animales habían sido introducidos en la región hace más de 300 años. Sin depredadores naturales, se reprodujeron descontroladamente, consumiendo toda la vegetación, afectando los cursos de agua y la fauna local, como las tortugas marinas, cuyos huevos también se comían. La última cabra fue eliminada en 2005.
Se estima que en Brasil hay 476 especies exóticas invasoras, según un informe temático publicado a principios de 2024 por la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos.
“Nuestro estudio brinda apoyo a la gestión ambiental del archipiélago y destaca que las estrategias de control de estas especies deben implementarse de manera integrada, considerando tanto la conservación de la biodiversidad como las percepciones de la comunidad local”, agrega Nunes.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net