En la mañana de este miércoles, Julieta Prandi bajó de la camioneta junto a sus abogados, en la puerta del Tribunal Oral N°2 de Campana. Con el rostro serio y los ojos visiblemente hinchados por el llanto, la modelo y conductora dio sus primeras palabras antes del comienzo del juicio contra su exmarido, Claudio Contardi, acusado de ejercer violencia física, verbal, económica y hasta de haberla abusado sexualmente durante años.
“Estoy entre aliviada y angustiada al mismo tiempo”, comenzó diciendo Julieta en una comunicación en vivo con Desayuno Americano, el ciclo que conduce Pamela David por América TV. “Confío en el trabajo de mis abogados, Javier Baños y el equipo de Fernando Burlando, pero más espero que los jueces escuchen la verdad, ni más ni menos, y que hagan justicia. Ya fue mucha la agonía y la espera. Muchos años de apelaciones, de burocracia, que no se la deseo a ninguna víctima”, expresó con la voz quebrada.
En la puerta del tribunal, rodeada de periodistas y cámaras, Julieta respiró profundo antes de continuar. “Estoy aliviada y angustiada, pero con la necesidad de hablar. Es el fin, ya. Es horrible, pero es muy necesario y se esperó mucho tiempo a que llegara este momento. Que finalmente la Justicia escuche, que dé lugar y haga justicia de una vez”, enfatizó.
“Confío en la Justicia. Confío en mis abogados. Confío en Javier, en el equipo de Burlando y confío en que los jueces van a escuchar la verdad y van a hacer su trabajo”, insistió Prandi, mientras algunos presentes no lograban contener la emoción al verla.

En las últimas horas, la defensa de Contardi había presentado un pedido de nulidad del juicio, un intento desesperado que Julieta no dejó pasar por alto: “De esa persona, si se la puede llamar persona, espero cualquier cosa. Por eso tomé medidas de seguridad para mí y para mi familia”.
“Me fui de mi casa amenazada de muerte”, relató con crudeza. “Pasé años de violencia psicológica, física, verbal, sexual… Es muy largo y es muy oscuro todo lo que viví. Pero estoy acá, parada, porque me preparé con amor. Con mis hijos, con mi pareja Emanuel (Ortega), con mi familia, mis padres, mi hermana que acaba de aterrizar de Chile para estar conmigo, con mis abogados, con la gente que me quiere, mis amigos, que van a dar testimonio también”, añadió, esperanzada.
Julieta se mostró firme, pero dejó en claro las secuelas: “Estoy fuerte y lista, lo que no quiere decir que yo no esté rota, porque a mí ya me rompieron. Pero eso no quiere decir que no voy a buscar y encontrar justicia”.
Los últimos meses, confesó, fueron de mucha terapia y contención: “Fueron de mucho tratamiento, con psiquiatra, psicólogo, medicación, contención. Pero me levanté y acá estoy. No me voy a quedar callada”.

Sobre la importancia de visibilizar su historia, Prandi fue contundente: “Ojalá ya estemos en camino a que deje de haber tantos pasos para que una víctima pueda contar su historia y recibir justicia. Porque son demasiados los pasos que tenemos que soportar: la espera, la revictimización, volver a contar, pasar por pericias, mientras el victimario tiene el derecho y la garantía de decir ‘No, yo no declaro’, ‘No, yo no me hago pericias’. Eso tiene que cambiar”.
Al hablar de sus hijos, la emoción fue inevitable. “Mis hijos están muy bien. El más grande hoy siente orgullo. El más chiquito comprende y está contento de que yo finalmente pueda hablar, pero no deja de ser algo que los moviliza muchísimo. Hace años que no lo ven y no lo quieren ver. Le tienen terror”, confesó sobre su ex.
“Voy a contar todo lo que tengo que contar. Siento que es inabarcable. Son muchos años. En la literalidad de la palabra esclava con una cadena y un candado, no estuve. Pero es lo único que me faltó”, relató Julieta, conmovida.
Antes de ingresar al edificio judicial, cerró con una frase que dejó en silencio a todos: “Creo que va a ir preso. No tengo duda. No sé si son otros tiempos. Tengo la esperanza de que sí. De que empecemos a abrir un poquito esa puerta, porque las mujeres tenemos todas las de perder en esto. A las que nos matan es a nosotras”.