Andrew y su grupo amanecen relajados, sin prisas. Después del desayuno bajarán hasta Espot y finiquitarán su Carros de Foc. Este guía de Birmingham se trasladó hace años a un pueblecito del Pallars Jussà, a Llimiana, la base de operaciones de la agencia de trekkings y viajes de aventura que regenta con su pareja, Vanessa. Tras una larga etapa en la ciudad británica, la familia de Vanessa regresó a sus orígenes, a Catalunya, y Andrew se sumó. Hoy es un día feliz para él, para Shahina y para sus compañeros por conseguir acabar una ruta que los ha puesto a prueba. Todos emprenden la marcha poco después de la llegada al refugio de Eric Serratosa a bordo de un 4×4 cargado con provisiones. Eric y su padre, Xavier, son los guardas del Josep Maria Blanc.

Tercera etapa
LV
Cuando Eric nació, hace 27 años, su padre ya llevaba nueve en el Josep Maria Blanc. “De pequeño venía todos los veranos y ahora aquí está mi trabajo”, explica mientras descarga cajas de fruta y de hortalizas, latas, barriles de cerveza y productos de limpieza. De vuelta a Espot se lleva en cada viaje 60 kilos de basura.
Una bandera palestina luce en el comedor de Amitges para mostrar la repulsa por el genocidio
El refugio está rodeado de agua en un enclave de postal, en una suerte de península del lago Tort de Peguera, conectado con el Trullo y colindante con el Negre de Peguera. Sus 65 plazas están al 100%; la mayoría ocupadas por personas que realizan la Carros de Foc. Muchas son extranjeras.

El refugio está en una península del lago Tort de Peguera
Josep Cubí
Empiezo a andar en esta cuarta etapa y, al poco rato, Eric levanta el brazo y señala hacia una montaña. “Allí al fondo, entre las cimas del Muntanyó y de La Mainera, cayó en 1943 un avión alemán de la Segunda Guerra Mundial, ahora ya queda poca cosa, pero hasta no hace tanto se encontraban restos del aparato. La zona del accidente se bautizó como Cresta de l’Avió”, relata. Los tripulantes se lanzaron en paracaídas al detectar una avería y la aeronave siguió sin control hasta que se estrelló a 2.700 metros de altura, según consta en el libro Avions alemanys caiguts al Pallars Sobirá durant la II Guerra Mundial , de Josep Pla.

Descenso por el collado de Monestero
R.M. Bosch
Eric me acompaña hasta poco antes de la subida al collado de Monestero, a 2.716 metros, entre el pico del mismo nombre y el de Peguera. El ascenso es plácido; el descenso, harina de otro costal. Arriba descansa una familia de La Fuliola (Urgell). “Somos 22 personas entre hermanos, hijos, sobrinos… Cada año nos juntamos para hacer una etapa de Carros de Foc y reservamos con mucha antelación, es difícil encontrar sitio”, dicen. Unos se han animado a coronar la cima del Monestero, otros bajan lentamente por un resbaladizo terreno de piedras sueltas. Hoy tocan unos 2.000 metros de desnivel, la mitad positivos y la mitad negativos, en una jornada que pasa por los parajes más concurridos del parque nacional, el lago de Sant Maurici con Els Encantats. Esta es la principal vía de entrada al espacio protegido.
Necesaria parada en el refugio Ernest Mallafré para un tentempié y cuesta arriba hasta el de Amitges por un delicioso sendero. Aquí se mezclan turistas que han subido en taxi todoterreno, escaladores que buscan vías técnicas y excursionistas de la Transpirenaica o de la Carros de Foc.

Perspectiva de Els Encantats
R.M. Bosch
Deseando ya llegar a Amitges por el camino me parece oír a alguien que anuncia a sus acompañantes: “Esta noche habrá cacería de isards (rebecos)”. Pregunto y me corrige: “No, no, he dicho cacería de vivacs”. Agentes rurales salen periódicamente a patrullar para controlar que nadie acampe, una de las actividades prohibidas en el parque nacional igual que bañarse en ríos o en algunos de los más de 200 lagos. La medida disgusta a algunos excursionistas que realizan largas travesías, como la Transpirenaica a través del GR-11, con todo a cuestas.
A media tarde la terraza del refugio de Amitges está a rebosar. “Israelitas y franceses se han encaprichado con el parque nacional”, comenta Valentí Sagristà, guarda de 1986 al 2021; actualmente está al frente su hijo, Roc, que se está recuperando de una lesión. Las estadísticas de la Generalitat confirman que del total de visitantes extranjeros los de Israel representan el 22%, la segunda nacionalidad después de los de Francia (28%).

Roc Sagristà, en el Bassiero, cerca del refugio
Cedida
Una bandera palestina luce en el comedor para expresar la repulsa por el genocidio. La mayoría de israelitas no dicen nada, otros preguntan porqué la han colgado y una minoría exige que la quiten. Roc considera que no pueden mostrarse indiferentes ante tantísimo sufrimiento, hambre y muertes. “Mi intención no es discriminar a nadie por su procedencia, no prohibimos la entrada a los israelitas, pero no queremos tener tratos comerciales con agencias de ese país”, explica. La mayoría van por libre, destinan tres o cuatro días a realizar parte de Carros de Foc, en un destino que aprecian por su seguridad y belleza. “Yo les sirvo la cena con un pin de la bandera palestina para que vean que no somos insensibles y que queremos la paz”, deja claro una de las trabajadoras, Ares.

La bandera palestina, en el acceso al comedor del Amitges
R.M. Bosch
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La tentación es grande, pero no te zambullas
3
El Everest de Shahina en los Pirineos