Después de la frenética hora del desayuno, Roger López de Haro me cuenta sus planes futuros en este refugio de la Val d’Aran, un enclave con muchos atractivos para alpinistas y esquiadores, además del numeroso público de la Carros de Foc. Ayer comentaba que el secreto es “no morir de éxito” y que su objetivo es reducir el número de plazas de 60 a 50 y ofrecer así más confort a sus huéspedes. Para compensar la disminución de camas plantea alargar el calendario de apertura del refugio con más actividades, como cursos de escalada o jornadas de yoga. Ahora la temporada va del 1 de junio al 15 de octubre, además de los meses de esquí, de febrero a abril.

Quinta etapa
LV
También en Colomers muestran su repulsa por la cruel masacre perpetrada por Israel. En la entrada, un cartel con una reinterpretación del Guernica reza Genocide isn’t self-defense dejando claro que nadie se debería mostrar indiferente ante las decenas de miles de muertes en Gaza. Desolados por tanto terror, algunos excursionistas expresan reparos a compartir mesa con israelitas.

Anochecer desde el refugio de Colomers
R.M. Bosch
También los refugios de Colomers y Ventosa muestran su repulsa por el genocidio palestino
Hoy, 12 de julio, el parte meteorológico anuncia lluvia intensa a partir de las 11, motivo que justifica ir directamente al Ventosa i Calvell, sin pasar por La Restanca, que esta semana ha vuelto a abrir tras casi un año sin guardas. Roger sugiere seguir el GR 11-18 hasta el puerto de Caldes y allí tomar un camino a la izquierda que baja hasta los lagos de Travessany, casi a tiro de piedra del destino final.
A punto de salir, Antónios, el viajero de Creta, y su hijo, Daniel, de seis años, me gritan “¡Stop, stop!”. Anoche, decidieron que hoy bajarían hasta Salardú y buscarían otro lugar de los Pirineos donde estuviera permitido acampar. Pero hoy ha cambiado de planes. Antónios llegó a Espot cargado con una enorme mochila con tienda, sacos de dormir, hornillo, ropa y comida para diez o doce días con la intención de dar la vuelta al parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, sin saber que aquí está prohibido dormir al raso. Ayer dijo que abandonaban, pero esta mañana ha decidido seguir un día más. “A Daniel le gusta mucho esto, así que hoy también iremos al Ventosa”, comenta. Le advierto de que lloverá, pero responde que van preparados y que están acostumbrados a andar por la montaña.

Desapacible etapa de Colomers al Ventosa
R.M. Bosch
Roger llama al Ventosa para cerciorarse de que tendrán cama y empiezo a andar con padre e hijo detrás. Al poco rato me dice que avance, que se ha descargado la ruta en su móvil y que irán a un ritmo más pausado.
Antónios ha despertado la simpatía de otros excursionistas, que lo ven apurado cuidando solo a su hijo. Cuenta que su mujer y él lo adoptaron en Uganda, donde vivieron casi dos años para completar todo el proceso legal. “Yo me tomé una excedencia, trabajo para el Gobierno en tema de seguros agrarios”, explica.
La niebla nubla el horizonte y la lluvia estalla antes de lo previsto. A las 10, después de bajar del puerto de Caldes, cae un violento chaparrón, con granizo incluido. El viento lo complica todo y colocarse la capelina se demora más de lo normal. Voy tirando lo más rápido que puedo junto con otro excursionista que hoy también acaba la Carros de Foc, Josep, un ingeniero agrícola del Ripollès con el que he coincidido en las etapas previas. Antes de las 11, en poco más de dos horas y media, vemos el Ventosa. También han colgado una bandera palestina como símbolo contra la barbarie.

Lluvia, niebla y carteles indicadores en el suelo tras el puerto de Caldes
R.M. Bosch
Es pronto y decido esperar un rato a bajar hasta la presa de Cavallers, donde estacioné el coche hace cinco días. Quiero cerciorarme que Antónios y su hijo acaban bien. También ver si la familia Van den Berg, Thys, Micke y sus tres niños, culminan la segunda etapa de la Carros de Foc.
Los que van llegando comentan que el puerto de Caldes es el último lugar donde han visto a Antónios y a Daniel. Sí aparecen Thys y los dos hijos mayores. Micke y la pequeña Hanna, de cinco años, avanzan más lentamente. Preocupados por la tardanza, Belén Ortiz, guarda con Miquel Sánchez, llama al refugio de La Restanca por si los han visto. La ruta más corta, la que he hecho yo, la acaban en menos de dos horas los más veloces, y como mucho en cuatro, los más tranquilos. Pero ya son las 12:15 y siguen sin aparecer.

Micke Van den Berg, con sus dos hijos mayores, la pequeña Hanna y Daniel, tras llegar al Ventosa
R.M. Bosch
A las 13:15, vemos a Micke, visiblemente cansada, con Hanna, aparentemente fresca como una rosa. Y detrás finalmente asoman Antónios y Daniel. Al llegar al puerto de Caldes tomaron el camino equivocado, en dirección a La Restanca. Cuando se percataron retrocedieron. Antónios ha comprobado que la Carros de Foc no es un juego de niños y anuncia que da por acabada la ruta, que mañana buscará otro destino en los Pirineos. Los Van den Berg, una familia de acero, se sientan en el comedor, saborean unos embutidos y analizan la etapa de mañana hasta el refugio de Estany Llong, con el escollo del collado de Contraix. ¿Lo conseguirán?
Lea los anteriores capítulos
1
Sopa de espirulina y xarel·lo antes del Contraix
2
La tentación es grande, pero no te zambullas
3
El Everest de Shahina en los Pirineos
4
¿Esta noche cacería de rebecos? No, de vivacs
5
El peregrinaje del sufrido Pim