El partido debía recuperar el perfil opositor, pero los resultados fueron los propios de un espacio testimonial. Las miradas se posan sobre quienes fogonearon la intervención y quieren revalidar sus bancas nacionales en las legislativas de octubre.
Las expectativas que había generado la intervención del PJ Salta se multiplicaron cuando los interventores designados por CFK –Sergio Berni y María Alonso– declararon que no venían a subsanar cuestiones financieras, sino a “reorganizar un partido que, por los últimos resultados y sus acciones, está más cerca de nuestros enemigos que de nuestra doctrina”. La frase fue celebrada por quienes exigían una abierta oposición a Milei, denunciaban el colaboracionismo de los diputados saencistas con la Casa Rosada y reivindicaban el rol opositor del diputado nacional Emiliano Estrada y el senador Sergio Leavy, identificados como los impulsores de la intervención.
Las expectativas se pincharon pronto. Empezó cuando constituyeron el Frente Justicialista Salteño con el Partido de la Victoria más un puñado de fuerzas acostumbradas a protagonizar elecciones testimoniales. Siguió cuando se supo que el histórico partido no presentaba lista en ningún punto de la provincia, algo inédito desde 1983 y que varios endilgaban a Estrada por desconocer cómo llenar los casilleros ante la masiva migración de la dirigencia al frente que confirmaba Sáenz. Las internas irresolubles hicieron el resto. Dos listas a diputados en la capital y seis de concejales que sólo podían depender de un milagro para llegar al 5 por ciento necesario para acceder a una banca.
El milagro no ocurrió en la capital. Tampoco en los sesenta municipios. No hay un diputado ni concejal que represente a ese frente en toda la provincia. Síntesis: la estrategia de la intervención no dio resultado. En la capital salteña las cifras alcanzadas fueron abiertamente testimoniales: las dos listas de diputados cosecharon 16 mil votos, 13 mil menos que lo reunido por las distintas variantes del trotskismo, que juntaron 29 mil.
El fracaso salpica a la propia Cristina Fernández. Varios medios nacionales lo destacaron del siguiente modo: “Cristina Kirchner fue una de las grandes derrotadas de este domingo por el catastrófico resultado del peronismo en Salta y Jujuy, que la presidenta del PJ nacional tiene intervenidos con incondicionales que terminaron dinamitando los armados”. Dirigentes de distritos claves, como el bonaerense, también se refirieron al asunto. Carlos Bianco, ministro de Gobierno de Axel Kicillof, lamentó los resultados en Salta, Chaco y Jujuy del espacio que lidera Cristina. “No han sido buenos… no tengo mucho más para decir”, afirmó.
Fuentes confiables aseguran que la propia Cristina expone en privado la bronca que no explicita en público. Tiene sentido. Es ella la que queda expuesta en la provincia y en el país. Por ello exige identificar responsables. Para el caso salteño, los señalados son Emiliano Estrada y Sergio Leavy. Ambos buscan renovar sus bancas en el parlamento nacional y habrían impulsado la intervención del peronismo salteño como movimiento clave para representar al espacio en las elecciones de octubre. Como buenos peronistas deberían saber que en esa fuerza sólo hay garantías de “dedazo” cuando ganan. Eso no ha pasado y algunos aventuran que ya están fuera de carrera para octubre. Habrá que esperar.