Letras líquidas
Una oportunidad crucial para dos regiones unidas por lazos de generaciones a través de la que crecer, reconectar y reencontrarse en plena reconfiguración global
Consideraba García Márquez que la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 representó el encuentro entre dos etapas diferentes de la humanidad. Uno de esos cruces de la historia en los que la combinación y la mezcla impulsan el avance y el desarrollo pese a las disfunciones y desencajes que puedan producirse en los comienzos. Quizá no estemos en un momento de la magnitud de aquel, claro, pero los acontecimientos, en ocasiones, miran atrás, riman con otros anteriores y los paralelismos se evidencian solos, tanto que ahora el «homo digitalis» que somos se dispone a entrar en el segundo cuarto del siglo XXI como lanzándose a un abismo, que probablemente sean dos: el tecnológico y el geopolítico. Y tan conectados ambos que en el nuevo orden mundial los Estados compiten con redes y emporios virtuales que manejan los hilos de la actualidad y casi de la realidad.
Como rebelándose contra la mitad de la centuria anterior en que Occidente fue consciente de la necesidad de tejer alianzas que armaran una paz duradera, las placas tectónicas de la política internacional actual se mueven recolocando actores y pasando de aquellas colaboraciones supranacionales de integración para aspirar, algunos, a los imperialismos del XIX. Como esquivando los avances pos Segunda Guerra Mundial. El empeño de Donald Trump en romper con el «statu quo» moderno (ay, Fukuyama y su fin de la historia) puede devolvernos a tiempos pasados y acabar con la tradición democrática de Estados Unidos en ese afán enloquecido por competir con una Rusia inalcanzable en su condición autoritaria. La ruptura con Europa, tras las varias diatribas de Vance, la premura en desasistir a Ucrania y el empeño en el desafío a China, vía aranceles o militarización en Asia-Pacífico, alteran de tal forma las líneas geoestratégicas que enlazan al mundo que dejan una vía abierta a Europa, siempre en sus eternas crisis y siempre en construcción, para rescatar conexiones, éstas sí, de raíces históricas y liberales.
A pocos meses de que se celebre la IV Cumbre CELAC-UE el próximo noviembre en Colombia, tal y como se anunció en el VIII Congreso Internacional de Editores de Medios Europa-América Latina y Caribe, el «momentum» ha llegado. Una oportunidad crucial para dos regiones unidas por lazos de generaciones a través de la que crecer, reconectar y reencontrarse en plena reconfiguración global. Y esa metamorfosis invita a Europa a mirar al oeste, más allá del Atlántico, hacia América Latina y el Caribe.
