Evitta Luna tiene el pantalón desprendido porque almorzó tres milanesas. Se afloja el cinturón, se acomoda y se deja caer en uno de los sillones de descanso del set de Bake Off: Famosos, el reality que Canal 4 estrenará en setiembre. La actriz, influencer y streamer es una de las participantes de esta edición. Y el desparpajo, la improvisación y el humor de Evitta Luna, van a estar presentes. Es el final de la pausa del almuerzo y la artista oriunda de Piedras Blancas recibe a Sábado Show así, con el botón abierto. “Es que no puedo más”, dice entre risas la actriz surgida en las redes sociales que vive un presente tan intenso como variado, con exitosos programas de streaming, obras en distintos escenarios del mundo, y ahora como pastelera en la televisión uruguaya.
En esta charla con Sábado Show, Evitta Luna habla de su presente, como parte del ciclo Soñé que volaba en el canal Olga, la obra de teatro que la ha llevado por el mundo, el desafío pastelero de la televisión y su nuevo amor: el cine.
Motivos para conversar con la uruguaya que triunfa en Argentina, España y las redes sociales no faltan. Comenzó a hacer videos en 2017 y, en 2020, con la pandemia, empezó a crear contenido con más frecuencia. Pocos meses después, uno de sus clips se volvió viral. El salto fue inmediato: superó los dos millones de seguidores en TikTok, creó un espectáculo –Pará desquiciada– que pasó por la Sala Lazaroff, calle Corrientes, Madrid y Barcelona, y se sumó al elenco de Soñé que volaba, el programa del canal Olga junto a Migue Granados. Ahora debuta como pastelera en el reality uruguayo y tiene una serie pronta para estrenar.
Hashtag Despegada. En el último mes, Evitta Luna estuvo en los festejos por Mercedes Sosa en el teatro Colón de Buenos Aires. De allí se fue hasta Madrid y Barcelona con su unipersonal, Pará desquiciada, y el sábado previo al rodaje de Bake Off: Famosos, llegó a Montevideo. Así de agitada es la vida de la actriz, streamer e influencer uruguaya, que encadena proyectos sin pausa.

Foto: Darwin Borrelli.
“Todo va tan rápido que a veces cuesta caer. Pero en mis momentos de soledad… ayer, por ejemplo que almorcé en la Rambla mirando el mar, y ahí me emociono, obvio. Es un recorrido muy lindo”, cuenta.
Más allá de la vorágine de los últimos meses, siente que el suyo ha sido un camino paso a paso. “Hace cuatro años presenté la obra y ahora la estrené en España, pero todo ha sido un proceso muy amoroso”, dice.
—Ahora cruzaste el charco y estás en Olga. ¿Cómo llegaste al canal?
—El año pasado estaba trabajando en Blender cuando me salió la oportunidad para ir a Suiza a estudiar teatro dos semanas. Después volví con una beca de la Comedia Nacional y al poco tiempo me salió la posibilidad de hacer una serie, Amor Animal, que va a salir el año que viene, y me vine tres meses para grabarla a Montevideo. A partir de ese momento fue un quiebre, por lo que empezó a llegar después Apenas terminó de grabarse la serie me invitan de Olga, y yo sabía porque en la interna de los medios de Buenos Aires se saben cosas, que no estaba todo cerrado en Olga. Voy, les gustó, me fui y a la media hora me dicen “¿estás para hacer verano con nosotros?” Y sí.
—¿La idea era tener trabajo en el verano?
—No, mi plan era descansar, pero bueno. Hay que aprovechar cuando viene la oportunidad. Consideré que el descanso iba a venir después, y todavía no ha llegado.
—Hace cuatro años que estás esperando el descanso.
—Es que, la verdad que no he parado. Porque cuando fui a España, la idea era descansar, y terminé llevando la obra y laburé.
—Donde tenés lugar fijo es en calle Corrientes.
—Sí, estoy en Calle Corrientes una vez por mes. Ya había hecho el show en calle Corrientes, pero ahora es con una producción más armada, porque está más armado el equipo.

Foto: Darwin Borrelli.
—Y ¿a qué se debe eso? ¿A la obra, a vos?
—Yo siento que no he parado de trabajar y no he parado de impulsarla. A veces uno piensa que, bueno, el destino, se dio así… No, no, yo no he parado de laburar. Hace poco, y esto también es algo que he descubierto, es que si la obra sigue en pie y sigue viva, es porque he querido que siga. Por eso no he parado de trabajar. Eso trae mucho cansancio pero estoy muy orgullosa de la trabajadora que soy, porque no sabía que podía ser tan trabajadora. Me he sorprendido a mí misma.
—Además hay que pensar los videos, grabarlos, editarlos, es un trabajo que lleva su tiempo.
—Sí, pero es un laburo que me gusta. Aunque siempre supe que las redes eran un camino para hacer teatro, y para el encuentro más humano. Las veo más como un medio, no como un fin. No me conmueven. Me conmueve trabajar con otro ser humano y hacer cosas para espectadores.
—Como Bake Off: Famosos ¿esto es un desafío más para Evitta Luna? ¿Cocinabas algo?
—Sí, cocino sí. Salado, porque dulce, nunca.
—Hay varios en el set repitiendo lo mismo.
—No, es que lo salado es de toda la vida. Uno no cocinaba mucho dulce, somos nueve hermanos. Acepté porque me pareció como un desafío re lindo y divertido. Y también porque la vorágine de Buenos Aires como que te deja un poco vacío. Por eso para mí es muy necesario volver cada tanto a Uruguay. Si puedo venirme toda una semanita para recargar y volver, lo voy a hacer siempre que pueda. Y Bake Off también es una oportunidad para volver. Acá está mi familia, mis amigos, todos. Acá está la calma que en Buenos Aires no está. O al menos el tipo de calma con la que uno se crió.
—¿Cómo es trabajar en Migue Granados en Soñé que volaba? Parece ser una fiesta todo el día.
—Y que lo es. Sí, la verdad que es así. Nos da mucha libertad y es un canal muy profesional, eso sí, me encontré con estructuras y equipos profesionales que yo hasta en el momento no me había encontrado. Y en Olga me encontré con un canal de stream que tiene mucho de televisivo, mucha estructura, propuestas muy creativas, ya sean musicales o artísticas, y me siento muy identificada. Además, me divierto mucho. Y para mí en un trabajo uno se tiene que divertir. Porque el trabajo es tu vida al final de cuentas, y si no la pasás bien con tus compañeros, si no tenés un jefe piola, se te está yendo la vida ahí, porque ahí estás muchas horas de tu vida. Por eso creo que es muy importante generar grupos y ser parte de grupos donde se labure por supuesto, pero en los que me divierta. Hagas lo que hagas, si trabajas en una oficina y tenés gente a cargo, uno se tiene que asegurar de la diversión de la gente que es parte de ese laburo. Esa es mi creencia. Muy hippie, sí, tal vez.

Foto: Darwin Borrelli.
—¿Y qué tanto es improvisado y qué tanto está pensado antes?
—Para los videos pienso alguna idea que esté pasando en la vida real. Requiere de mucha calma porque las ideas creativas no surgen en momentos de vorágine, y no surgen cuando uno está preocupado, surgen en los momentos de la calma, de los tiempos humanos, de sentarse a contemplar. Ahora estoy leyendo un libro que se llama “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han, que habla de lo importante que es contemplar, y yo lo veo para la creatividad, lo importante del observar que está pasando en el mundo y en donde uno puede encontrar el humor en esas cosas.
—¿Por ejemplo?
—Hace poco hice un video de una parodia de los pedidos que hacen las influencers a Shein, que es como Temu, y en el fondo es una industria muy esclavizadora la del fast fashion. ¿Cómo hablo de esto sin quedar moralista? Porque tampoco quiero bajar línea, no soy quién para hacerlo, entonces hice un vídeo parodiando a una influencer que se pedía cosas que uno las consigue en el súper, pero las pedía por Shein. Yo los hago más que nada porque son temas que me interpelan, pero de repente a mucha gente le llegó de esa manera, desde el humor.
—¿Así que, planes a mediano plazo, descansar?
—Sí, descansar, dormir. No, espero que salgan más proyectos audiovisuales, ese es mi sueño. Porque me enamoré del cine. Me enamoré trabajando en esta serie, y me encontré con un mundo muy profesional, muy preciso y que requiere otras partes de mí, que por ahí le huía, como la responsabilidad de cumplir un horario, aprenderme guiones, estudiar, estar 12 horas en un set, crear un personaje, requieren muchas áreas de mi atención, y antes creía que no podía lograrlo. Desde que terminé de grabar esa serie, solo sueño con volver a grabar otra, o una película pero me enamoré del mundo del cine, mal.
—Este camino ha sido gracias a esfuerzo y trabajo.
—Sí, y en este último tiempo estuve pensando que están sobrevalorados los sueños. Porque no es que llega el sueño y ya está, hay que laburarlo, requiere sacrificio, y es difícil estar lejos de la familia. Uno no hace más que cumplir su sueño, pero el sueño a veces requiere mucha soledad. Entonces es como un sacrificio grande que uno al final no sabe bien por qué lo hace, más que por la vocación. Chejov decía en un libro que dudaba de todo menos de su vocación. Y hay un lugar seguro en la vocación. A veces tu familia es un ruido, la sociedad es un ruido, el lugar de donde venís es un ruido pero hay algo en el mundo que no es ruido, y cuando lo encontrás, para mí eso es mi vocación. Una hippie.