Entre rieles y flores, la Patagonia invita a descubrir su belleza en movimiento: un tren que recorre la estepa bajo las estrellas y un campo que despierta en mil colores al pie de la cordillera. Dos experiencias que revelan la esencia de un sur que aún sabe sorprender y que no sólo se debe disfrutar en invierno
domingo 09 de noviembre de 2025 | 1:00hs.
El paisaje se abre lentamente, como una respiración. Desde la ventanilla del Tren Patagónico, la estepa se extiende infinita: tonos ocres, matices de viento, el rumor de un territorio que parece no tener apuro. Cada kilómetro que avanza el tren es una pausa en el tiempo. Los pasajeros, algunos turistas curiosos, otros viajeros de toda la vida, se dejan arrullar por el traqueteo que une pueblos, historias y silencios.
El viaje es, en sí mismo, una experiencia: una forma de mirar distinta, una invitación a descubrir la Patagonia desde adentro, desde sus latidos más calmos. Y al final del recorrido, como un secreto guardado entre montañas, Trevelin florece. Allí, un campo de tulipanes irrumpe en el paisaje con una intensidad que parece imposible: una explosión de color que dialoga con la inmensidad del cielo.
Entre los rieles que atraviesan la estepa y el perfume leve de las flores, la Patagonia se revela en su dualidad más pura: la rudeza del viento y la ternura de la tierra que florece.
El viaje bajo las estrellas
Cuando cae la tarde en Bariloche y el cielo empieza a teñirse de violeta, una formación se prepara para partir rumbo al silencio de la estepa. Es el Tren Patagónico, una joya ferroviaria que revive la magia de viajar sin apuro, con el corazón puesto en el paisaje y los sentidos en alerta. A las 19, los vagones se deslizan desde la Estación Bariloche hacia Perito Moreno, en un trayecto breve —de apenas 30 kilómetros y menos de una hora— pero cargado de encanto.
Desde las ventanillas, el horizonte parece encenderse: los últimos reflejos del sol caen sobre el cerro Tronador, el río Ñirihuau serpentea bajo el puente, y la estepa patagónica se estira como una pintura viva. A bordo, un guía acompaña a los pasajeros con relatos sobre los pueblos del sur, entre anécdotas ferroviarias y memorias de la Patagonia profunda.
La experiencia combina aventura, historia y placer. Al llegar a Perito Moreno, los viajeros son recibidos en La Casa del Té, un refugio cálido donde los espera un vino o un chocolate caliente, acompañado de pan casero, canapés y picadas. Luego, la noche continúa en el Quincho, donde la gastronomía patagónica cobra protagonismo: asado, cordero al asador, empanadas, chorizos, morcilla, achuras, ensaladas, papas fritas y tortas fritas, coronados con un postre artesanal.
El ambiente se completa con música en vivo, que transforma la cena en una celebración compartida entre turistas, locales y curiosos. Y, fiel a los tiempos actuales, el menú también contempla opciones veganas, vegetarianas y sin TACC, para que nadie quede afuera del banquete sureño.
Todo está incluido en el boleto del Tren Patagónico, excepto las bebidas. Pero más allá de la comida o los paisajes, el verdadero valor del viaje está en esa sensación difícil de explicar: la de volver a mirar el mundo con ojos nuevos, mientras el tren avanza bajo un cielo sembrado de estrellas..
El sueño florece en Trevelin
Después del traqueteo del tren y la calma nocturna de la estepa, la Patagonia vuelve a sorprender con otra postal imposible. Cada primavera, cuando el frío comienza a retroceder y las montañas aún conservan sus picos nevados, el Campo de Tulipanes de Trevelin estalla en color. Más de un millón de tulipanes florecen al pie de la cordillera, desplegando una paleta que parece pintada a mano: rojos encendidos, violetas profundos, amarillos que reflejan el sol del mediodía.
El cultivo, cuidado con paciencia por la familia Ledesma, se abre al público entre el 7 de octubre y el 7 de noviembre, todos los días de 9 a 19 horas. Aunque la floración es progresiva, el espectáculo alcanza su punto máximo entre el 15 y el 30 de octubre, cuando el campo se convierte en una alfombra viva que contrasta con los cielos claros y el aire fresco de la cordillera.
Ubicado sobre la Ruta Nacional 259, a 13 kilómetros del centro de Trevelin, el campo forma parte del tradicional circuito de la Ruta Galesa, junto a las Cascadas Nant y Fall y la Bodega Viñas del Nant y Fall. Se puede llegar en vehículo particular, con agencias de turismo locales, en taxi o incluso en transporte público Jacobsen, que parte desde la Plaza Coronel Fontana con salidas a las 10 y 14.15, y regresos a las 14.45 y 19.
El valor general de la entrada es de $32.000 por persona, mientras que los menores de 12 años ingresan gratis. No se requiere reserva previa.
Pero más allá de la postal, el lugar invita a quedarse: recorrer los senderos entre flores, fotografiar los cultivos, disfrutar de la confitería con repostería galesa, visitar la feria de artesanos o participar en las actividades culturales con música en vivo y artistas locales. Cada detalle parece pensado para que el visitante viva una experiencia completa, entre el aroma de las flores y el sonido del viento.
Uno de los momentos más esperados es la Fiesta de los Tulipanes, que este año se celebró el sábado 8 de noviembre, siempre sujeta al clima patagónico. También se organizan visitas nocturnas durante la luna llena, una experiencia que combina el silencio del campo con los últimos rayos del sol sobre la cordillera: un espectáculo que parece irreal.
Y para quienes buscan una perspectiva distinta, hay una opción que roza lo mágico: el vuelo en globo aerostático. Durante octubre, y si el cielo lo permite, es posible sobrevolar el cultivo —una experiencia única en la Patagonia— con capacidad para hasta cinco pasajeros. Desde el aire, los tulipanes se transforman en una paleta de colores que se funde con la inmensidad del paisaje.
Originarios del antiguo Imperio Otomano y consagrados en Holanda durante el siglo XVI, los tulipanes encontraron en Trevelin un suelo fértil y una nueva historia.
En cifras
$89.280
Tarifa del Tren Patagónico para adultos en el mes de octubre. El precio varía para niños y jubilados y también para residentes o extranjeros.
$32.000
Valor general de la entrada al campo de tulipanes en Trevelin. Los menores de 12 años ingresan gratis. No se requiere reserva previa.
$28.740
Hostel Draiggoch está ubicado en Trevelin, a 18 minutos a pie de Molino Museo Nant Fach. El aeropuerto más cercano es el Aeropuerto de Esquel.





