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lunes, noviembre 10, 2025

Explorar la Carretera Austral en Chile: el sueño patagónico de un argentino en bicicleta

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El nuevo turismo en el sur de Chile: refugios sustentables y rutas en bici eléctrica en Villa O’Higgins. Fotos: www.surirefugios.com.

En la Patagonia chilena, donde el viento escribe su propia música y las montañas se funden con el cielo, podés detenerte, respirar y sentirte parte del paisaje. Hasta allí llegó un argentino que decidió hacer de ese sur profundo su hogar y una invitación abierta a explorarlo sin filtros: noches bajo estrellas inmensas, amaneceres con aroma a bosque y un silencio tan puro que sólo se quiebra con el canto de los pájaros.

Javier Pérez cuenta su historia viajera, que empezó como un desafío y terminó convirtiéndose en un estilo de vida. Llegó en bicicleta en 2018. “Sobreviví a las subidas, y por eso estoy acá”, dice, y se ríe como si todavía estuviera pedaleando esa cuesta interminable que lo dejó al final de la Carretera Austral.

Viajaba con su hijo Nacho. “Para los ciclistas, para los motoqueros, para quienes andan en motorhome, es como el Everest”, recuerda. Porque llegar hasta este punto, donde el asfalto se acaba y comienza la Patagonia más profunda, es una conquista que vale más que cualquier medalla: es sentir que el mapa se termina debajo de las ruedas.

Javier Pérez llegó pedaleando desde Argentina.

“Llegamos en bicicleta, cruzamos hacia Villa O’Higgins. El plan era seguir hasta Candelario Mancilla: una navegación de 1 hora 45. Desde ahí son 23 kilómetros: 16 por camino y unos 5 por un sendero de bosque hermoso, hasta el lado argentino. Después, otra navegación de 45 minutos, tranquila. Y te quedan los últimos 37 hasta Chaltén. Es un viaje que te vuela la cabeza”.

Pero el cuerpo le pasó factura. “En una trepada fuerte, con lluvia, me empecé a sentir mal. Ya tengo tres infartos encima. Pensé que me quedaba ahí. Dije: ‘Me va a putear toda la vida. Lo dejo acá solo’. Estábamos los dos, solos. Pasó media hora, él volvió a buscarme, me recuperé y por suerte no pasó nada”.

Ese viaje lo sacudió. “En plena crisis de los 50 dije: ¿qué hago laburando en Santiago todavía?”. La respuesta fue la semilla de un proyecto, transformar la travesía de siete horas y media hasta Candelario Mancilla en un paseo accesible sobre una bici eléctrica, de dos horas y media. Una aventura para todos. “Lo único que te saca el aire es el paisaje”, asegura.

En este rincón remoto y bello, el lujo es simple.

Se instaló con lo justo. “Dos meses fantásticos, hasta que llegó la pandemia”, cuenta. Se rió de la mala suerte, volvió a empezar y encontró una comunidad que lo adoptó. Hoy vive en Villa O’Higgins, un pueblo de frontera encajonado entre montañas, glaciares y lagos que nacen en el Campo de Hielo Sur, a apenas 45 kilómetros de Argentina. La postal es simple: gallinas cruzando la calle, vecinos que se saludan por el nombre y bicicletas sin candado. “Vivo con las puertas abiertas, las llaves puestas en el auto y la billetera arriba de la mesa. Cuando vuelvo a Santiago, mi mujer me reta: me olvido de todo”, admite.


Refugios SURí , cápsulas


Ganó un concurso de innovación con una idea tan simple como poderosa: refugios sustentables, construidos como un LEGO, de madera, sin hormigón, sin impacto en el suelo. Si algún día se desmontan, la pradera vuelve a ser pradera.

Los ubicó en lugares estratégicos del recorrido: pequeños paraísos con vista a lagos imposibles, al borde del bosque o con panorámicas de Candelario Mancilla. Cálidos, de madera, con grandes ventanales y la naturaleza como protagonista: un techo seco y calentito que invita a quedarse.

Es el punto de partida para vivir la Patagonia a paso propio: bicis, trekking, cabalgatas, navegación y senderos que se internan en la cordillera, con opciones según la temporada. La experiencia se completa con gastronomía local y anfitriones que conocen cada rincón y cada historia.

Los refugios modulares de madera, sin impacto ambiental.

Javier trabaja en red con los vecinos: quien tiene un camping, un pedazo de tierra o un lugar que ama. “Ellos aportan el alma. Yo, un lugar para dormir”.

Las travesías se arman a medida: salidas de un día o expediciones que combinan navegación por el Lago O’Higgins -el más profundo de América-, senderos al límite con Argentina, bosques que parecen recién estrenados y glaciares que respiran cerca.

Y siempre hay sorpresas. “El año pasado me llamó un grupo budista de Bután. Me dijeron: ‘Queremos meditar caminando en lugares sagrados’. Eran 60. Yo tenía cuatro refugios. Me pidieron que organice todo: logística, rescate, médicos. Acá el hospital más cercano está a dos días”, cuenta y sonríe. “Es una aventura de verdad”.


Un destino sin multitudes


Para quienes llegan desde El Chaltén o Torres del Paine, este rincón es un tesoro: el sur del sur, sin multitudes. “Acá caminás solo. Escuchás ranas, pájaros. Podés parar a mirar un hongo sin que nadie te empuje”, dice. “La gente de acá todavía vive para sí misma, no para el turismo. Tiene su ritmo, su tiempo”.
Eso, que a veces desconcierta al visitante, es justamente lo que hace que el viaje valga la pena: la experiencia sigue siendo auténtica, intacta.


Datos útiles para tener en cuenta


Villa O’Higgins está a 45 km del límite con Argentina. Desde El Chaltén se puede acceder combinando navegación por el lago O’Higgins (1h45), un tramo de sendero y otra travesía en barco. También se llega por la Carretera Austral desde Cochrane.

Mejor época: De noviembre a marzo, cuando los días son más largos y el clima es más estable. En invierno, muchas rutas permanecen cerradas.

Dónde dormir: Los refugios modulares del proyecto de Javier Pérez SURí se ubican en puntos estratégicos con vistas al lago y al bosque. Se pueden reservar por noche o como parte de las travesías.

Qué hacer: Paseos en bicicleta eléctrica, caminatas entre bosques nativos, cabalgatas, navegación hasta Candelario Mancilla y observación de glaciares. Ideal para quienes buscan naturaleza sin multitudes.
Imperdible: El atardecer sobre el lago O’Higgins. La luz se refleja en los picos nevados y el silencio lo envuelve todo.

Villa O’Higgins, punto final de la Carretera Austral, está rodeado de montañas, glaciares y lagos.

Cómo ir de Villa O’Higgins a El Chaltén: un épico paseo de 21 km en eBike Esta travesía de 21 km combina aventura, naturaleza y esfuerzo justo para sentirse vivo. Con un terreno de grado 3 (intermedio), aunque con algunos cruces de arroyos y una zona empinada de grado 4, cada tramo tiene su propio desafío. Se recomienda prestar atención al entorno y a los compañeros de viaje.

Partiendo desde Villa O’Higgins (Km 0, 252 m s.n.m.) y pasando por Carabineros de Chile (Km 0,9), el camino se abre entre cuestas con vistas al Lago O’Higgins y los macizos que rodean el Campo de Hielo Sur. La grava firme y la tranquilidad del trayecto permiten disfrutar del paisaje sin prisas, y con nuestras eBikes las subidas se vuelven llevaderas.

Redacción

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