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lunes, abril 28, 2025

‘Faltan convicciones democráticas en los países de América Latina’

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Al menos el 40 por ciento del mundo vive en dictadura. Esta fue una de las conclusiones del último informe de la revista The Economist, el cual hace esta medición cada año. Durante 2024, de 165 países al menos 60 son gobernados por regímenes autoritarios, de los cuales cuatro están en América Latina.

Para determinarlo, el medio británico establece una escala de 0 a 10, en el que una puntuación más alta sugiere plena democracia de la nación en cuestión. Para ello, el informe analiza si la ciudadanía puede elegir a sus líderes políticos en elecciones libres, hay libertades civiles y la posibilidad de participar en política, entre otros criterios.

En la región, Nicaragua (2.0 puntos en el índice), Venezuela (2.25), Cuba (2.58) y Haití (2.74) conforman el grupo antidemocrático, según el estudio. Colombia, por su parte, cayó de 6.55 puntos en 2023 a 6.35 en 2024, lo que llevó al país a entrar en el renglón de “democracias imperfectas”.

Ante esto, surgen interrogantes sobre el avance de los autoritarismos en América Latina y, además, de cómo es posible que Gobiernos democráticos convivan con otros líderes dictatoriales en el mismo vecindario.

Sobre ello, EL TIEMPO conversó con Gabriel Salvia, director general del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal) con base en Argentina. Salva cree que la clave está en “que faltan convicciones democráticas en muchos países de América Latina”, incluyendo a líderes que dicen estar dispuestos a defender las libertades.

¿A qué se enfrenta el mundo con el retroceso de la democracia?

La gente que vive en estos 60 países son seres humanos que tienen derechos por ser personas, como los reconoce la Declaración Universal de los Derechos Humanos.  Hay 3.200 millones de personas bajo dictaduras, donde los derechos se criminalizan.

En Argentina, donde tuvimos una dictadura, hubo gente solidaria, denunciando lo que pasaba en el país, como los actores internacionales. Consideramos que tenemos una obligación moral de llamar la atención por quienes actualmente están en dictadura.

¿Cómo puede la región convivir con las dictaduras existentes?

Los países que son democráticos, que son la mayoría, tienen que tener una actitud más crítica y de reclamo a estos países que no son democráticos, es una cuestión muy simple. En la mayoría de los países de América Latina, los gobernantes llegan al poder luego de participar en un proceso electoral competitivo. Es decir, participa más de un partido. El resultado no se cuestiona mayormente.

En el caso de Venezuela, todo el mundo vio el fraude porque ni siquiera la dictadura de Maduro simuló un fraude como hizo Lukashenko, en Bielorrusia. Maduro simplemente perdió la elección y dijo que ganó, no mostró nunca las actas. Entonces, ¿cómo se convive? Esa pregunta hay que hacérselas a Lula y a Petro, por ejemplo.

Tiemblan las dictaduras de Latam.

Los mandatarios asistentes a la Cumbre ALBA 2024. Foto:Miguel Gutiérrez. EFE.

También hay que hacer la pregunta a Yamandú Orsi, de Uruguay, y al nuevo secretario de la OEA. Es decir, a los pocos que no tienen claro que estos países carecen de legitimidad democrática.  El problema es que faltan convicciones democráticas en muchos países de América Latina.  

Lo de Venezuela se veía venir…

Lo de Venezuela fue la película que todos sabían cómo iba a terminar desde el cierre de RCTV (el cierre de Radio Caracas Televisión en 2007).  El chavismo un plebiscito, lo pierden y van haciendo todo un proceso de erosión democrática. No se puede entender la consolidación de una dictadura en Venezuela sin la complicidad del Partido de los Ttrabajadores (PT), de Brasil y Lula.

Pero también países como Chile, donde muchos se exiliaron en Venezuela en la época de la dictadura militar, porque Venezuela era una de las tres democracias de América Latina.   ¿Cómo puede ser que esa gente que fue ayudada en un momento, que era perseguida, no tuvo una actitud más comprometida?

Lamentablemente, han faltado convicciones democráticas en líderes importantes de América Latina y sigue pasando, lo cual es peor.

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Nicolás Maduro y Gustavo Petro. Foto:EFE / Presidencia

¿Pudiéramos decir que la democracia en nuestra región está más débil que nunca?

No diría que está débil, porque es una región donde sus países son mayormente democráticos, lo que está débil es la integración democrática.  La OEA avanzó, pero después no fue muy efectiva en las cuestiones preventivas. Después se crea la Celac, que todo el mundo sabe cómo surge y es una manera de institucionalizar la complacencia con las autocracias con esta idea de que no se metan en asuntos internos.

La Celac  se aceptó y se sigue aceptando al formar parte de un ámbito de diálogo con gobiernos que no aceptan el diálogo con su propia población, que los encarcelan, que los matan, que los criminalizan.

Entonces podemos decir que lo que hace falta es integración…

La carencia democrática está en la integración política de América Latina. La mayoría de los países de América Latina son democráticos, pero no se ve a nivel regional el compromiso con la democracia. Por ejemplo, en Uruguay, cómo puede ser que el partido gobernante actual sea una coalición de más de 20 partidos y defiende a un régimen de partido único como el de Cuba.

¿Cómo cree que se puede encaminar esa configuración democrática integrada de la región?

El punto de partida es un algo transideológico. Yo creo que una posición interesante ha sido la de Gabriel Boric, en Chile, que ha sostenido posiciones que no son las que históricamente ha tenido la izquierda en América Latina.

Ha sido el único que ha tenido la posición coherente en denunciar la falta de democracia en países autocráticos de América Latina.  Lula no avanzó, Petro tampoco. No hacen un planteamiento respecto a Cuba. Uno dice, ¿cómo es que en tu país se puede protestar? Esas protestas te posibilitaron llegar a ser presidente, pero entonces la gente en otro país no puede protestar.

Entonces ¿qué hace falta?

Lo que hace falta es un nuevo liderazgo, especialmente en los sectores progresistas que de una vez por todas defiendan la democracia no sólo en su propio país, sino en los demás.

¿Una nueva alianza con este nuevo liderazgo para desplazar a la Celac, Alba o el Foro de Sao Paulo?

Básicamente es necesario que más gobernantes democráticos asuman posiciones coherentes. Se hace difícil porque todos a su vez tienen sus problemas, sus situaciones domésticas, que son la prioridad de todo gobierno democrático.

La prioridad de una dictadura es reprimir y prolongarse en el tiempo, la prioridad de una democracia es satisfacer la demanda de la población.

ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN 

CORRESPONSAL EL TIEMPO 

CARACAS

Redacción

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