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viernes, abril 18, 2025

Ficción, memoria y trauma, el espanto de los años de plomo narrados por los hijos

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¿Cómo se escribe sobre los padres desaparecidos durante la última dictadura? La pregunta no está formulada de manera explícita pero subyace a un conjunto de textos narrativos de hijas e hijos de militantes políticos de los años 70 y cuestiona tanto experiencias personales como tramas de la historia argentina reciente, según una exhaustiva investigación que Andrea Cobas Carral presenta en el libro Narrar la ausencia.

Doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Cobas Carral se especializa en literatura argentina y latinoamericana. En Narrar la ausencia, libro que surge de su tesis doctoral y aparece con el sello de Ediciones Corregidor, analiza textos publicados entre 1996 y 2015 que tienen en común haber sido escritos por hijas e hijos de militantes y divergen de múltiples maneras en torno a cuestiones traumáticas como la desaparición de los padres, la elaboración del duelo y la construcción de su identidad.

Cobas Carral plantea el análisis en un marco determinado por las variaciones en las políticas de memoria durante el menemismo y el kirchnerismo y a la vez por transformaciones en la literatura argentina condensadas en el “giro subjetivo” que amplió el concepto hacia géneros como la autoficción. Al mismo tiempo ubica su lectura “a cuarenta años de la recuperación democrática y en un contexto en el que se intensifican los discursos negacionistas”.

Durable huella del pasado

La violencia de Estado, la recomposición de tramas afectivas, el debate político atraviesan ficción y no ficción en torno a un presente “en el que la ausencia es la más durable huella del pasado”.

La doctora en Letras Andrea Cobas Carral. Foto: redes sociales.
La doctora en Letras Andrea Cobas Carral. Foto: redes sociales.

Ni el flaco perdón de Dios (1997), de Juan Gelman y Mara La Madrid, inaugura las recopilaciones de testimonios de hijos de desaparecidos en una época que estuvo signada por la formación de la agrupación Hijos, el debate entre organismos de derechos humanos sobre la aceptación o el rechazo de las indemnizaciones a familiares de las víctimas y la identificación de restos, y por casos de apropiación como el de la nieta del poeta, Macarena Gelman García, cuya identidad fue restituida en 2010.

Entre los libros que siguieron, el Diario de una princesa montonera (2012), de Mariana Eva Pérez y la obra de Félix Bruzzone, afirma Cobas Carral, conforman “la ficción de hijos que se aparta de un modo más drástico de los rasgos hasta entonces privilegiados para figurar el pasado”.

En una línea convergente, ¿Quién te creés que sos? (2012), de Ángela Urondo Raboy, presenta un “discurso desacralizador de las representaciones sobre la militancia y la violencia de Estado” y una crítica frontal a la moral reaccionaria de la dirigencia de Montoneros y la trama de impunidad que sustenta la apropiación de niñas y niños.

Después de observar las primeras apariciones de la dictadura y las disputas por el pasado reciente en la literatura argentina, Cobas Carral revisa las nociones de memoria, teoría del trauma y posmemoria y constata su inadecuación para dar cuenta de los textos de hijas e hijos de desaparecidos. Más que de la insuficiencia de esas categorías, dice, se trata de una producción literaria que trabaja en el límite de las posibilidades de la lengua y de las formas de narrar.

Ante lo indecible

Cobas Carral organiza los textos según cinco variantes de la historia de vida: el testimonio, la biografía, la autobiografía, la novela autobiográfica y la autoficción. Narrar la ausencia se apoya en un arsenal bibliográfico multidisciplinario y en una reconstrucción minuciosa de la serie histórica, que la lleva a poner en juego hechos como la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (1987) y de la Comisión Nacional de la Identidad (Conadi, 1992), el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense o el acto en el que Néstor Kirchner ordenó bajar los cuadros de Jorge Videla y Reynaldo Bignone en el Colegio Militar.

El encuadre no apunta a una descripción general sino que más bien resalta las diferencias de intereses y de resoluciones ante los mismos problemas: La casa de los conejos (2007), de Laura Alcoba, y Pequeños combatientes (2013), de Raquel Robles, construyen por caso una voz y una mirada infantiles para recuperar la historia pero mientras una novela enfatiza en la crítica a la niñez perdida en el marco de la militancia de los padres la otra pone el foco en las consecuencias que los niños sufren luego de la desaparición de sus padres.

Los libros de Alcoba y Robles coinciden por otra parte en “los modos de narrar el silencio impuesto” para no revelar la condición de militantes de los padres en medio de la dictadura. La situación remite a un aspecto que Cobas Carral considera central en el conjunto, “la tensión entre decibilidad e indecibilidad” de la experiencia traumática.

Los relatos de las hijas restituidas traman la reconstrucción de la identidad, los efectos de sentido del nombre recuperado y la necesidad de las palabras para objetivar la experiencia límite que atraviesan en el tránsito de la apropiación por represores a la restitución a sus familias.

En su autobiografía Mi nombre es Victoria (2009), Victoria Donda articula la historia de su búsqueda de identidad con su evolución política y confronta con lo indecible en la contradicción que se produce entre el afecto que siente hacia el marino que la crio y la militancia; lo que se guarda, destaca Cobas Carral, es lo que no puede ser oído socialmente porque se contrapone con un sentido común sobre la apropiación.

La doctora en Letras Andrea Cobas Carral. Foto: redes sociales.La doctora en Letras Andrea Cobas Carral. Foto: redes sociales.

Lo indecible resulta en particular el paso de las hijas e hijas por los centros clandestinos de detención. “Decir el trauma –señala la autora de Narrar la ausencia– es, sobre todo, la producción de un relato con capacidad de intervención social y colectiva en relación con los discursos sobre la violencia del Estado: el relato de las hijas apropiadas opera como generador de conciencia social y contribuye a la reconstrucción del lazo comunitario roto en la dictadura”.

En otros capítulos, Cobas Carral analiza el fragmento y la autoficción en tanto estrategias narrativas y las “historias de aparecidas”, como llama a los relatos de Eugenia Guevara y Marta Dillon en torno al hallazgo de los restos de sus madres.

Disparadores imprevisibles

Los disparadores de la ficción son imprevisibles en las historias de hijas e hijos de desaparecidos, pero con frecuencia la muerte de los abuelos, el nacimiento de un hijo propio o llegar a la edad en que desaparecieron los padres significan disrupciones que problematizan una vez más la biografía personal y el problema de una genealogía que debe ser reconfigurada.

La ausencia vuelve a replantearse en la narrativa de Félix Bruzzone, Ernesto Semán y Mariana Eva Pérez a partir de un cuestionamiento que avanza sobre tópicos que parecían fuera de discusión, como el funcionamiento de los organismos de derechos humanos y los códigos de la militancia en los 70.

Entonces afirmar que el horror es indecible, advierte Cobas Carral, “no es más que un modo de sacralizar la experiencia extrema de la violencia en tanto la torna intocable”; si no hay saber ni información disponible sobre la desaparición, es posible inventar e imaginar y en esa línea aquellos autores “inauguraron una nueva zona en las ficciones que figuran la violencia de Estado”.

Según la socióloga francesa Régine Robin, citada en el libro, “para escribir ficción siempre hay que estar a distancia de la propia experiencia”. En la narrativa de hijas e hijos de desaparecidos, la ficción y la no ficción crean esa distancia y, como decía John Berger del acto de narrar, otorgan significado a la experiencia.

La ausencia “toma cuerpo en un acto de escritura”, dice Cobas Carral, y allí donde la pregunta por la desaparición parece de respuesta imposible instala con nitidez una de las zonas más productivas de la literatura argentina contemporánea.

Narrar la ausencia, de Andrea Cobas Carral (Corregidor).

Redacción

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