La historia de Doña Dominga, la empresa tandilense que produce fideos orgánicos certificados, comenzó lejos de la industria alimentaria. Diego Delavanso y su esposa Josefina, ambos docentes de formación -ella psicopedagoga y él Licenciado en Relaciones Internacionales- decidieron emprender un viaje en bicicleta por el centro del país con un proyecto educativo. Aquella experiencia los conectó profundamente con la sustentabilidad y con productores agroecológicos, y marcó el inicio de un camino que transformaría sus vidas.
«Cuando terminamos ese viaje, nos fuimos a trabajar de docentes a Tierra del Fuego. Ahí tuvimos la idea de volver a Tandil, porque extrañábamos nuestra ciudad, con algún emprendimiento relacionado con la agricultura orgánica. Nos habíamos enterado que había alguien con un emprendimiento de harina orgánica. Pensamos que estaría buenísimo dar un paso más en la cadena productiva», relata Diego. Así nació la semilla de lo que más tarde sería Doña Dominga.
Aunque a simple vista pueda parecer un giro inesperado, Diego ve un hilo claro entre su formación y su presente como emprendedor. «Todo tiene su acercamiento. Mi interés por la sustentabilidad surgió en la Universidad. Cuando hice mi tesis, elegí hacerla sobre sostenibilidad. Cuando empecé a estudiar sobre los impactos negativos en el mundo por el calentamiento global o el uso de agroquímicos, aprendí que la agroecología aporta muchísimos beneficios. Pensar global, actuar local», explica.
La elección de producir fideos tampoco fue casual. «Esta región de la provincia de Buenos Aires tiene un clima ideal para la siembra del trigo candeal, la variedad que se utiliza en todo el mundo para hacer pastas», cuenta Delavanso. En el camino, sumaron aprendizajes fundamentales. «En el viaje conocimos una fábrica de fideos medio parecida. En Córdoba también otra persona haciendo fideos y vimos el proceso. De ser docente a ser emprendedor, hay una gran distancia.»
El proyecto comenzó a tomar forma concreta en 2017. «Me acerqué al Centro de Creación de Empresas de la UNICEN, que es una oficina que ayuda a emprendedores. Allí me guiaron para dar los primeros pasos y armamos un plan de negocios.» En febrero de ese año volvieron a Tandil y, apenas seis meses después, ya estaban produciendo. «También había una necesidad económica, nos la jugamos toda, no tenía otro trabajo a la par. Esa presión también estuvo buena, quizás si lo tomaba como hobby no podía darle esa fuerza.»
Los primeros fideos se elaboraron en el quincho prestado de una amiga, Ana Fernández. «Allí estuvimos un año y medio. Llegó un momento donde empezó a caminar y tuvimos que apostar a alquilar un lugar más grande. Nos casamos y después nos mudamos.»
Hoy Doña Dominga produce fideos orgánicos integrales con trigo candeal cultivado sin agroquímicos, trabajando junto a productores locales y aplicando técnicas tradicionales italianas. Utilizan molitura a pietra, trafilatura al bronzo y lenta essicazione a bassa temperatura, procesos que permiten conservar el valor nutritivo y el sabor natural del alimento. A la harina se le suman vegetales orgánicos de estación -como kale, espinaca, remolacha, calabaza, tomate y ajo-, sin aditivos ni conservantes. Toda la línea viene en paquetes de 400 gramos y se comercializa en más de 40 puntos de venta, principalmente almacenes naturales y dietéticas.
Un hito fundamental en el camino del emprendimiento fue la reciente obtención de la certificación orgánica. «En Argentina, cuando se habla de alimentos orgánicos, son los que tienen esta certificación. Significa que son alimentos que han sido cultivados con mucho cuidado y sin utilización de agroquímicos, de manera natural. Se dice que es orgánico cuando lo certifica una empresa que audita todos los procesos de la producción del alimento y te garantizan que es natural realmente. Esto es muy importante porque a veces aparecen algunos vivos, se ponen que son agroecológicos y engañan a la gente.»
Esta certificación no solo respalda el trabajo realizado, también abre nuevas oportunidades: «También nos da la posibilidad de abrirnos a nuevos mercados donde valoran lo orgánico, no solo en Argentina sino en el extranjero. Fideos orgánicos no hay mucho en Latinoamérica. Exportar es un sueño que está desde el principio, le metimos valor agregado a un cultivo que solo crece acá.»
En un contexto donde los consumidores buscan cada vez más información sobre lo que comen, herramientas como el etiquetado frontal ayudan a diferenciar los productos genuinos. «Pasó mucho que algunos productos que se vendían como sanos por tener una etiqueta verde, después tenían cinco octógonos», señala Diego. Frente a esto, recomienda: «Lo mejor que podemos hacer para darnos cuenta es acercarnos a comprar a lugares que realmente tienen consciencia, que saben de dónde vienen los alimentos y cómo están hechos. En Tandil hay muchos almacenes saludables que hacen una muy buena selección. También se puede remitir a los ingredientes. Cuando agarrás un paquete de nuestros fideos, ves que tiene harina de trigo candeal y verduras, nada más.»
Aunque Doña Dominga ya tiene un público fiel, todavía hay mucho por recorrer. «Nosotros comenzamos hace ocho años, solemos estar en la Feria del Parque en Semana Santa, y siempre nos descubre mucha gente. Lleva su tiempo darse a conocer.» En ese camino, valora no solo el crecimiento propio, sino el avance del ecosistema local: «Creo que lo de la certificación orgánica es trascendente, no solo para nosotros sino para Tandil, que ya tiene la cuarta empresa certificada. De a poco se está empezando a gestar un polo.»
El compromiso de Diego y Josefina sigue siendo el mismo que al principio: impulsar una alimentación saludable, responsable y consciente. Y hacerlo, como lo soñaron, desde su ciudad.
Para más información sobre Doña Dominga y sus productos, se puede visitar su Instagram: @fideosdominga