Una es una gran ensayista y la otra, una formidable autora de libros de ficción. Junta, lograron un diálogo único, entretenido y también distendido entre dos generaciones de escritoras. Esther Díaz y Gabriela Cabezón Cámara por primera vez se cruzaron en un escenario en público para conversar sobre diversos temas como el tiempo, los cuerpos, las mujeres y el desafío de empatizar con los demás en un mundo que propone muchas veces lo contrario. Fue ayer en el Filba.

La charla fue muy espontánea y dio sus frutos. En poco más de una hora se produjo un intercambio de ideas tan fluido y dinámico entre dos escritoras que nunca se habían juntado pero parecía que se conocían desde toda la vida: hubo varios pasajes de humor y, por supuesto, hablaron de filosofía y literatura este viernes en el auditorio del Malba, en el marco del Filba 2025.
Filósofa y ensayista de pura cepa, Esther Díaz publicó este año Una filosofía de la vejez, un sorpresivo ensayo que alude a la sexualidad de la mujer en su última etapa.
En cambio, We Are Green and Trembling, la versión traducida al inglés de Las niñas del naranjel (2024), la última novela de Cabezón Cámara, quedó nominada para el prestigioso National Book Award. El próximo 7 de octubre se conocerán los finalistas y el 19 de noviembre, la obra ganadora.
Un momento precioso
¿Para qué escribir?”, abrió la charla la periodista Soledad Vallejos, quien ofició de moderadora, quien además señaló que la palabra alter es uno de los principales ejes del Filba 2025.
“Cuando era muy pequeñita, mis padres me contaban historias. Siempre eran las mismas. Me acuerdo que hablaba de un nene que se llamaba Oscarcito, que corría, corría y corría. No me acuerdo quién era Oscarcito y por qué corría. Ese momento era precioso”, reconoció Cabezón Cámara.
Y continuó: “Enseguida, mis padres se dieron cuenta que me gustaba leer. Mis viejos, que eran obreros, compraron una colección de libros de editorial Sygmar. Tenían una tapas muy dibujadas, cuadradas y bien duras, un estilo de dibujo tipo Disney y quedó completamente anacrónico”.
“Ahí empecé a entrar a un mundo más interesante lleno de lecturas y donde había órdenes distintos: el orden de la magia, el de la aventura, algo en algun sentido compresible o que fuera maravilloso”.
“¿Para qué escribir? Para esto, para estar en otro mundo, para charlar con gente que puede estar viva o muerta. Para vivir”, resumió Cabezón Cámara.
También dijo que tanto la escritora como la lectura son antídotos para alejarse de las adicciones al celular o a las redes sociales. “Un libro es otro mundo y lo siento físicamente. No sólo para la salud mental, para vivir”, enfatizó.
Luego, llegó el turno de Esther Diaz. “Nunca se me ocurrió pensar para qué escribir. Es la primera vez que me hacen la pregunta”.
Y siguió con una extensa reflexión: “Escribir era mi manera de vivir cuando era chiquita: cuando aprendí a leer y a escribir tenía 5-6 años, me acuerdo que escribí un cuaderno completo de poesías pero mis padres ni siquiera habían ido al colegio. “Me salía escribir poesía pero yo no me dediqué a la poesía”, reconoció.
“Algunas maestras se dieron cuenta que tenía algunas cosas diferentes. Decían que era una lástima que tuviera que ir al colegio e forma regular si tiene posibilidades para dar libre”, recordó la filósofa y ensayista. “Entonces, di uno o dos años libres. Siempre estuve desfasada de las compañeras y compañeros”.
Ascenso social
Ester Diaz dijo que “la única posibilidad de tener un ascenso social es a través del estudio pero las mujeres, no: se echaban a perder. Y como vivía en Ituzaingó, para hacer el secundario tenía que tomar el tren pero mis padres me querían agarradita, cerca. Por eso, me dijeron que tenia que ir a estudiar piano”, relató.
Esther Diaz descubrió la filosofía a partir de una enciclopedia en la que había una imagen de Sócrates recostado. Luego, vendría el verdugo para matarlo con un veneno llamado cicuta. Sócrates prefirió hablar de filosofía con sus amigos a pesar de que una muerte temprana lo estaba azotando.
Díaz quedó fascinada con aquella historia: “Me gustaba la filosofía, fue mi primer lampazo, pero siempre seguía escribiendo”.
También dijo que las monjas del colegio le leían poesía cuando era pequeña. “Cuando pude manejar la herramienta quise escribir poesía”. Su primer dibujo era de la Vaca Aurora; apareció en el concurso de la revista Mundo Infantil.
“A los 26 años estaba casada y con mis hijos. Estaba en la casi mitad de la vida. Nací en 1939: en aquel momento, la vida esperable era de 60-65 años”, recordó Díaz y siguió: “Pensaba que ya estaba vieja para estudiar. Para mí era un estigma”.

“Estudié filosofía para escribir, pero no podía vivir de la escritura, tenía que dar clases. Por eso, me puse a escribir libros de ensayos con ese motivo”, recordó Esther Díaz.
“Durante 30 años escribí filosofía, pero ahora por suerte soy mucho más vieja y mucho más libre que cuando tenía hijos, ni hablar cuando tuve marido… Por suerte me pude dar el gusto que no me di de adolescente: estoy encerrada con mis libros, mi computadora y con mi música y nadie viene a joderme para decirme que deje todo eso para ir a lavar los platos”, bromeó Díaz, ante los aplausos generalizados en el auditorio del Malba,
¿Entre filosofía y literatura, hasta qué punto se nutre una en el campo de la otra?”, preguntó Vallejos.
«En la UBA, a Filosofía y Letras le dicen Filo. Es perfecto, es lo que yo siento, no las puedo ver separadas. Es la historia de mi vida”, dijo la filósofa de 85 años, protagonista excluyente de la charla.
“En mi escritorio, del lado derecho tengo todos los libros de filosofía, y del izquierdo, los de literatura. Una vez los conté: tengo 2.000 libros, pero sigo comprando hasta que la cosa se puso incómoda: más de dos mil libros no puedo tener ahí”, agregó.
El deseo inmortal
Sobre Una filosofía de la vejez, su último libro, dijo que “el deseo no muere nunca: nace con nosotros y muere por nosotros. Es más difícil para las mujeres que estamos bajo la ética del patriarcado. Posiblemente, para el hombre sea más fácil”, sentenció.
“Leo algo de filosofía -reconoció Cabezón Cámara-, pero debo confesar que mientras lo estoy leyendo, siento que algo me ilumina y que algo entiendo. Cierro el libro y no entendí un carajo”, señaló, entre risas del público.
«Pero, cuando escribo, pasa algo muy loco: yo digo que pienso con los dedos y algo de eso que leí sí aparece. Creo que esto pasa porque cuando escribís literatura es como dejarte atravesar por algo que no sos vos. Ahí vamos con el alter, el tema del festival”, aseguró la docente y escritora.
“Escribir es dejarse atravesar por lo otro.”, resumió Cabezón Cámara y completó su idea: «Sucede que, cuando estás escribiendo, aparecen imágenes, asociaciones de palabras que no siempre son por causas lógica. Como no tenés que justificarlas porque es ficción y puede aparecer cualquier cosa, hay mucha libertad ahí. Podés asociar palabras por cuestiones musicales o fonéticas y de golpe aparecen sentidos nuevos que van aconteciendo en la escritura”, detalló.

¿Dónde busca los temas para inspirarse y convertirlos en obras literarias? “Estamos en una crisis planetaria, lo que está en crisis son todas las formas de vida complejas de la tierra. Necesitamos otras imágenes, otros saberes, otras formas de vivir. Hoy busco donde hay otra gente viviendo de otra manera”, aseguró Cabezón Cámara.
“¿Están escribiendo actualmente?”, quiso saber Vallejos.
“Yo soy Magoo –dijo Cabezón Cámara, entre risas, y continuó–. Cuando voy caminando todo se va cayendo”.
«También están los viajes, que son muy ‘desestructurantes’: cuando tengo avanzado un libro, sí, puedo escribir en cualquier parte, en los trenes, en los bondis, etc. Cuando un libro arrancó, tiene vida propia, pero, cuando no, es sobreponerse a la frustración de cada día, volver a intentarlo y algún día sale”, reconoció.
“Voy intentando un montón de cosas hasta que una cobra vida, y cuando cobra vida, el doy a esa”, completó la autora de la novela La Virgen Cabeza.
“En mi caso, tengo más necesidad de leer que de escribir. Es decir, no puedo pasar un día sin leer pero sí un día sin escribir”, admitió Esther Díaz.
¿El secreto? “Cuando voy leyendo voy tomando notas, eso me sirve como insumo cuando escribo”
“Todavía estoy difundiendo Una filosofía de la vejez porque apareció hace dos meses”, advirtió la autora. “Por suerte va a salir la segunda edición”, añadió.
“Como yo hablo de los estoicos, desde la editorial me pidieron que escribiera un libro de cómo serían los estoicos hoy en día, en este quilombo en que vivimos. Es lindo, pero estoy agotada”, concluyó la charla Esther Díaz.