Se conocen desde que eran chicos, y comparten a menudo eventos en los que se divierten. Dionisio y Matilda, hijos de Flavio Mendoza y Luciana Salazar, forjaron una intensa amistad en base al cariño de sus padres.
“Con la mamá somos muy amigos. No sé que pasará con ellos porque la vida es larga, pero siempre que podemos tratamos de juntarlos”, afirmó el artista a Revista GENTE.

“Reíte con esto… Así como me ves, tengo una mirada antigua. Siempre le digo a Dio que él debe cuidar a Matilda. Y me responde: ‘Pero si tenemos la misma edad’. Y yo le retruco que lo tiene que hacer porque ella es mujer. ¡Mirá qué antiguo soy! A veces Matilda lo tiene cagando, porque es tremenda. La amo”, cuenta entre risas.

Y se mete en una divertida anécdota que pinta fielmente las diferencias que tienen con la mamá de ella a la hora de ser: “Cada vez que me la traigo, hace todo lo que no puede con Luciana. Le doy copo de nieve, pochoclo, le sacó el vestido de volados, le pongo un buzo de Dionisio y que vaya a revolcarse por ahí”.

“El otro día los llevé a los dos cuando estrenó Blancanieves. Obvio que Luciana me la mandó vestida de Blancanieves. Todo divino, pero ella quería treparse por ahí. Así que le anudé el vestido y la mande a treparse”, confesó sobre el gesto “de tío buena onda” que tuvo.

En tanto, reconoció que hasta elaboró una estrategia con la niña para poner en marcha en caso de que la modelo pregunte qué pasó: “Cualquier cosa, si pregunta mamá, le decís que se te enganchó”, es la frase que le dijo Flavio a Matilda para que ponga como excusa.
El estricto método de crianza que Flavio Mendoza le imparte a su hijo Dionisio
A sus siete años, el hijo de Flavio Mendoza ya conoce el estrellato de una forma que su propio padre, una figura icónica del espectáculo, tardó décadas en alcanzar. A pesar de todo, este pequeño se destaca por ser «muy sociable», demostrando que la fama no le ha restado su esencia infantil.
“Dionisio hace doble escolaridad. A mí me parece que es un montón, pero tiene de todo: natación, acrobacia, fútbol… con un padre vedette. La tecnología la usa hasta ahí. Él no me toca el celular porque sabe que es de adulto. Y cuando me pregunta por qué otros nenes lo usan, le digo que está mal. Por suerte es muy sociable», contó el coreógrafo a Revista GENTE al hablar del pequeño de siete años.

Y enfatizó, entre risas: «Yo estuve 45 años para ser tapa de revista y él a los 15 días ya lo era. Está viviendo una vida totalmente diferente. Por eso lo sostengo con los pies en la tierra; me gusta que sea un nene bueno, generoso y humilde».
«Soy un papá estricto. Por ahí le digo que no a algunas cosas y después las terminó haciendo porque él me puede, pero lo que trato es que la disciplina y la rutina existan. Si no tiene ganas de ir a acrobacia un día, le adelanto que por ahí otro día puede faltar, pero ése no. La generación de hoy, y lo veo porque tengo escuela de danza, se aburre de las cosas y las deja. O cambia de una clase a otra. No hay una disciplina, algo con lo que no concuerdo. No pueden hacer lo que quieran, porque sino nunca van a encontrar lo que les guste», agregó.

Sobre el día a día, detalló: «Ahora lo puse a leer libros. Obvio que a él no le interesa, porque hay cosas tecnológicas que le llaman la atención. Le di un libro de Andrew Lloyd Webber, un escritor increíble que hizo unas obras tremendas. Para engancharlo antes le cuento sobre qué vamos a leer. Avanzamos unas tres páginas por día. Después de la lectura vuelvo a explicarle todo, con el objetivo de que pueda sentir ese sabor que tiene leer un libro. Yo no fui de hacerlo en mi infancia, pero siento que hay cosas que tiene que hacer sí o sí, y yo estoy para motivarlo».