Lo de Hansi Flick con el barcelonismo ha sido un flechazo, un amor a primera vista. Ya el 31 de agosto, cuando el Valladolid se llevó siete goles de Montjuïc, un sector amplio de la grada coreó el nombre del entrenador alemán. Al público le gustó desde el principio lo que veía. Ambición, fútbol ofensivo, entusiasmo, jovialidad, voracidad y un optimismo no contaminado de rencillas. Todo eso es lo que transmitía un Flick que ha llevado al Barça a tener posibilidades en todas las competiciones entrados en el mes de febrero. Campeones de la Supercopa, semifinalistas de Copa, peleando en la Liga y en octavos de la Champions, su equipo ha superado el bache de resultados que le descabalgó de la cabeza del torneo de la regularidad con otra serie de actuaciones alucinantes. 37 goles acumula el Barça en los 10 partidos disputados este año, a 3,7 por encuentro.
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