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miércoles, febrero 5, 2025

Fue cantante de Agapornis, pero se reinventó y hasta se cambió el apellido: hoy Melina Brizuela cuenta su verdad y su increíble historia de vida

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Enviada especial a Pinamar

Lejos de los escenarios, la cumbia y los shows nocturnos, Melina Brizuela pudo volver a conquistar su mundo personal y profesional. En los últimos años logró enfrentarse al dolor más grande se su vida y transformarlo por completo. Sobre ese fuerte proceso advierte: «No fue fácil, pero valió la pena». Todo eso la llevó a hoy ser, sin exagerar, una nueva persona.

De dejar Agapornis, la banda en la que estuvo durante más de una década, al cambio de apellido y su nueva vida en las redes sociales, la ahora influencer o comunicadora o rescatista de animales, todas las facetas que conviven en este ser, se confiesa en una tarde de playa.

Alegre, luminosa y, ante todo sincera, revela cómo vive su presente y cuáles son sus próximos objetivos a conquistar. Además, habla sobre su nuevo amor y la nueva forma de relacionarse que logró con los hombres.

Melina Brizuela en uno de los mejores momentos de su vida habla en Pinamar con revista GENTE.

Melina Brizuela recuerda los motivos por los que dejó Agapornis

—¿Cómo te encuentra el inicio de este año?

—Mi año arrancó en la costa con mi novio y su familia. Estoy en pareja desde hace 7 meses. Yo no soy mucho de salir con gente del medio ni nada de eso. Es el amigo del novio de una amiga y nos conocimos de casualidad. Hace un año había terminado una relación y estaba tranquila, pero cuando el amor cae…

—¿Tenías ganas de enamorarte?

—No, cero. Estaba muy feliz conmigo misma y me gusta que se haya dado de esta manera porque yo siempre elegí parejas desde la carencia y la necesidad de estar con alguien por no poder estar sola. Pude conectar con otra persona estando bien conmigo misma y es súper sano. 

—Y eso va a generar que a relación sea diferente…

—Totalmente. Aparte a mí me gusta la pelea. Yo siempre me vinculé desde esa manera. Así entendí el amor cuando era chica. Era raro al comienzo no pelear. Si quiero buscar pelea no la voy a encontrar. Siempre me vinculé con personas reactivas y por eso encontrar paz en la relación es muy sanador.

—¿A nivel profesional cómo te sentís?

—Encontré mi escenario y mi nuevo micrófono que son las redes sociales y del stream. Ahora este año voy a arrancar en EcoNews que es una plataforma ambiental. Voy a tener un programa vinculado a este tema que me recontra interpela. Estoy muy conectada con el generar contenido. A mí la gente me seguía por ser la cantante de Agapornis y hoy quiero mostrarles cosas copadas y que me sigan por generarles contenido interesante.

La influencer y cantante habla sobre su nuevo amor y el excelente momento que atraviesa.

—Muchos te conocieron cuando estabas en la banda, ¿bancaron este cambio rotundo?

—Fue un plus muy positivo. Muchos me decían que me conocían por la música pero les gustó esta nueva faceta. Obvio que muchos me piden que vuelva. Éramos un grupo muy hermoso y fueron 11 años de transmitir alegría. La banda sigue, pero lo que habíamos generado como grupo ya no está. 

—¿Te quedó algún tipo de nostalgia por haber dejado la banda?

—¡No! Liberé todo. Realmente no tenía más para darle a la banda. Yo lo venía pensando desde mucho tiempo atrás, pero sentía que aún podía. 

—¿Cuál fue el detonante para irte?

—Si a mí me hubiesen dicho que los shows eran a las 6 de la tarde o si podíamos tener un sólo show por día me hubiese quedado porque era algo que yo disfrutaba. Realmente el mundo y el ritmo de la noche no me favorecían. Tampoco me llenaba a nivel profesional. Quería encontrarme desde otro lado a nivel vocal. La música y el escenario dejaron de ser mi deseo. 

—¿Cómo fue tomar una decisión tan grande como esa?

—Fue durísimo. Porque tampoco tenía un plan b. Yo confiaba que al cerrar la etapa el universo me iba a presentar por dónde tenía que ir. No es que mi familia era súper millonaria y me podía pagar una casa. Yo me fui y tenía que seguir pagando el alquiler. Toda mi vida fui un desastre con la guita. Si me hubiese organizado podría haber tenido algo más firme. Me terminé patinando todo.

«Éramos un grupo hermoso», dice la cantante sobre su etapa en Agapornis.

—¿Te arrepentís?

—No suelo arrepentirme porque esas cosas me trajeron hasta acá, pero podría haber sido más consciente. Estoy a tiempo. Tengo muchas ganas de tener estabilidad económica.

Su nueva vida luego de dejar la banda y los desafíos que enfrentó

—¿Cuánto pasó entre que dejaste la banda y encontraste el nuevo camino?

—Desde que empecé a vibrar que no quería estar más fueron dos años. Al toque que me fui me puse a grabar temas míos. Ahí me puse un freno y me pregunté si realmente quería seguir viviendo de la música y ser cantante. Me tomé un respiro y me llamaron de República Z para hacer stream. Me encantó el rol de conductora.

—¿Fantaseabas con una oportunidad así?

—Yo siempre fui muy de la conducción en el show. No me imaginaba no cantando. Me encontré con un micrófono en la mano, hablando de mis experiencias y ayudando a un montón de personas. Ahí empecé a estudiar coaching y conecté mucho con eso. Además hace 10 años que rescato animales y siempre fueron los animales los individuos a los que ayudaba yo. Empecé a conectar con el ser humano y encontré otra faceta. 

—Me decías que las redes sociales también se convirtieron en tu trabajo

—Sí, yo empecé con las redes en 2012. Con Stephanie Demner y Juli Nair Calvo fuimos las primeras influencer. Fue hace un montón. Lo tenía bastante laburado, pero era otra cosa en ese momento. Ahora tenés que estar ahí porque te pasan por encima. Tenés que ser creativa todo el tiempo y buscando cosas nuevas. Tenés que saber editar y en qué m+omento conviene subir todo.

«Me encantó el rol de conductora», confiesa con alegría tras esta experiencia laboral.

—¿No tenés alguien que te ayude?

—No, lo hago todo yo. Mis redes las manejo yo. Yo evalúo las propuestas y todo lo que pasa ahí. Yo estuve 10 años muy enfocada en la banda y me perdí todo este costado. Me estoy encontrando ahora con esta novedad de lo que son las redes. Tengo muchos seguidores, pero la mayoría son por Agapornis. Este año quiero generar una comunidad por el contenido que estoy generando.

—¿Qué quisieras comunicar desde esa plataforma?

—Bienestar. Yo conecté mucho en estos años con el wellness por un tema de salud mental y física. También voy a estudiar constelaciones familiares. Soy una mina que ama la terapia y lo hago desde muy chica. Ahora necesito más conectar con mi salud espiritual y energética.

«Soy una mina que ama la terapia», cuenta en medio de su despertar espiritual.

—¿Cuándo comenzaste este recorrido espiritual?

—Toda la vida. Yo era católica y para mí la fe es espiritualismo. Obviamente cada uno cree en lo que quiere. Yo dejé de creer en la iglesia cuando falleció mi abuela. Sí creo que hay un Dios y creo en la espiritualidad. Me encantaría que la gente pueda conectar con esto desde el lugar que lo sienta.

—¿Fue un quiebre dejar de creer en la iglesia?

—Y… Me cuesta creer en las cosas que están manejada por seres humanos y más por hombres. Para mí el hombre fue un enemigo toda la vida. Imaginate que yo era una niña abandonada a los dos años por un padre que se fue. Fueron muchos años de terapia.

Cómo fue el reencuentro con su progenitor a sus 30 años

—¿Tenés algún tipo de recuerdo de él?

—De chica no, pero lo conocí a los 30 años y ahora tenemos vínculo. Yo ahora me cambié de apellido. Brizuela es de mi papá de corazón.

—¿Con tu progenitor se ven seguido?

—No porque él vive en Corrientes. Cada tanto nos mandamos mensajitos para ver cómo estamos y listo.

—¿Tuviste la oportunidad de preguntarle por qué te abandonó?

—Sí, la primera vez que nos vimos estuvimos 3 horas hablando. Lo busqué yo en pandemia. Me dijo que no había podido quedarse porque no tuvo las herramientas para hacerlo. Yo le dije que lo perdonaba y le agradecía por haberme dado la vida. Realmente sin él yo no estaría acá. Fue un proceso muy sanador porque dejé de estar enojada. Ahí empecé a sanar mi relación con los hombres. Me costaba muchísimo porque los veía como enemigos.

«Sin él no estaría acá», reflexiona Melina sobre su progenitor.

—¿Qué rol tuvo tu mamá en esta situación?

—Mi mamá estuvo siempre y jamás me habló mal de mi papá. Fue la primera que cuando le dije que quería conocerlo me dijo: «Hija, es el momento de que hagas tu historia».

—¿Cómo fue la búsqueda?

—Yo tenía un contacto con un primo mío. Le pregunté si me podía pasar su teléfono y lo llamé. 

—¿Cómo fue ese encuentro?

—Muy flashero porque se parece mucho a mí con los ojos redondos, frente ancha… Lo vi y me di cuenta de dónde había sacado esas cosas. También le pregunté muchas cosas a nivel salud. Me afectaba mucho no saber esa parte porque soy muy hipocondríaca. Necesitaba saber si tenía herencia de alguna enfermedad. También sé que tengo hermanos. Él pudo armar una familia. Hoy tiene una mujer y tres hijos. 

A sus 30 años Melina decidió reencontrarse con su progenitor.

—¿Te genera algo verlo con una nueva familia?

—Está todo bien. Me pregunté mil veces por qué formó una familia con otros y conmigo no. Fue mucho trabajo. Yo soy escorpiana… Me meto en la profundidad de todo. Es la única manera. Va a doler un montón, pero vale la pena. No es fácil. 

—¿Esto permitió esta nueva versión tuya?

—Totalmente. Me empecé a vincular desde otro lado. Con mi expareja aprendí a amar con más libertad. Yo tenía fobia a que se vaya. Tenía siempre miedo. Aprendí que está bueno elegir quedarse y que no tiene que ser una obligación. Me acomodó el sistema familiar. 

«Aprendí que está bueno elegir quedarse», asegura tras su gran proceso personal.

Cómo fue el proceso de cambiar de apellido y cómo vive ser una nueva persona

—¿Todo eso te llevó a cambiarte el apellido?

—Ese proceso lo comencé en 2023. Yo no sabía que existe la adopción por integración. Es cuando te querés quitar el apellido de tu progenitor y te podés poner el de tu mamá o el de tu papá de crianza. Eso llevó aproximadamente 1 año.

—¿Fue muy tedioso realizarlo?

—No porque se ocuparon las abogadas. Yo sólo firmaba lo que ellas me decían. Sí me dio un poco de fiaca porque si mi papá biológico mandaba los papeles firmados era más simple. Se puede hacer igual sin la firma, pero teniéndola se facilitan las cosas.

Melina relató cómo es el trámite legal para cambiarse de apellido.

—¿Cuál fue su reacción cuando le dijiste?

—Me firmó todos los papeles. Sólo me bromeó diciendo: «¿Cómo te voy a reconocer ahora que no sos más Lezcano?». ¡Ay, querido! No me reconoció durante 30 años y me hace esta pregunta ahora (risas). 

—Más allá del trámite, ¿qué te generó el cambio de apellido?

—Soy una persona nueva. Me cambié el apellido, volví a mi color original de pelo y me bajé del escenario. 

—También tuviste que explicar a tus seguidores y a quienes te conocían que ya no eras más Melina Lezcano

—Uf… Lo re sufrí. Después entendí que la gente tiene que encasillarte en algo. Yo era Melina Lezcano, la cantante de Agapornis. Ahora soy Mel Brizuela, la cantante, comunicadora, defensora de animales… Soy un montón de cosas. Yo me acostumbré que Mel Lezcano dejó de existir.

«Soy una persona nueva», dice con total alegría tras haber dejado atrás el apellido Lezcano.

—Hiciste tu propio funeral y renaciste

—Sí, fue así. Hice un pequeño ritual en el que quemé mi antiguo DNI. Agradecí un montón porque fui feliz. Justo el trámite cayó el luna llena. Armé un espacio con unas velitas y agradecí. Voy a estar siempre agradecida a Mel Lezcano. Hoy soy quien soy gracias a ella, pero hoy decido ser Mel Brizuela. Hoy decido conectar desde mi corazón y no desde lo que tiene que ser. Mel Lezcano estaba condicionada por el deber ser. 

—¿Cómo fue la reacción de tu mamá?

—Ella está feliz. Pensá que con mi papá está hace 30 años. Tengo una hermana de parte de ellos. Yo a él lo conozco desde los 3 años. No conozco otro tipo de vínculo de padre-hija. Por eso me llama la atención que esos dos primeros años de vida me hayan marcado tanto cuando el resto de mi vida tuve una familia hermosa. Yo me crié con mucho amor y mis papás uniendo su amor.

—¿Por qué creés que lo viviste así?

—Porque las cosas duras siempre marcan. Además no se necesita tanta cantidad de tiempo para generar un trauma en una criatura. 

«Voy a estar siempre agradecida a Mel Lezcano», expresa con sinceridad luego de cambiar su apellido por Brizuela.

—Podrías haberte puesto el apellido de tu mamá y decidiste ponerte el de él

—Sí, él se llama Tirso Brizuela. Imaginate que estaba feliz. Desde chica lo quería hacer, pero antes era muy caro. Él siempre me decía que no necesitaba que yo tuviera su apellido para ser su hija. Yo nunca fui para él la hija de su esposa. Esta decisión fue un regalo para él.

—¿Hubo celebración familiar?

—¡Re! Aparte fue cerca del día del padre y cuando me llegó el DNI fue cerca de Navidad. Lo festejamos todos en familia. Fue re lindo.

—¿Ahora qué sigue para vos después de estos grandes cambios?

—Voy a seguir trabajando con marcas y redes sociales. Voy a trabajar en radio durante el año. Quiero empezar a levantarme temprano porque me cuesta mucho, entrenar y hacer yoga. Mi mejor amiga Fio es entrenadora y yo soy entrenadora en entrenamiento funcional. Juntas tenemos un dúo de entrenamiento que se llama Fimel. Queremos ampliarlo y que no sólo sea salud física. Queremos armar una comunidad muy grande y hasta tener un espacio físico para ese encuentro.

Fotos: Rocío Bustos

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Redacción

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