En medio del ritmo agitado de la Exposición Rural de Palermo, hay un espacio donde el humo de las brasas y el aroma a carne asada cambian el aire. Parrillas encendidas, cocineros en acción, mesas compartidas y cortes que se sirven al paso, pero con calidad de restaurante. En el corazón del recorrido tradicional, una propuesta gastronómica rompe con lo habitual y gana cada vez más terreno.
Instalado desde el año pasado en el patio conocido como “Los Lápices”, junto a la pista central, el Patio Brangus llegó para ofrecer comida al paso con excelencia. En su primera edición, se sirvieron quince mil choripanes, cinco mil kilos de bife y se consumieron dos mil kilos de leña por día. Este año, con la experiencia más afianzada y una propuesta ampliada, la organización proyecta un crecimiento del 20%.
“La idea era desafiar la creencia de que no se puede comer al paso y con buena calidad, porque en Palermo hay alternativas de comida rápida que a veces no satisfacen a los paladares más exigentes. Y si no, tenés que sentarte en un restaurante, lo cual lleva mucho tiempo, tiene un alto costo y no es para todo el mundo”, explicó Martín Goldstein, directivo de la Asociación Argentina de Brangus y uno de los impulsores del proyecto. “Queríamos encontrar el punto medio: comida rápida, pero con la mejor calidad posible”, agregó.
El desafío los llevó a trabajar junto a los hermanos Petersen, con quienes Brangus ya tenía una relación de más de una década. “El año pasado fue el año de los errores —reconoce Goldstein—, porque cuando arrancás algo así por primera vez te equivocás un montón. Pero este año todo está más afinado. Los espacios, la oferta de productos, la atención. Todo está muy bien”.
La puesta en escena acompaña esa intención: una estructura central de vidrio y hierro negro, llamada Casa Brangus, funciona como sala de reuniones, espacio de descanso y carta de presentación. Adentro, mesas rústicas, sillas de madera y decoración criolla crean un ambiente cálido, lejos del apuro y la improvisación. Este lugar está pensado para recibir autoridades, delegaciones extranjeras y criadores de todo el país. Ahí se sirven desayunos, almuerzos o comidas a la tarde con atención personalizada.
A pocos pasos, comienza el pasillo gastronómico. Una hilera de puestos ofrece cortes típicos argentinos cocinados a la vista. Parrillas reconocidas como La Julia, La Valiente, Don Julio, El Criollo, entre otras, presentan sus versiones de vacío, costilla, chorizo, morcilla, provoleta y empanadas.
“El producto estrella es el sándwich de carne. Lo llamamos pan y carne, así de simple: si el pan es bueno y la carne también, no necesitás más nada”, resumió Goldstein. También se ofrece un choripán “distinto a todos”, hamburguesas, empanadas, y este año se sumaron los sándwiches de milanesa de carne y pollo que elaboran los Petersen en su planta. También hay propuesta dulce: medialunas y pastelería, con café de especialidad. “Esto es un café de supercalidad, café italiano, con una buena máquina, con un barista que sabe hacer el café y todo está al paso”, describió.
Además de la comida, propone contenidos y actividades. Hay un pequeño escenario con pantalla LED, tribunas techadas y programación diaria que incluye charlas, presentaciones de fundaciones, concursos de parrilleros y entrevistas abiertas. “Todo es dinámico, al paso, sin PowerPoint ni conferencias largas. Buscamos interacción con la gente”, dijo Goldstein.
Este año, por ejemplo, se programó una charla con el filósofo Miguel Wiñazki, el periodista Pietro Sorba y los hermanos Petersen, donde se hablará del valor cultural de la carne argentina. También se organizará un concurso federal de parrilleros, con más de 20 asadores de todo el país compitiendo amistosamente por el mejor asado.
A lo largo de los días, también hay lugar para las causas sociales. La fundación Bienvenidos a mi Pueblo —que trabaja trasladando personas sin trabajo desde el conurbano a pueblos del interior para reinsertarlas laboralmente— tendrá su presentación dentro del programa. Además, Brangus explicó que aprovecha el espacio para difundir el trabajo de la raza, compartir contenidos institucionales y proyectar videos de las cabañas participantes.
En total, el Patio Brangus ocupa 1200 metros cuadrados en un camino obligado entre la pista central y uno de los ingresos a la muestra, sobre Juncal. “Por ahí pasan decenas de miles de personas por día. Y eso es clave para nosotros, porque si bien no vendemos nada como raza, sí buscamos posicionar a Brangus como sinónimo de calidad. Lo que se sirve en cada plato es carne Brangus, y la gente lo nota”, afirmó Goldstein.
El año pasado, el emprendimiento fue el de mayor facturación gastronómica de toda la Rural. Este año, si el clima acompaña, esperan repetir o superar ese logro. “A pesar de que los gramos de carne son muchos más, la calidad mucho más, así y todo es más barato. Por eso hay colas que tratamos de remediar con una cantidad de cajas y QR, pero bueno, el precio del éxito es que hay un poco de cola y eso nos gusta”, concluyó.