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miércoles, noviembre 5, 2025

Fuga hacia adelante, la explicación del triunfo libertario

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“Me enteré de que tenía que ir a votar el día anterior”, dice Francisco Jiménez, 32 años, vecino del barrio porteño de Villa Soldati y miembro fundador de los Rappi Milei, un grupo de trabajadores de apps de delivery que en 2023 hacía campaña poniendo boletas y volantes del entonces candidato libertario en las bolsas de comida que repartían. Por entonces, las promesas de desregulación económica generaban entusiasmo en ese sector de la sociedad. Jiménez mismo acudió al “funeral” del Banco Central que los militantes libertarios hicieron cuando Javier Milei salió victorioso en las elecciones. Hoy, con una economía parada y denuncisa de corrupción como telón de fondo, la euforia parece haber disminuido. Los votos, no tanto.

“Yo no llego a fin de mes y laburo mucho: me metí a hacer mensajería por mi cuenta, hago Pedidos Ya, hago otras aplicaciones que hay nuevas de delivery, pero las cosas aumentan. Hoy en día no estamos re bien, pero bueno, hace poco que (Milei) está gobernando y hay que esperar un poco más”, dice Jiménez, que votó por los candidatos porteños de La Libertad Avanza (LLA), que considera “lo único bueno que hay, porque lo demás es más de lo mismo y sinceramente ya demasiado estuvo y demasiado daño hizo”.

Como Jiménez, muchos argentinos acudieron a las urnas el domingo pasado con sus finanzas personales en mal estado, pero aún así el 41% de ellos eligió marcar a los candidatos violetas. Juan Courel, presidente de la consultora Alaska Discurso y Estrategia, admitió que la magnitud del resultado lo sorprendió, sobre todo porque la arrasadora victoria de LLA se dio “en el peor momento de aprobación del presidente desde que asumió su mandato”.

“Acorralado por la suba del dólar, que no logró contener antes de la elección; por las denuncias de corrupción, con un nombre en la boleta de la provincia de Buenos Aires de un candidato que se había bajado denunciado por narcotráfico; sin capacidad de instalar agenda, (Milei) obtiene este resultado”, dice Courel.

Para el consultor, los guarismos representan “una reacción de una porción mayoritaria de la sociedad argentina al rechazo que le provoca el recuerdo del último gobierno y creo que esa es la principal explicación. Todavía hoy, a pesar de los problemas que afronta Milei, la mayoría de la gente prefiere un cambio respecto de lo que gobernó la Argentina hasta el 10 de diciembre del 23”.

Según Courel, el desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires (que tuvo sus elecciones legislativas locales el 7 de septiembre y las nacionales, como el resto del país, el 26 de octubre) “ayudó a alertar al votante antiperonista que en este momento es mayoritario”.

“Funcionó como un despertador que hizo que pudiera aumentar la participación”, afirma. De hecho, en la provincia de Buenos Aires, lo que explica la victoria no son votantes del peronismo en septiembre que se hayan “dado vuelta”, sino nuevos votantes de LLA. En comparación con las elecciones provinciales, LLA logró sumar 881.417 votos: un crecimiento del 32%. En tanto, en el caso de Fuerza Patria, perdió 261.592 votos, que pueden deducirse, al menos en parte, por los extranjeros que no tienen posibilidad de votar en elecciones nacionales.

El rol del rescate de Donald Trump también fue fundamental: aunque los votantes consultados por Río Negro no lo mencionaron, el salvataje del gobierno estadounidense fue determinante para ahuyentar a un caos económico, ya que, en la previa a las elecciones, el programa libertario estaba completamente agotado. Trump había amenazado con retirar la asistencia en caso de que el mileísmo perdiera en los comicios, algo que varios dirigentes de la oposición interpretaron como una extorsión. Lo cierto es que los dólares que el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, volcó al mercado de cambios evitaron una devaluación a la que el electorado votó no volver.

Según Lara Goyburu, directora Ejecutiva en Management & Fit, el 41% de los argentinos que votó LLA optó por “un futuro un poco más certero” y no por “la vuelta al pasado reciente”. “Quienes encabezaban o formaban parte de esas listas eran quienes habían revisado la política en los últimos 20 años, miraras la lista que miraras y ahí hubo una opción del electorado argentino de decir, ‘bueno, esto yo ya no lo quiero más, opto por una opción de futuro que puede llegar a ser incierta, pero el pasado ya lo conozco, ya sé lo que es y hacia ahí no quiero volver’”, afirma la politóloga para quien, además, el voto fue “puramente económico”.

El último año del gobierno de Alberto Fernández terminó con una inflación que superó el 200%, la mayor en tres décadas. La inflación interanual, en septiembre de este año, fue de 31,8%, un resultado que se obtuvo a costa de una caída de la destrucción del consumo, los empleos y las empresas.

Según Goyburu, la racionalidad del votante puede resumirse en: “Hoy no estoy bien, pero si lo que me van a proponer en términos económicos es volver a la inflación de los últimos 10 años, eso no es lo que quiero y si miro las listas, son las propuestas las personas son las que protagonizaron eso”. “Creo que lo que terminó de prender fue ‘hicimos este sacrificio hasta acá. La propuesta es volver a lo anterior, la costa anterior claramente no me gusta, sigamos nadando a ver qué pasa’”, agregó.

Varios analistas recuperaron el concepto de “fuga hacia adelante”, utilizado por Vicente Palermo y Marcos Novaro en Política y poder en el gobierno de Menem para analizar por qué el electorado apoyó las reformas neoliberales de Carlos Menem a principios de los 90. Según el libro aparecido en 1996, la hiperinflación creó un terreno fértil para que la población apoyara las brutales reformas del menemismo, cuyos costos fueron “percibidos como ostensiblemente inferiores a los de retroceder, dado que retroceder supone caer en una recidiva hiperinflacionaria”. “El impacto de la experiencia hiperinflacionaria fue, en suma, crucial para la configuración del consenso de fuga hacia adelante: creó, en los sectores populares, intensas demandas de orden”, afirman Palermo y Novaro.

El día de los comicios, afuera del Hotel Libertador, varios de los votantes más convencidos repitieron la idea. Entre bengalas de humo violeta, cornetas y bocinazos, Oscar Alfredo, de 64 años, destacaba con su sombrero fedora, su espeso bigote y una camiseta descolorida con el lema “Milei 2021”, una reliquia de la primera campaña del libertario al Congreso.

Alfredo, un excamionero que quedó discapacitado tras un accidente, ahora se desplaza con bastones ortopédicos. Defendió los recortes de Milei a las jubilaciones y las prestaciones por discapacidad, a pesar de que lo afectaron personalmente. “La vivo peleando. Para mí ¿te creés que no está mal la vida? Sí que está mal. Estoy ajustado y estoy apretado de todos lados. Pero bueno, tengo que adaptarme”, dijo Alfredo.

Redacción

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