Desde siglos atrás, el humo blanco simboliza que hay nuevo Papa. Pero hoy ese ritual combina tradición con tecnología para que el mensaje llegue claro al mundo.
Uno de los momentos más esperados durante un cónclave papal es la aparición del humo blanco, señal inequívoca de que el Vaticano ya tiene nuevo Papa. Aunque el ritual mantiene su raíz simbólica y tradicional, en la actualidad se apoya en tecnología moderna para evitar confusiones.
Durante siglos, el humo blanco de la fumata papal se lograba al quemar las papeletas de votación junto con paja húmeda, lo que generaba una nube blanca. Pero ese método no siempre era confiable: la visibilidad variaba según el clima o la hora del día, y en más de una ocasión la humareda generó dudas en la multitud.
Todo cambió tras la elección de Benedicto XVI, cuando el Vaticano decidió modernizar el sistema. Desde 2013, con la llegada del Papa Francisco, se incorporó una segunda estufa con cartuchos químicos —similares a bengalas— capaces de generar humo blanco o negro de forma clara.
El dispositivo funciona con una doble llave y un botón que activan los cartuchos correctos, lo que asegura que no haya margen de error: humo blanco si hay nuevo Papa, humo negro si la votación aún no alcanza consenso.
Así, el Vaticano mantiene viva una de sus tradiciones más emblemáticas, pero adaptada a los tiempos modernos, para que millones de fieles en todo el mundo comprendan el mensaje sin confusión.