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sábado, octubre 25, 2025

Gabriel Puricelli: «Representamos una izquierda que no teme hablar de equilibrio fiscal»

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En una Buenos Aires a dos semanas de sus elecciones, Gabriel Puricelli camina la campaa con odo de investigador y paciencia militante. Dice que en las esquinas de la Capital «hay ms antimilesmo que antipoltica«. Puricelli, socilogo y candidato a diputado nacional por Movimiento Ciudadano, un nuevo espacio, est convencido de que aflora la necesidad de una izquierda democrtica que «no renuncie ni a la tica de los derechos humanos ni a la responsabilidad fiscal».

Puricelli es porteo y vivi hasta los 27 aos en el Barrio Piedrabuena, en Villa Lugano. Hijo de clase media ascendente de los sesenta y setenta, tuvo una infancia tranquila, atravesada por escuela y tardes de natacin. Su padre, empleado pblico, fue pionero en la informatizacin del sistema previsional; estudi Medicina hasta obtener el ttulo intermedio de tcnico en hemoterapia y, aos despus, complet Anlisis de Sistemas en la UTN, formalizando lo que vena haciendo en el oficio. Su madre trabaj como personal no docente en una escuela normal y, luego, fue ama de casa y sostn fundamental de la familia.

Tras cursar sus estudios en el Nacional Buenos Aires, entre Arquitectura y Sociologa, Puricelli eligi lo segundo: lo intrigaba el «automatismo de lo social», esa trama de reglas que organiza la vida en comn. La democracia que naca encuadr su militancia. Entre 1989 y 1992 fue secretario de Derechos Humanos de la FUBA por la Juventud Universitaria Intransigente y, desde ese rol, impuls la ltima accin callejera contra los indultos: la maratn «Corramos, sale Videla!». Puricelli, como varios de su generacin, pas por el Partido Intransigente, una cuna para la nueva clase poltica democrtica.

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Puricelli impuls la ltima accin callejera contra los indultos: la maratn «Corramos, sale Videla!»

El foco era ntido: combatir la violencia institucional, trabajar para que se dieran de baja los edictos policiales —normas que permitan detenciones arbitrarias por parte de la Polica Federal y eran resabios de la ltima dictadura— y acompaar el reclamo de justicia por Walter Bulacio, el estudiante de 17 aos detenido ilegalmente y asesinado a golpes por la polica en 1991 tras asistir a un recital de Los Redonditos de Ricota.

En 1993 Puricelli fue quinto candidato a diputado del Partido Intransigente por el Frente Grande;Noticias lo seal como «el candidato ms pobre» al comparar declaraciones juradas en la Capital. Ese mismo ao gan la beca de la FURP y recorri Austin, Richmond, Washington, Nueva York y Boston; tambin cruz a Quebec y Montreal. En Washington, l y Mximo Langer —politlogo argentino hoy profesor de Derecho en UCLA— pidieron una reunin con el nico independiente de la Cmara de Representantes: Bernie Sanders. No hubo foto con el congresista, aunque s hubo charla con su jefe de asesores.

Preguntado por el «Bernie Sanders argentino», propone piezas parciales:Oscar Alende por la conexin generacional; Pino Solanas por vigor de movimiento, aunque con un nacionalismo «old style» que no encajara con Sanders. «Ojal hubiera un Bernie criollo 2025; hoy no lo veo«, se sincera.

Tres dcadas despus, Puricelli mantiene vnculo con el ex asesor principal de poltica exterior de Sanders: «Estamos intercambiando informacin sobre el salvataje de Estados Unidos a la Argentina«.

En 1995, curs el programa de verano del Instituto Internacional de Derechos Humanos en Estrasburgo, Francia. Europa fue una confirmacin: «Una inmersin en el Estado de Bienestar», recuerda, alojado junto a grandes complejos de vivienda social.

Desde entonces, las leyes internacionales y el enfoque de derechos se volvieron brjula. Socio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) desde 2009, Puricelli combin anlisis poltico-econmico con gestin pblica: fue jefe de Gabinete en la Direccin General de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entre el 2000 y el 2001.

En el presente coordina elPrograma de Poltica Internacional del Laboratorio de Polticas Pblicas (LPP), fundacin privada que naci de un dilogo con experiencias de cooperacin en Ro de Janeiro. Desde el Laboratorio promovi monitoreos de transporte, un programa de datos abiertos sobre la concesin del subte, debates de urbanismo y polticas de niez.

Como docente, dicta seminarios en la Especializacin en Estudios Contemporneos de Amrica y Europa en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Asimismo, brinda un curso en ingls de Globalizacin y Amrica Latina para estudiantes de intercambio en una institucin privada.

—Cmo va la campaa?

—Est linda la calle en la Capital. Se evidenciael antimilesmo. La recepcin general es buena. Lo interesante son las charlas con votantes que Milei est perdiendo. Hay arrepentidos que dicen: «Lo vot, pero no lo volvera a votar«.

Ese odo para el humor social convive con la memoria militante. Puricelli no se define comooutsider:reivindica a los profesionales de la poltica. En su lectura, el mito deloutsider se corrompi: «Hacer poltica conoutsiders se transform en una experiencia con lmpenes«. De ah se desprende la urgencia: reconstruir un Congreso con reflejos de control en tiempo real, sobre todo en poltica social, ingresos, economa y poltica exterior.

Puricelli reivindica una tradicin que mezcla principios con pragmatismo. De aquellos primeros aos de experiencia poltica, adems del liderazgo de Ral Alfonsn, rescata un canciller «extraordinario», Dante Caputo, y el papel de Susana Ruiz Cerutti, primera mujer al frente de la Cancillera. Esa escuela —activismo diplomtico para blindar democracia y paz— contrasta con lo que describe como el extravo actual: «Con Milei dejamos de tener poltica exterior. Se usan recursos del Estado para promocin personal«.

«Con Milei dejamos de tener poltica exterior. Se usan recursos del Estado para promocin personal»

Su casa poltica actual es el Grupo Paternal, un reagrupamiento de izquierda democrtica que ayuda a construir hace tres aos, en el que conviven exmilitantes del PJ, el PS, la UCR y el PI de su generacin con economistas adems de figuras culturales. Grupo Paternal confluye con Esteban Pauln y Alejandro Katz en Movimiento Ciudadano, en una lista en la que Puricelli es candidato a diputado nacional. En paralelo, una tradicin que hereda el propsito de, entre otros, Proyecto Sur.

Como columnista frecuente —Le Monde Diplomatique, edicin Cono Sur, elDiarioAr, entre otros—, Puricelli insiste en un hilo conductor:el Congreso debe impedir que el Ejecutivo se salga del cauce constitucional.

El Congreso debe impedir que el Ejecutivo se salga del cauce constitucional

La cronologa de su vida opera tambin como apuesta poltica. De la adolescencia en Piedrabuena a la FUBA; de la residencia en Estrasburgo al itinerario FURP con escala en Vermont; del vnculo con el ex asesor principal de poltica exterior de Sanders a la defensa del derecho internacional como poltica de Estado; de los monitoreos de subte a la misin de un Congreso con controles de «tiempo real».

En ese arco se arma su historia: militante laico de derechos humanos, socialista democrtico que no romantiza el dficit y, a la vez, un internacionalista que derriba el reflejo antinorteamericano sin por ello abandonar el antiimperialismo.

—Qu queda de aquel 1993 y de ese captulo de tu vida en Estados Unidos?

El viaje a Estados Unidos me sirvi para reafirmar que el antinorteamericanismo carece de sentido. Estados Unidos es un pas diverso, y oponerse «a los Estados Unidos» en bloque implica tener una visin simplificadora. Ver de cerca la existencia de un progresismo real en su sociedad me ayud a elaborar y reafirmar la idea de queel antiimperialismo no debe confundirse con un rechazo chauvinista a un pas. El tiempo, adems, me da la razn: la resistencia actual contra Trump lo demuestra. Es una sociedad desigual, aunque al mismo tiempo conserva reservas polticas y morales muy fuertes.

El antiimperialismo no debe confundirse con un rechazo chauvinista a un pas

Este modo de pensar de Puricelli atraviesa su recorrido. No hay atajos ni revoluciones en la vspera. Hay prepotencia de trabajo y apuesta por las sutilezas. Prefiere una gramtica de instituciones: Estado profesional sin coartadas corporativas; equilibrio fiscal que no caiga sobre los que menos tienen. Con ese mapa, sale a buscar a un electorado porteo opositor que, segn sus nmeros, supera el 60% y, sin embargo, est subrepresentado.

Puricelli tiene un horizonte: no abandonar la conversacin con quienes todava creen que la democracia puede mejorarse. Hace falta coraje institucional.

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Grupo Paternal confluye con Esteban Pauln y Alejandro Katz en Movimiento Ciudadano, en una lista en la que Puricelli es candidato a diputado nacional.

—Por qu ser diputado nacional hoy?

—Primero, porque, contrariamente a lo que suele afirmarse, la poltica necesita que estemos los militantes polticos, incluidos —aunque no sea mi caso— los polticos profesionales. La poltica requiere personas que se dediquen de manera sistemtica a ella.

Yo nunca dej de hacer poltica, aunque casi nunca lo hice de forma rentada, salvo durante un perodo en el que trabaj junto a Horacio Viqueira, del FREPASO, en el Congreso.

La experiencia de hacer poltica conoutsiders se transform en una experiencia de hacer poltica con lmpenes. La poltica, que ya vena atravesando una fuerte prdida de calidad, entr directamente en un tobogn, y detener esa cada requiere un esfuerzo enorme. Tambin debemos ofrecerle a la ciudadana listas que puedan mirarse al trasluz sin que aparezca ninguna sorpresa desagradable, ni siquiera entre los suplentes.

Se trata de llevar distintos saberes a la Cmara. Consideramos que una de las dimensiones ms funestas de la experiencia de la extrema derecha es la poltica exterior de Milei. Y una de las reas en las que el Congreso ms retrocedi fue en su capacidad para influir sobre la poltica exterior del Poder Ejecutivo.

Si tuviera la posibilidad de ser electo, mi objetivo sera integrar la Comisin de Relaciones Exteriores, con la idea de fortalecer esa influencia y hacer todo lo posible por enderezar la poltica exterior del Gobierno.

La experiencia de hacer poltica conoutsiders se transform en una experiencia de hacer poltica con lmpenes

—En qu se distingue la propuesta de Movimiento Ciudadano del FIT y del progresismo kirchnerista?

—Se distingue del FIT porque nosotros queremos gobernar en las condiciones en que nos toque gobernar. No tenemos un programa pensado para el da en que se den las condiciones ideales y el proletariado haya hecho la revolucin.

Esa diferencia podra sintetizarse con una frase de Jos Ingenieros: «Maana es la mentira piadosa con la que se engaan las voluntades moribundas». En cierto modo, sostener una idea revolucionaria cuando hay polticas de reforma radical al alcance de la mano, viables en las condiciones sociales y tecnolgicas actuales, implica renunciar a transformar el presente.

Lo digo con enorme respeto por el compromiso del FIT con las luchas sociales. Sin embargo, hay una diferencia clara entre la izquierda democrtica y la izquierda revolucionaria. Parte del sentido del Movimiento Ciudadano es precisamente darle voz a muchas personas que han votado al FIT sin compartir su visin ideolgica.

En cuanto al kirchnerismo, creemos que su proyecto tuvo inconsistencias polticas y econmicas profundas. Fue un gran error optar por «un poquito de inflacin» cuando Kirchner ech a Lavagna; un error an mayor elegir «un poquito de dficit fiscal» durante los dos mandatos de Cristina; y un error directamente criminal impedir que Martn Guzmn implementara una poltica de ajuste que no recayera sobre los sectores populares.

La principal diferencia con el kirchnerismo es que, a lo largo de los aos, fue enhebrando una serie de errores que dejaron el terreno preparado para un gobierno de extrema derecha como el que tenemos hoy. Nosotros representamos una izquierda que no teme hablar de equilibrio fiscal.

Nos diferenciamos, por supuesto, de los libertarios: no somos dogmticos del supervit ni creemos que deba existir siempre y en todo momento. Defendemos la idea de un equilibrio fiscal intertemporal y sostenemos que ese equilibrio nunca debe alcanzarse sobre los hombros de los sectores vulnerables.

En el kirchnerismo y en el peronismo ms amplio, esa discusin sigue pendiente. Es evidente que en el cristinismo no hay autocrtica sobre la irresponsabilidad fiscal que caracteriz a su gestin, y esa es una diferencia central.

—Qu aprendizajes de tu trabajo en derechos humanos pueden convertirse en agenda legislativa?

—Es necesario retomar la idea de los derechos humanos como una nocin ecumnica. En los ltimos aos se tendi a partidizar el tema, a restringirlo a la reivindicacin de los ideales de quienes fueron vctimas de la dictadura, y se dej de lado la agenda de futuro que los derechos humanos implican. Porque los derechos humanos son, en definitiva, la vara con la que debe medirse la justicia de todas las polticas pblicas.

Nuestra visin de los derechos humanos es integral: no los concebimos como un complemento de la poltica pblica, sino como su punto de partida. Toda poltica pblica debera pensarse desde un enfoque de derechos, y esa es la agenda que buscamos impulsar. Por supuesto, sostenemos el proceso de Memoria, Verdad y Justicia —capitalizando todo lo logrado por los organismos de derechos humanos—, pero queremos incorporar los derechos humanos como el ncleo de la poltica pblica y como el corazn de un proyecto de reforma radical para la Argentina.

Los derechos humanos son, en definitiva, la vara con la que debe medirse la justicia de todas las polticas pblicas

—Cules seran tres proyectos prioritarios para los primeros cien das en el Congreso?

—Ms que pensar en proyectos legislativos especficos, lo urgente es fortalecer la capacidad de control del Congreso. Esto vale con ms fuerza an para la poltica social, la poltica de ingresos y la poltica econmica. Todos esos mbitos requieren un control mucho ms activo por parte del Parlamento.

No alcanza con tener una Auditora General de la Nacin que acta ex post: es una herramienta valiosa, pero no reemplaza el control que el Congreso debe ejercer de manera inmediata y efectiva.

En ese sentido, nuestra intencin es reforzar el tipo de trabajo que viene haciendo Esteban Pauln en estos casi dos aos. Su participacin en la Comisin LIBRA, por ejemplo, es una muestra de ese enfoque. Tambin el trabajo de Mnica Fein en la Comisin de Salud refleja esa impronta.

Por eso, ms que enumerar proyectos de ley, lo prioritario es recuperar esa funcin un tanto olvidada del Congreso. Respondo de este modo porque muchos de mis competidores esquivan una definicin ms comprometida sobre el rol del Parlamento apelando a «tres proyectos de ocasin». Eso puede servir para salir del paso en una entrevista o en un programa de televisin, pero no aborda la discusin central: la necesidad de reforzar el Congreso.

Consideramos que el gobierno de Milei se ha salido del cauce constitucional. Lo ha hecho, entre otras cosas, al optar deliberadamente por no tener presupuesto. No es que no haya podido aprobarlo: eligi conscientemente sustraerle al Poder Legislativo una de sus funciones esenciales.

Sin presupuesto, prcticamente no puede hablarse de poder legislativo. A eso se suma el desconocimiento de leyes cuyos vetos ya haban cado, otro signo claro de ruptura constitucional. Frente a eso, la tarea es reforzar al Congreso y, de manera central, negarle a La Libertad Avanza y sus aliados el tercio de bloqueo por los prximos dos aos.

Hay que volver al cauce de la Constitucin. Hay que volver al cauce de la democracia.

Gabriel Puricelli:
Gabriel Puricelli: «El gobierno de Milei se ha salido del cauce constitucional» Foto: Alessia Pierdomenico

—Venezuela, Nicaragua, Gaza, Ucrania. Qu criterios universales deberan aplicarse para evitar dobles varas?

—Ante todo, una defensa intransigente del derecho internacional. Tanto el derecho escrito como las normas consuetudinarias ofrecen pautas muy claras para posicionarse en defensa de Ucrania, porque se trata de la defensa de la integridad territorial. Y la Argentina tiene, adems, un mandato constitucional de recuperar las Islas Malvinas, lo que refuerza la coherencia de ese principio. Hay una consistencia en la poltica exterior argentina que solo puede sostenerse con un apego firme a las normas internacionales.

En segundo lugar, una concepcin clara del inters nacional. Si se evala el inventario del poder duro y del poder blando de la Argentina, ambos obligan a mantener una posicin coherente en la defensa del derecho internacional. La defensa de ese marco normativo no solo le vali al pas un Premio Nobel de la Paz con Carlos Saavedra Lamas, sino que adems permiti que la Argentina —a lo largo de todos los gobiernos democrticos, y digo todos con intencin, hasta el de Javier Milei— hablara con autoridad y credibilidad porque supo sostener un poder blando basado en la coherencia.

Un fundamento tico de la poltica exterior implica que, como toda poltica pblica, debe estar atravesada por el paradigma de los derechos humanos. Ese enfoque permite posicionarse frente a Cuba, Nicaragua, Venezuela, El Salvador y cualquier otro pas donde se violen derechos humanos o existan presos polticos.

Eso no implica adoptar una postura altisonante ni declamatoria. Significa ejercer una presin diplomtica real, efectiva, sobre los gobiernos que violan los derechos humanos. La Argentina no necesita publicar tuits con exageraciones o insultos: necesita ejercer diplomacia, no tribuna. La vara para medir la poltica exterior argentina no debe ser cun fuerte insulta un funcionario a Daniel Ortega, sino cun eficaz es la presin para liberar a los presos polticos en Nicaragua.

La Argentina no necesita publicar tuits con exageraciones o insultos: necesita ejercer diplomacia, no tribuna

Si eso requiere confrontar abiertamente con Ortega, debe hacerse. Pero si los objetivos materiales —mejorar la situacin de las vctimas— pueden lograrse de otro modo, tambin es vlido. Esa postura marca una distancia clara tanto con la poltica del kirchnerismo —que muchas veces se gui por el principio falaz de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo»— como con la de los libertarios, y en parte con la del macrismo, que prefirieron tribunear crticas a las dictaduras sin comprometer recursos diplomticos para mejorar concretamente la vida de quienes las padecen.

—Trump recibi a Milei en la Casa Blanca y condicion el apoyo estadounidense al resultado de las legislativas. Qu implica ese gesto en trminos de injerencia y reglas del juego democrtico?

—Es una ruptura flagrante del principio de no intervencin en los asuntos internos de otros pases. Y, al mismo tiempo, una cesin de soberana por parte del gobierno argentino. Hubo una delegacin oficial que se dej aleccionar en silencio por el secretario del Tesoro estadounidense, quien durante varios minutos les explic qu deban hacer. Fue una escena en la que los representantes de 47 millones de argentinos se comportaron como alumnos de quinto grado frente a un profesor que los reta. Todo fue producto de una improvisacin.

Trump ha acostumbrado a humillar a los jefes de Estado que recibe, y una burocracia diplomtica profesional debera advertir a cualquier mandatario antes de reunirse con l —y ms an si hay cmaras encendidas— que lo piense dos veces. En este caso, la bsqueda de una foto del fan con su dolo deriv en una escena bochornosa que nunca debi haber ocurrido.

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«Fue una escena en la que los representantes de 47 millones de argentinos se comportaron como alumnos de quinto grado frente a un profesor que los reta. Todo fue producto de una improvisacin», asegura Puricelli.

—La Argentina puede sostener vnculos financieros con Washington y, al mismo tiempo, una canilla de liquidez con Beijing sin quedar atrapada en el fuego cruzado geopoltico?

—Debe hacerlo. La Argentina tiene que mantener las mejores relaciones posibles con Estados Unidos y, al mismo tiempo, con China. Es un ejercicio de equilibrio dificilsimo, pero toda poltica exterior razonable se basa en la maximizacin de la autonoma. Y para maximizar su autonoma frente a los grandes actores internacionales, el pas necesita invertir todos sus recursos diplomticos en sostener relaciones constructivas con ambos, sabiendo que no siempre ser posible mantener ese equilibrio.

Tambin aqu aplica la idea de equilibrio intertemporal: habr momentos en que deba mostrarse ms condescendiente con uno y otros en los que deba hacerlo con el otro. Es un juego complejo, aunque no indito. La democracia argentina ya lo supo jugar en tiempos de la Guerra Fra, en un contexto mucho ms difcil que el actual.

Ral Alfonsn, por ejemplo, logr que el Tesoro de los Estados Unidos lo asistiera en dos oportunidades con el Fondo de Estabilizacin Cambiaria, a pesar de que la Argentina coincida en muy pocos votos con los Estados Unidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Solo basta mirar esa tradicin diplomtica en democracia para imaginar una poltica exterior que nos saque de la vergenza y restituya la dignidad del pas.

Es evidente que, siendo Estados Unidos el principal inversor extranjero en la Argentina y China su segundo socio comercial, no hay escapatoria posible a esa realidad material. Por eso las relaciones con ambos pases deben cultivarse con inteligencia, dignidad e independencia.

—Trump dijo que no visita la Argentina porque est muy ocupado. Desde su regreso a la Casa Blanca en 2025 ya viaj a ms de diez pases. Cmo se interpreta esa excusa frente a su agenda real?

—No necesita visitar la Argentina para que el pas se pliegue por completo a su poltica exterior. Si se piensa desde la lgica de Trump, no tiene ningn incentivo para tomarse diez horas de vuelo hacia Buenos Aires.

Tambin hay que tener en cuenta el peso relativo de la Argentina en el escenario global. Somos la vigsima segunda economa del mundo, y Trump lleva apenas ocho meses de gobierno. No debera considerarse anormal que un presidente de Estados Unidos an no haya visitado la Argentina. Las visitas presidenciales guardan proporcin con el poder real de los pases receptores.

Por supuesto, un pas que se reconstruya econmicamente y deje atrs la posicin mendicante actual en materia de poltica exterior ser mucho ms atractivo para cualquier presidente estadounidense.

Gabriel Puricelli:
Gabriel Puricelli: «Trump, no tiene ningn incentivo para tomarse diez horas de vuelo hacia Buenos Aires»

—Si Milei deja el poder en 2027, una fuerza de otro signo ideolgico podra mantener una relacin sensata con una Casa Blanca republicana?

—Tal vez no acuerdos formales, pero s formas de convivencia mutuamente convenientes. En general, la relacin entre la Argentina y los Estados Unidos, desde el retorno de la democracia, nunca fue de tensiones inmanejables.

Durante el gobierno de Alfonsn hubo fricciones, pero la diplomacia argentina se comprometi con la paz en Centroamrica, incluso yendo en contra de la poltica estadounidense. Y, aun as, los intereses a largo plazo de Estados Unidos terminaron mejor servidos por la poltica audaz de Alfonsn que por la visin cortoplacista de los republicanos de Reagan. En esa perspectiva, no hay dudas de que la Argentina puede mantener relaciones normales —con tensiones manejables— con cualquier gobierno estadounidense, sea del signo que sea.

—Qu diferencias observs entre la poltica exterior de la Argentina durante el gobierno de Alfonsn y la actual?

—La poltica exterior es uno de los mbitos en los que ms hemos retrocedido en los ltimos aos. Con Milei directamente dejamos de tener poltica exterior. Ha puesto los recursos del Estado al servicio de una estrategia de autopromocin personal que, en el mejor de los casos, expresa la insercin de Milei y La Libertad Avanza en la «internacional negra» de la extrema derecha.

Con Milei directamente dejamos de tener poltica exterior

La Argentina perdi por completo su voz. Un dato lo muestra con claridad: pasamos de coincidir con los Estados Unidos en un 45% de los votos en Naciones Unidas durante el gobierno de Macri, a coincidir en ms del 90% con Milei. Esa cifra ilustra la magnitud del desastre.

Alfonsn tuvo una proyeccin internacional indiscutible, un canciller extraordinario en Dante Caputo y una gran canciller en Susana Ruiz Cerutti. Su poltica exterior no responda a caprichos personales, sino a una necesidad histrica: la de una Argentina que recuperaba la democracia en una regin an plagada de dictaduras y bajo la sombra de la Guerra Fra.

Alfonsn comprendi que deba tener un activismo internacional intenso para garantizar la paz y la democracia en el Cono Sur. Su gobierno fracas en lo econmico, pero dej consolidada la libertad poltica y la estabilidad democrtica, en buena medida gracias a esa poltica exterior.

Durante los gobiernos kirchneristas tambin hubo una presencia internacional relevante: la Argentina form parte del concierto sudamericano en un momento de creatividad institucional, con la UNASUR, la CELAC y el ingreso al G20. Cambi su rol, pero no perdi relevancia.

Alfonsn fij reglas cannicas para la poltica exterior. Ni Menem, ni De la Ra, ni los Kirchner, ni siquiera Macri se apartaron demasiado de ellas. Hubo diferencias, por supuesto —unas gestiones ms pronorteamericanas, otras ms distantes—, pero siempre dentro de una avenida de cuatro carriles. Milei rompi los guardarrailes y se fue a cualquier lado.

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«Alfonsn fij reglas cannicas para la poltica exterior. Ni Menem, ni De la Ra, ni los Kirchner, ni siquiera Macri se apartaron demasiado de ellas», seala Puricelli.

—Trump pareci entusiasmar a Milei, quien lleg a decir que en la Argentina «saldrn los dlares por las orejas». Cmo interprets esa frase?

—Es una afirmacin insostenible. Refleja un optimismo ingenuo que, paradjicamente, Milei comparte con lo que l mismo llama «la casta» y con las lites que vino a reemplazar. Es una actualizacin del viejo apotegma falso segn el cual la Argentina se salva con una cosecha. En Milei y en parte de la lite persiste la idea de que la bonanza de lascommodities mineras y energticas representa una tierra prometida al alcance de la mano.

Milei habla de los dlares que «nos van a salir por las orejas» como si el pas pudiera llegar indemne al momento en que ese nuevo ciclo extractivista empiece efectivamente a generar divisas. Gobiernos anteriores tambin creyeron tener esa tierra prometida a la vuelta de la esquina. En su momento, los ingresos fiscales de las retenciones a la soja fueron esa promesa bajo el kirchnerismo. Hoy, Milei plantea lo mismo con las exportaciones energticas y mineras.

En la lite, ms all de Milei, hay muchos que piensan igual, aunque no lo digan de manera tan brutal. Subyace una ingenuidad estructural. Nosotros, en cambio, analizamos que lo que hace falta es un plan consistente para llegar al punto en que Vaca Muerta, la minera, la soja o la agroindustria puedan generar los dlares que el pas necesita. No creemos que ese momento est cerca ni que las actividades extractivas deban sostenerse a perpetuidad. Las vemos como instrumentos de una transicin social y ecolgica hacia adelante.

—Tras la derrota de Milei en la provincia de Buenos Aires y la crisis poltica posterior, en qu polticas observs compatibilidad real con Kicillof y en cules tensin?

Hay compatibilidad con Kicillof en la idea de que es necesario priorizar la poltica social y la educacin, incluyendo de manera destacada la infraestructura escolar, la recomposicin salarial y la dignificacin de la profesin docente. Tambin en la necesidad de retomar la obra pblica y el desarrollo de infraestructura, y en la conviccin de que, en un mundo donde ha regresado la poltica industrial, la Argentina debe tener una.

Por otro lado, Kicillof nunca hizo una autocrtica pblica sobre su gestin como ministro de Economa, y desde nuestro espacio sostenemos que esa gestin careci de criterios de justicia social en la asignacin de subsidios. Se carg al Estado con un gasto fiscal enorme, sin justificacin basada en la equidad, al subsidiar a sectores que no lo necesitaban.

No hay seales de que Kicillof haya revisado aquella postura. Ah aparece un terreno amplio de divergencia respecto de lo que podra ser su propuesta si se presentara como candidato presidencial en 2027.

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«Kicillof nunca hizo una autocrtica pblica sobre su gestin como ministro de Economa», asevera el socilogo Gabriel Puricelli.

—Y qu evaluacin hacs sobre los gobernadores del centro, como Llaryora o Pullaro?

—A ttulo personal, estn tentados a convertirse en rueda de auxilio de La Libertad Avanza durante los prximos dos aos. Espero que no caigan en esa tentacin, pero la tentacin existe.

Superar polticas fracasadas no significa adjudicarle ese fracaso a una sola fuerza o a un solo liderazgo. No se trata de hacer antikirchnerismo, sino de superar las ideas del kirchnerismo. Y hacerlo con audacia, sin prejuicios, sin convertir la oposicin al kirchnerismo en una identidad poltica. El problema de muchos gobernadores es que no logran construir una poltica propia, con personalidad suficiente, que no dependa de decir «no somos kirchneristas» o «no somos libertarios».

Los gobernadores estn tentados con ser rueda de auxilio de La Libertad Avanza en los prximos dos aos»

—Es relevante reformar el Estado argentino?

—Hace falta una reforma del Estado para mejorar la profesionalizacin y la dignificacin del funcionariado, para ampliar el acceso de la ciudadana a los servicios y para mejorar la calidad de esos servicios.

Todo eso requiere profesionalizacin, mejores salarios, desconcentracin de recursos, descentralizacin de estructuras y, sobre todo, la eliminacin de los nichos de captura corporativa que existen en mltiples agencias estatales. Hay organismos que no sirven a una visin de Estado, sino a la proteccin de intereses sectoriales. Nosotros creemos en la poltica industrial, pero tambin en la universalidad y en el federalismo. Un Estado capturado por corporaciones no puede cumplir bien sus funciones.

Tampoco puede hacerlo un Estado donde los nombramientos son discrecionales o donde la mayora de los empleados trabajan en condiciones precarias. Bajo esas premisas, s: hace falta una reforma del Estado. Pero una reforma que no tiene que ver con su tamao.

Cualquier estructura estatal fiscalmente sostenible, que cumpla con esos requisitos, es un tamao aceptable. No se trata de si el Estado es grande o chico, sino de si es ptimo.

—Qu debera hacerse con el RIGI?

El RIGI nos priva de los recursos fiscales necesarios para construir un puente entre la crisis actual y esa supuesta tierra prometida de la abundancia de dlares. Es un tiro en el pie. El RIGI elimina la posibilidad de una transicin justa hacia un modelo en el que la Argentina exporte lo suficiente para sostener un Estado eficiente y una poltica de desarrollo coherente.

Hace falta una revisin total. Habr que evaluarlo en su momento. Hoy, eliminarlo tendra bajo costo, porque prcticamente no hay proyectos aprobados. Si en el futuro hubiera mltiples proyectos en curso, habra que analizar caso por caso y encarar una negociacin firme con los inversores que se beneficiaron con este rgimen.

Imagino que, en el clculo de cualquier inversor sofisticado, rige el principio de que «cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfa». Es difcil creer que quienes pueden acceder a los beneficios del RIGI no contemplen, dentro de su evaluacin de riesgo, que el rgimen puede dejar de existir.

El RIGI es un tiro en el pie

—Qu le dira a un votante no peronista preocupado por el riesgo de fragmentacin de la oposicin?

—El punto de partida de nuestra campaa es una constatacin irrefutable: en la Ciudad de Buenos Aires, la mayora de los ciudadanos se oponen al gobierno de Milei. En la eleccin de mayo, las fuerzas que se han mantenido consistentemente opositoras —desde su propio programa y su propia cultura—, como Fuerza Patria y el FIT, reunieron poco ms del 30% de los votos.

Existe otro 30% de electores opositores a Milei en la Ciudad a los que buscamos convocar para que voten por una fuerza que garantice una oposicin real, que no acte como lo que llamamos «los ferreteros»: aquellos que fueron elegidos para oponerse en el Congreso y terminaron dndole herramientas al gobierno para la demolicin de la Repblica.

Hay una subrepresentacin de la oposicin. Para que el Congreso tenga verdaderos opositores, hace falta Movimiento Ciudadano.

Ese 30% opositor a Milei que no vot al kirchnerismo dispers su voto en la eleccin portea de mayo. Nuestra convocatoria hoy es clara: todo aquel que quiera despegarse del peronismo o del FIT es bienvenido, pero el llamado principal es a quienes, como nosotros, estn convencidos de que hay que negarle al gobierno el tercio de bloqueo en el Congreso por los prximos dos aos.

Apelamos a quienes quieren tener la certeza de que, cuando votan a un opositor, ese opositor no se siente en la banca y empieza a dudar si debe oponerse o colaborar. Creemos que esos ciudadanos representan, como mnimo, el 30% del electorado porteo. Queremos empezar a organizarlos desde ahora, de cara a 2027.

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«Hay una subrepresentacin de la oposicin. Para que el Congreso tenga verdaderos opositores, hace falta Movimiento Ciudadano», concluye Puricelli.

Redacción

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