Los tres años de Álvaro García Ortiz al frente de la Fiscalía General del Estado están siendo cuanto menos convulsos. Su llegada ya lo fue cuando fue nombrado tras la repentina renuncia de su antecesora, Dolores Delgado. Él era fiscal de Medio Ambiente en Galicia, pero había hecho carrera dentro del mundo asociativo, a través de la Unión Progresista de Fiscales (UPF). Fue a través de la asociación que conoció a Delgado, quien se lo llevó de segundo. Cuando esta fiscal de la Audiencia Nacional dimitió, García fue su relevo natural en un mandato tensionado porque Delgado provenía del Gobierno de Pedro Sánchez como ministra de Justicia.
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