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lunes, octubre 13, 2025

Gastronomía de primavera: 10 jardines escondidos donde comer en Buenos Aires

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Incluso el team invierno más radical, ese que empieza a prender el aire acondicionado el 25 de septiembre y divaga entre sueños con tomarse un avión a Europa en Navidad y volver a Buenos Aires en abril, puede aceptar que la mejor época del año para salir a comer y juntarse con amigos es la primavera.

Este es el tiempo de atardeceres largos y rosados, de la copa de vino bajo las estrellas que se transforma en dos y en tres en una charla, del brunch del domingo con olor a jazmines y soles intensos. ¿Existe acaso una ciudad más preparada para estos planes?

Además de las veredas que explotaron en los últimos meses de la pandemia y se volvieron un poco polémicas para los vecinos, Buenos Aires está llena de patios y jardines escondidos en edificios antiguos, hoteles señoriales y casas perdidas en barrios residenciales. Para los gastronómicos son espacios que suman en sus recaudaciones finales, para los comensales son un respiro al asfalto.

“Las primeras tardes de primavera son muy especiales, con esa energía que trae la llegada del calor. La gente lo aprovecha más, el espacio se llena y esto naturalmente se traduce en más visitas y facturación”, explica Belén Zanchetti, socia y alma máter de Beza, una casona antigua de Belgrano con propuesta de cocina a las brasas y vino natural, uno de los puntos de este recorrido mínimo pero variopinto por 10 de estos lugares que trazó Clarín.

1.Un hotel moderno de Palermo

Charqui, un jardín en un hotel. Foto CharquiCharqui, un jardín en un hotel. Foto Charqui

Entrar en este jardín verde de agapantos, enredaderas y tacuaras es un verdadero escape de uno de los barrios más movidos de la Ciudad. Dentro del Hotel Palo Santo, el cocinero Christian Puy arma en Charqui una carta que va acompañando a las temporadas con productos frescos para los almuerzos y las cenas y un brunch que se celebra el domingo, pero también se sirve en la semana. Este desayuno tardío que los porteños adoptaron hace unos años como propio, tiene opciones de hamburguesas veggies, tostones con palta, panceta y huevo, un pulled pork ahumado en pan de zapallo y muchas cosas dulces.

2.Un jardín gluten free en calle Gorriti

Las Flores, un jardín sin TACC. Foto Fernando de la Orden / ArchivoLas Flores, un jardín sin TACC. Foto Fernando de la Orden / Archivo

Fue un taller de locomotoras y luego uno de los restaurantes de Germán Martitegui. Desde el invierno del año 2022, los clientes de un grupo que suma cocineros, biólogos y a la sommelier Sol Tony, disfrutan en Las Flores de un jardín que es la mitad exacta del local y tiene más de 600 plantas autóctonas de 40 especies distintas. “Cuando visitamos por primera vez la propiedad, el jardín había crecido desbocadamente, sin guía ni intervención, y de una manera agreste y salvaje”, recuerda Juan Frenkel, uno de los socios. Esa imagen quedó impresa en la memoria de este espacio al que transformaron los paisajistas y que recibe a los comensales entre damas de noche, pasionarias, colibríes y mariposas.

Las Flores tiene un menú 100% libre de gluten, con un buen balance entre vegetales, cereales, legumbres y carnes, y una pastelería que se volvió muy famosa, diseñada por la cocinera y bioquímica Sol Barone.

3.El restaurante oculto en el Museo Fernández Blanco

El restaurante está detrás del patio andaluz. Foto Ariel Grinberg / ArchivoEl restaurante está detrás del patio andaluz. Foto Ariel Grinberg / Archivo

Hay una historia pintoresca detrás del patio andaluz al que llegaron Germán Sitz, Pedro Peña y Alejandro Feraud para crear este restaurante. En la propiedad, solía vivir a finales del 1700 una condesa local llamada María Ignacia que recibió su título nobiliario después de los 60 y que, a falta de hijos propios, adoptó a sus sobrinas, las Barquin. Cuentan los chismes de la época que eran dos jóvenes bellísimas y que por este jardín desfilaban a diario sus pretendientes.

La leyenda sirvió a los socios para darle nombre a un lugar (Los jardines de las Barquin) que se apalanca también en la historia rioplatense al priorizar en su cocina a los cereales. Empanadas de masa de centeno, fainá tostada a la plancha, risottos de cebada, muchísimos vegetales y flores comestibles que plantan aquí le dan contenido a este marco tan bello.

4.Una parra en un patio de Chacarita

El patio andaluz de Abreboca. Foto Constanza Niscovolos / ArchivoEl patio andaluz de Abreboca. Foto Constanza Niscovolos / Archivo

En una calle aleatoria del barrio, una puerta pasa desapercibida hasta que se abre a un salón enorme al que le sigue un patio español de venecitas, fuentes de agua, flores de colores, frases atrevidas impresas en mosaicos sobre las paredes, una parra y una enredadera trompeta coloreada de un fucsia intenso. “Pasamos un largo tiempo buscando una casa así. Cuando la encontramos, no podíamos creer este espacio escondido. Calculamos que es una vivienda construida en los años 30”, cuenta el dueño de Abreboca, Matías Sapienza, sobre este lugar que, si bien funciona todo el año, suma más de 40 cubiertos cuando comienza la primavera.

La carta es moderna y dinámica, con platos fríos que se potencian con la temporada y otros calientes. Hay repollitos de Bruselas con vinagreta de miel y almendras tostadas; leberwurst con ají vinagre; salchichas de cordero y muchos escabeches y encurtidos.

5.La casona de un famoso arquitecto en Palermo Chico

El jardín de la casona diseñada por Alejandro Christophersen. Foto Casa Cavia El jardín de la casona diseñada por Alejandro Christophersen. Foto Casa Cavia

Seguro no imaginó el arquitecto noruego Alejandro Christophersen, allá por 1927, que el presente de esta casa señorial de un par de pisos y patio interno tendría un DJ cada noche y una barra de tragos al fondo. Con dos años consecutivos de reconocimiento de la Guía Michelin, Casa Cavia trabaja todo el año pero se vuelve realmente una fiesta cuando las noches pasan los 20 grados y todo reverdece. A la cocina cuidada de la chef Julieta Caruso se le suman Flavia Arroyo para los cócteles y la mano experta de Delvis Huck -la sommelier del año, según Tim Atkin- para la carta de vinos.

6.Nostalgia y vinos naturales en Belgrano R

Beza, en una casona de 1930. Foto BezaBeza, en una casona de 1930. Foto Beza

Una casona inglesa de 1930, con aire de abuelas y de nostalgia, abre las puertas en esta época del año no sólo para sus salones de sillones de pana, sino también para un jardín delantero y otro en la parte de atrás, repleto de vegetación autóctona. La cocinera y sommelier Belén Zanchetti trabajó ocho años en restaurantes de Londres, París y Barcelona y volvió a Buenos Aires para abrir Beza, su propio lugar con vinos naturales, platitos para tapear, pastas caseras y preparaciones a las brasas.

«La casa que armamos es muy versátil y nuestros clientes la usan para distinto tipo de encuentros: el jardín tiene una parte más privada para noches de citas, a la tardecita aparecen grupos de amigos para compartir una botella de vino, los mediodías de fin de semana son un espacio ideal para las familias», dice Zanchetti.

7.Un nuevo lugar con historia en Recoleta

Muyé, en una casa de la familia del ex presidente Carlos Pellegrini. Foto Constanza Niscovolos  Muyé, en una casa de la familia del ex presidente Carlos Pellegrini. Foto Constanza Niscovolos

En una casa de la familia del ex presidente Carlos Pellegrini, sobre la calle Ayacucho al 1500, se armó en julio pasado este espacio poniendo en valor un jardín secreto y lleno de historia que debutará en su esplendor en los próximos días cálidos. Cuando comenzaron con el proyecto, refaccionaron este espacio que tiene nada menos que 40 cubiertos. Se fueron quitando algunas enredaderas que tenía la casona, se llenó el pulmón de variedad de plantas y pequeñas palmeras y quedó oculta pero testigo de la intimidad una bañera de mármol propiedad del sobrino de Pellegrini.

La carta de Muyé -que significa mujer en el idioma africano bantú- está marcada por el concepto all day, que suma distintos platos que pueden pedirse hasta las 19 horas y cafés con una pastelería que vale probar.

8.Un oasis sobre Avenida Libertador

Verde en el jardín de Aire Libre. Foto Martín Bonetto / ArchivoVerde en el jardín de Aire Libre. Foto Martín Bonetto / Archivo

En Avenida del Libertador, una de las más lindas pero también más transitadas y ruidosas calles de la Ciudad, este restaurante se presenta como un oasis urbano. Al espacio abierto se le suma otro salón que se parece mucho a un jardín de invierno. “La idea desde el inicio es que nuestros clientes encuentren tranquilidad en el centro de una zona caótica de Buenos Aires. Nuestra cocina es netamente porteña, un poco de lo que nosotros comíamos en casa, de los sabores conocidos, haciendo siempre honor a la simpleza”, le cuenta a Clarín Julián del Pino, chef de Aire libre.

9.Un pionero de la renovación de Costanera

Enero, en la Costanera. Foto Juano Tesone / ArchivoEnero, en la Costanera. Foto Juano Tesone / Archivo

Esta zona que supo vivir los años dorados de la mirada al río, los famosos “carritos” y la Buenos Aires más trasnochada, está renaciendo con gastronomía que funciona. Enero es uno de los primeros que fue parte de la renovación y cuenta con un gran ambiente semi techado rodeado de vegetación. “Nuestro objetivo es siempre llevar al cliente a un estado mental de vacaciones, en cualquier temporada”, le cuenta a Clarín uno de sus dueños, Toto Lafiandra. La carta le hace honor a aquellos tradicionales restaurantes de los 80 con bifes de chorizo, empanadas de carne, lasañas y flan con crema y dulce de leche.

10.Jardines 5 estrellas

El imponente jardín del Palacio Duhau. Foto Emmanuel Fernández  El imponente jardín del Palacio Duhau. Foto Emmanuel Fernández

No se les escapa a los porteños – al menos a los que pueden pagarlos – que los hoteles más tradicionales de Buenos Aires no están abiertos sólo para el turismo. Así, en la conexión que hay entre el Palacio Duhau, construido en 1934 por el arquitecto León Dourge, y el edificio nuevo que sale a la calle Posadas, la cadena Hyatt tiene un extenso jardín escalonado de inspiración francesa. En esta época del año, los rosales explotan y se pueden aprovechar las terrazas que comparten sus tres propuestas gastronómicas.

Los días se alargan de a poco, el clima coopera y hasta al más ceñudo fan del frío le gana el disfrute de Buenos Aires y sus propuestas.

AS

Redacción

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