Germán Palacios es de esos actores cuyo nombre viene acompañando a la gente a lo largo de las últimas décadas en producciones cinematográficas, televisivas y teatrales. Siendo uno de los clásicos de la escena, ciertamente poco se sabe de él. El halo de misterio que envuelve su figura no es nada más ni nada menos que una decisión de vida.
Habiendo integrado elencos de ficciones como el de La banda del Golden Rocket, Celeste, Tumberos, Tiempo final y numerosos filmes y obras, ahora se pone frente a un doble rol junto a Inés Estévez al dirigir y actuar El hombre inesperado. La pieza se estrenará el próximo viernes 11 de enero en el mítico Teatro Maipo, contando la historia de “dos soledades que coinciden en un vagón de tren”.

“Lo que me pasó con este texto, básicamente, es que es una obra de Yasmina Reza. Hace unos años, con Ricardo Darin nos sucedió algo respecto de ART: aprendimos. Somos como una especie de exegetas de esta autora, conociendo la artesanía de su estructura que es sofisticada y difícil de interpretar porque escribe un guión puro y crudo sin acotaciones”, comienza contando en una entrevista con Revista GENTE.
Y añade: “No te dice para dónde ir, no te pone acciones y deja librado a tu criterio. Nosotros pudimos entender ese mundo desde otro lugar, con sus textos y toda la práctica. Ese conocimiento hizo que, cuando leí esta obra, me enamore porque habla de cosas que me identifican plenamente”.

“Es una autora a la que, por ejemplo, le gusta mostrar el lado salvaje, roto, políticamente incorrecto de los personajes cultos. Pero lo que a ella no le importa el caretaje de esos roles, sino la parte rota. Le gusta mostrar el lado roto de un escritor o una persona culta. Solo hay humanidad”, adelanta.
-Entregar de esa forma un texto también debe ser un desafío.
-Nos tiene confianza porque nos conoce desde antes. Con Inés pudimos hablar con ella y contarle la lectura que hicimos. Fue todo un momento. Ella sonrió y dijo: “Es la interpretación que más me gustó de todas las que se hicieron en el mundo”. Salimos flotando por ser respetuosos con el espíritu del texto que ideo.
-¿Cómo nació la idea de ser también directores?
-Fue algo que sucedió espontáneamente porque, a partir de la lectura del material y de hablar sobre eso, nuestros acuerdos de cómo encarar esta obra eran tan grandes que sentimos que podíamos lanzarnos al juego de dirigirla porque estábamos cómodos. El tipo de material permite algo así porque somos dos y nos podemos observar mutuamente. Yo tuve el guión de la obra durante muchos meses en soledad, tomé decisiones que después compartí con Inés y ella coincidió. Dirigir es algo que me gusta mucho. Si en una lectura fluye de esa forma, esta bueno conservarlo. “A esta altura, si tenemos que llamar a un tercero para explicarle lo que nos pasa, hay que ver si nos interpreta”, fue la frase de ella con la que terminamos de cerrar todo.

-¿Es más fácil dirigir o ser dirigido?
-Tengo mucha más experiencia en ser dirigido, pero siempre tuve un director adentro. Los actores, hoy más que nunca, estamos formados creativamente para tomar decisiones sobre nuestro trabajo actoral. Hay que poner todo lo que sos en la lectura de rol, desde tu forma de ser a tu ideología, y ver que todas esas partes puedan encastrar. Si ves que no pueden hacerlo, es mejor no aceptarlo.
-¿Pueden entrar en choque estos dos roles?
-De cada experiencia aprendés algo. Lo que tiene la dirección es que vos hacés el proceso creativo hasta estrenar y cuando debutás, hay algo que se fractura y pasa a ser estrictamente de los actores. Y ahí empieza el debate de cómo haces cómo director cuando lo que sucede arriba del escenario no es lo que se pautó o lo que querés. Nunca como director hay que entregar la lectura. En todo caso, te tenés que correr como actor.
-¿Cómo ves a la nueva camada de actores?
-Con un avance inmenso porque hacen su propia dramaturgia. Antes esperábamos a que nos llamaran por teléfono y nos convocaran. Hoy no existe más eso. La autogestión es clave, algo maravilloso. Tenés un instrumento que sos vos y toda la dramaturgia… ¿A quién le vas a pedir permiso? En ese sentido hemos evolucionado mucho.
Germán Palacios habla de su vida privada y por qué decidió protegerla

Es uno de los actores con mayor renombre de Argentina, una verdadera marca registrada. Aunque, poco se conoce de su vida privada. Es fiel ejemplo de que cuando hacerse a un lado es una decisión propia, es posible mantenerse lejos de la atención mediática.
-Siempre tuviste un perfil bajo.
-Yo no tengo exposición. Me llevo muy bien porque tengo una vida privada. Tengo una vida, soy feliz con mi familia y me gusta que esos aspectos sean privados. No me gustan los reportajes. Ahora estoy pasando un momento agradable con vos, pero la realidad es que lo único que prefiero es el trabajo actoral como algo artesanal.
-¿Padecés el hecho de tener que dar entrevistas?
-A veces sí. Depende con quién. Y mucho más después de dar esa clase de nota en la que no está reflejado lo que dije. También sé que es un mal necesario. Trato de poner lo mejor de mí, pero la verdad es que no me gusta ser de esos que habla de cualquier cosa. La cosmovisión conmigo no va. Hay que ser respetuosos de los espacios. Últimamente en Argentina todo el mundo habla de todo, y no está bueno. Yo puedo comentar cosas con pasión sobre determinados temas, pero mi cosmovisión la dejo en un espacio íntimos de charla con amigos y familia.
-¿Me permitís una personal?
-Sí, claro.
-Recién me nombraste a tu familia, tenés una relación de más de veinte años… un numerazo. ¿Cómo lo llevan?
-¡26 años! Una construcción amorosa que nos dio dos hijos. Marina (Glezer) es actriz y directora. Es una gran compañera. La llama está encendida a full. Estoy esperando que me venga a ver.

-¿Te apoyás en su visión profesional?
-Sí, me gusta. En ese sentido el año pasado estrenó su opera prima y estamos abiertos al intercambio. Esperamos la opinión del otro, nos apoyamos y nadie se enoja.
-¿Qué nos podés contar de ella?
-Que es una gran militante que trabaja en el orden social con la gente que más necesita. Eso, para mí, es un aprendizaje muy grande. Es una persona que se arremanga y va a lugares a donde muchos no quieren ir. Debería haber una presencia más permanente y ahí la tenés. Eso hace que sea una persona de una sensibilidad y un amor muy grande que no se prioriza. Y te lo llevo a la obra: en este sentido, es interesante por el cómo nos vemos a nosotros mismos. El personaje que yo hago tiene una autocrítica muy interesante.
-¿Y cómo te ves a vos mismo?
-Contento y agradecido.
Fotos: Diego García
Agradecemos a Raquel Flotta (RF Prensa & Comunicaciones)