No es sólo un regreso: es un reencuentro con sus raíces, con el público que lo vio crecer y con la necesidad de «devolver». Gerónimo Rauch, la voz argentina que triunfó en Londres y Madrid con musicales como Los Miserables y El Fantasma de la Ópera, vuelve a Buenos Aires con un espectáculo personal y cinematográfico a la vez: Cinema All In. Un viaje musical que recorre clásicos del cine con una apuesta escénica poderosa, pero con la cercanía como premisa.
Radicado en España desde hace 18 años, Rauch reconoce que el desarraigo pesa. Si bien cantar para el mundo es una bendición, en su país natal su arte cobra otro sentido. «Yo no me fui peleado con la Argentina. Me fui por una oportunidad, pero siempre quise volver a dar algo», dice. Y ese algo hoy se traduce en un show que armó junto a su hermano Marcos con el deseo de dejar una huella también en la industria local.
A los 47, con un hijo de 12 años que lo inspira a ser mejor padre y mejor artista, y con un grupo de WhatsApp de Mambrú que vuelve a activarse con planes de reencuentro, Gerónimo se siente en un gran momento. Sin amor a la vista pero con proyectos de los que no puede dar detalles pero que lo tendrán en Japón algunos meses, dice que vive liviano y con la líbido puesta en el trabajo.
La paternidad como motor y la doble residencia como elección

Gerónimo se instaló en Europa hace casi dos décadas. Primero Londres, después Madrid. En el medio hubo éxitos, prestigio, escenarios impensados… Pero también, hubo ausencias. Su hijo Gael nació en Inglaterra, vive en España, y recién ahora, con 12 años, entiende de qué va el mundo de su papá. «Antes desaparecía y él lo vivía como abandono. Ahora sabe que trabajo de esto», cuenta. sobre su decisión de hacer cosas en el país.
Hoy, sin planes de volver a vivir en Argentina, pero con ganas de pasar más tiempo acá, Rauch se permite pensar en una doble residencia.
-¿Cómo cambió tu vínculo con la paternidad en estos años?
-Mucho. Al principio fue duro, estaba lejos de parte de mis afectos. Hoy es todo más fácil. Con Gael hablamos todos los días, compartimos. Tenemos una relación hermosa y cada día entiende más mi oficio y me empieza a acompañar.
-¿Cómo es tu relación con tu ex mujer?
-Muy buena. Ella es española, fue bailarina, ahora da clases de yoga. Criamos a Gael con mucho amor y respeto.
-¿Te ves viviendo de nuevo en Buenos Aires?
-No del todo, pero sí me gustaría tener un pie más fuerte acá. Estar más, compartir más, hacer cosas acá. Mi país me importa.

-¿Qué cosas te conectan con Argentina cuando volvés?
-El público. Siempre me hace llorar. No importa dónde cante en el mundo, cuando canto acá, mi arte tiene otro sentido.
-¿Qué aprendiste de estos años afuera?
-Que el desarraigo pesa. Que cantar es entregar el alma. Y que uno necesita volver a sus raíces para completar el círculo.
-¿Estás en pareja?
-No… estoy solo. O sea, no solo solo, porque tengo amigos, familia, mi hijo… pero sí, sentimentalmente solo. Y está bien, ¿eh? Creo que después de muchos años en los que todo era muy vertiginoso, necesitaba este momento de reencontrarme conmigo, sin tanto ruido. Igual no cierro la puerta a nada. Me gusta el amor. Me gusta enamorarme. Pero ya no desde la necesidad, sino desde la elección.
-¿Sos de mostrar o resguardar más tu intimidad?
-La resguardo mucho más que antes. En otra época todo era más impulsivo: subías una foto, contabas algo, y después te dabas cuenta de que habías regalado demasiado. Hoy aprendí a cuidar lo que me importa. Y también a darme cuenta de que uno puede ser transparente sin ser un libro abierto todo el tiempo.
-¿Te sigue pasando que la gente te ve como el galán?
-Sí, un poco sí. Supongo que es porque me conocieron así, en Mambrú, en los musicales, en los personajes que hacía. Pero yo no me veo así. Me veo más como un tipo común, con luces y sombras, con días buenos y otros no tanto. A veces me río cuando me dicen “sos un galán”.
-¿Por qué decidiste instalarte allá?
-Fue una mezcla. Por un lado, tenía ganas de probar otra cosa, de abrir el mapa. Y por el otro… también sentí que acá ya había algo que no me terminaba de pasar. Que necesitaba aire. Madrid me lo dio. Una ciudad que te deja en paz, donde podés caminar sin que nadie te frene para pedirte una selfie.

-¿Extrañás Argentina?
-Todo el tiempo. El humor, el asado con amigos, los códigos que tenemos nosotros. Pero también aprendí a construir una casa interna. Hoy puedo sentirme en casa en Madrid, en Londres o en Buenos Aires. Porque la casa ya no es una ciudad: es donde esté mi hijo, estén mis afectos y esté mi deseo de hacer lo que amo.
Mambrú: entre el cariño del público, los reencuentros posibles y los recuerdos

En medio del éxito internacional, Mambrú sigue siendo parte de su historia. Y también de su presente. Con un grupo de WhatsApp activo, recuerdos compartidos y ganas de volver a subirse juntos a un escenario, los cinco integrantes exploran una posible vuelta. «Ya estamos todos diciendo: ‘Bueno, pensémoslo’», confiesa.
Lejos de la nostalgia, Gero prefiere el agradecer por el camino recorrido y por la chance de devolverle algo al público que siempre lo acompañó. Y es ahí donde podría imaginar un retorno con la banda que lo hizo conocido.
-¿Tienen grupo de WhatsApp con los chicos?
-Obvio. Está activo. Yo le puse el nombre con nuestras iniciales. Hablamos, compartimos cosas. Hay mucho cariño ahí.
-¿Una vuelta de Mambrú es posible?
-Sí, si logramos coordinar agendas. No sería con disco nuevo, sería algo más desde el recuerdo, para agradecer.

-¿Te emociona pensar en volver a cantar esos temas?
-Sí. Fue una etapa hermosa, pero también porque hoy puedo pararme en otro lugar. Más sólido, más tranquilo.
-¿Tenés contacto con el público de entonces?
-Seguro, aunque muchos me siguen por los musicales también. Mambrú me dio visibilidad, y eso lo valoro siempre.
-¿Sentís que hay algo pendiente con el grupo?
-No pendiente, pero sí cosas lindas por hacer. Si hay amor del público, ¿por qué no generar nuevos recuerdos?
Cinema All In: una apuesta gigante desde el corazón

Cinema All In no es un concierto más. Es una experiencia inmersiva con 25 artistas en escena, pantallas LED, historia, narrativa, emociones y el deseo de conectar. En formato café concert, pero con una producción de gran escala, el espectáculo recorre temas icónicos del cine: desde The Greatest Showman hasta La novicia rebelde, pasando por Shallow, Footloose y más.
La propuesta no sólo lo pone a Rauch en el centro del escenario, sino que involucra a un elenco coral y un relato de amor y un trabajo en conjunto con su hermano, junto a quien crea por primera vez un espectáculo desde cero. «Esto no es sólo mío, es de todos los que lo hacemos. Y también es para el público argentino, al que necesito volver a cantarle», afirma.
-¿Qué significa para vos este regreso a la Argentina?
-Es volver con algo que me representa. Es apostar a que el arte no solo emocione, sino que genere trabajo. Hoy somos, en total, más de 40 personas contratadas por una idea que soñamos con mi hermano. Eso me llena.
-¿Cómo surgió la idea del show y cuánto tiempo lleva gestándose?
-Venimos craneándolo hace un par de años, pero recién ahora se dio la posibilidad. La pandemia frenó todo, pero este 2025 dije: «Es ahora o nunca». Y acá estamos.

-¿Por qué ese cruce entre lo íntimo y lo épico en la puesta?
-Porque es íntimo en la cercanía emocional, aunque visualmente sea enorme. Hay algo en mirar a los ojos al público que me mueve, y eso lo buscábamos desde el principio.
-¿Te moviliza pensar que tu hijo pueda verte en este contexto?
-Muchísimo. Él entiende ahora que su papá no está lejos por abandono, sino por trabajo. Y poder mostrarle esto me emociona. Lo voy a llevar a Japón también. Gael es mi ancla.
-¿Qué fue lo más difícil de armar Cinema All In?
-La distancia. Yo estaba en Madrid, mi hermano acá. Hicimos casting por cámara, reuniones eternas. Pero valió cada segundo.
Fotos: Diego García
Agradecemos a Raquel Flotta y a Carolina D’Andrea (RF Prensa y Comunicaciones)