Argentina experimenta una baja generalizada de precios mayoristas que, lejos de ser un logro económico, podría anunciar un ciclo recesivo si se mantiene.
Para hablar sobre este tema, Canal E se comunicó con el economista, Hernán Gil Forleo, quien explicó que, “se habla de deflación cuando hay tres meses consecutivos de baja en los precios”. Además, detalló que aunque en mayo se registró una caída en los precios mayoristas, aún es temprano para afirmar que Argentina atraviesa una deflación plena.
“Lo que estamos viendo no es un freno en la suba, sino una baja efectiva de precios”, precisó, marcando la diferencia técnica clave entre desaceleración inflacionaria y deflación.
Un fenómeno global, no una política local
El especialista fue categórico al señalar que la baja de precios no es mérito de una estrategia oficial. “La deflación que está viviendo Argentina no se debe a una política monetaria del gobierno”, afirmó. Según explicó, el fenómeno es consecuencia directa de una serie de eventos internacionales que contrajeron el comercio global.
“Desde abril, con los aranceles de EE.UU. y la respuesta de China y Europa, más los conflictos en India y Medio Oriente, cayó la demanda mundial”, señaló. Esto provocó una fuerte baja en los precios de los bienes importados y exportados. En consecuencia, “los precios mayoristas nacionales se mantuvieron, pero los importados cayeron casi un 4%”, indicó Gil Forleo.
Un alivio con consecuencias
Aunque a simple vista la baja de precios podría parecer una buena noticia, el economista advirtió sobre sus efectos colaterales. “Es algo no esperado más que no deseado”, dijo, remarcando que el impacto principal es sobre las divisas que recibe Argentina.
“Los productos que más divisas generan para el país están cayendo”, alertó, lo que compromete la balanza comercial. Esto afectará la inflación minorista en junio y podría anticipar un nuevo escenario. “Si tenemos inflación por debajo del 1%, el último trimestre del año podría ser de deflación”, anticipó.
¿Qué conviene más: inflación o deflación?
En un contexto histórico de inflación alta, la posibilidad de deflación puede sonar tentadora. Pero Gil Forleo fue claro: “La deflación no es buena, porque está asociada a recesiones”. En un contexto de caída generalizada de precios, las empresas pierden incentivos para producir y se frena la economía.
“Los países normales buscan inflación baja y estable”, remarcó. Tomando como referencia a Europa y EE.UU., señaló que “la inflación ideal es del 2% anual, con variaciones mensuales entre 0,1% y 0,5%”. Superar esos umbrales genera alarma; caer por debajo, también.
¿Qué puede hacer el gobierno?
Aunque el gobierno no tiene control sobre los precios internacionales, sí puede prepararse. “El gobierno no tiene responsabilidad sobre estos fenómenos, pero sí sobre cómo los enfrenta”, dijo Gil Forleo. Frente a un eventual escenario deflacionario, será clave analizar nuevas herramientas de política económica.
El desafío es doble: aprovechar la baja de precios para reducir costos de importación, pero evitar una caída en la producción, el empleo y las exportaciones. “Argentina no puede manejar los precios internacionales, pero sí puede prepararse para sus efectos”, concluyó.