En el cierre del Future Energy Summit Colombia, el foco estuvo puesto en la urgencia de integrar los mercados eléctricos de América Latina. En un contexto de matrices energéticas desiguales, pero complementarias, Grupo Cox propuso una visión que va más allá de las fronteras: articular oportunidades entre países a través de un enfoque regulatorio y técnico común.
Desde su experiencia en múltiples mercados, Carolina Vargas Torres, Directora Legal para Colombia y Ecuador del grupo, planteó que las diferencias entre países pueden convertirse en ventajas competitivas si se estructuran correctamente los marcos normativos y las oportunidades de inversión. Un país con mejor recurso solar puede abastecer a otro con demanda puntual, aprovechando también diferencias horarias o estacionales.
Uno de los puntos fuertes del planteo fue el desarrollo de modelos de autogeneración remota, que permitirían vincular generación y consumo en distintas jurisdicciones. “Tener una planta de generación en Colombia que alimente un centro de consumo en Ecuador no debería ser ciencia ficción”, remarcó Vargas, quien insistió en que solo una coordinación regional hará posible esquemas de este tipo.
En paralelo, recordó que Grupo Cox viene de adquirir activos renovables en México, lo que refuerza su presencia en la región. Esa operación le permitió al equipo entender los retos comunes en el desarrollo de proyectos: desde los permisos hasta la comercialización. Aunque las etapas de construcción y operación presentan similitudes técnicas entre países, la diferencia real está en cómo se regula y cómo se vende la energía.
Justamente, uno de los riesgos emergentes es el curtailment, que empieza a notarse en mercados con alta penetración renovable. En ese sentido, Vargas enfatizó que la clave está en prever este tipo de situaciones desde el diseño contractual, y sugirió incorporar cláusulas específicas para proteger a las partes frente a excesos de generación o limitaciones de red.
Más allá del marco regulatorio, Grupo Cox pone sobre la mesa soluciones tecnológicas estructurales, como la inteligencia artificial y el almacenamiento. La primera permite anticipar excedentes, optimizar consumo y mejorar las decisiones de despacho. La segunda —las baterías— es fundamental para gestionar desbalances y absorber los picos de generación limpia.
“Estas herramientas no solo servirán para conectar sistemas, también para mejorar la relación con las comunidades”, planteó la ejecutiva, anticipando un salto cualitativo en la forma de operar e integrar el sector energético.
Grupo Cox se posiciona así como un actor regional con capacidad de traducir oportunidades en estructuras de inversión viables, sin perder de vista la necesidad de contar con políticas claras, sostenibles y pensadas a largo plazo. La integración energética en América Latina no es solo deseable: es imprescindible para avanzar hacia una matriz más limpia, estable y eficiente.

