[CIUDAD DE MÉXICO, SciDev.Net] Para proteger los bosques de la tala clandestina, los incendios forestales y los proyectos extractivistas liderados por empresas transnacionales, un grupo de organizaciones mexicanas creó un manual gratuito para promover la cooperación comunitaria, incidir a favor de la protección de estos territorios, y aportar información que pueda ayudar a otras regiones con la misma problemática.
El “Manual de Estrategias Organizativas para la Defensa de los Bosques, el Agua y el Territorio” recoge las experiencias de 19 comunidades campesinas y forestales de la Sierra Norte de Puebla, México, una zona impactada por una docena de proyectos extractivistas de minería metálica y no metálica, generación de energía y extracción de hidrocarburos.
“Empezamos a ver mayor presencia y actividad de empresas mineras provenientes de Canadá para la extracción de oro y plata en esa zona”, dice a SciDev.Net Reyna Fabiola Padilla Díaz, activista e integrante de una de esas comunidades, el Ejido Ixtlahuaca.
Junto con PODER, una organización sin fines de lucro enfocada en la transparencia y rendición de cuentas de empresas en América Latina, estas comunidades han documentado la entrega de 361.000 hectáreas de la Sierra Norte de Puebla a empresas privadas y estatales para desarrollar proyectos que extraen bienes naturales a gran escala.
Padilla subraya que hay empresas mineras extrayendo feldespato a cielo abierto, un mineral que tiene un uso extendido en la industria del vidrio y la cerámica, para pisos, azulejos y vajillas. Su producción, según el informe más reciente del gobierno mexicano, fue de 516.000 toneladas en 2019, la mayoría extraídas de Puebla.
“Estamos en una zona con una gran extracción de este tipo de minerales y desconocemos el impacto para nuestra salud y en el ambiente (…) por eso nos unimos para fortalecer los procesos organizativos”, dice Padilla.
Desde 2020 los distintos ejidos, que representan a más de 2.000 personas, formaron el Colectivo Regional en Defensa de los Bosques y el Territorio (CRDBT), que publicó este manual en colaboración con PODER.
El CRDBT reconoce que las problemáticas que amenazan sus territorios sobrepasan sus capacidades internas, por eso buscan impulsar medidas en favor de los bosques desde otra ruta: la organización comunitaria.
“Lo que hay que entender es que los usuarios de los servicios ambientales de los bosques no son sólo las comunidades. Así que las acciones que se hacen en beneficio de las áreas forestales son en beneficio de toda la población”.
Patricia Zamora Morales, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) de México
Uno de los ejes principales en los que han trabajado es el manejo forestal comunitario, en el que las comunidades colaboran con personas investigadoras de distintas universidades para hacer un diagnóstico general sobre la salud de sus bosques.
Una de ellas es Patricia Zamora Morales, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) de México, quien advierte que el manejo forestal sustentable tiene que estar basado en datos.
El grupo de investigación que ella integra ha analizado cómo los procesos de extracción en esa zona, aún en condiciones controladas, modifican los suelos. “No sólo se reduce la captura de carbono, sino que se pierden las reservas; eso los vuelve más vulnerables a la erosión y al cambio climático”, explica Zamora a SciDe.Net.
En conjunto con las comunidades han trabajado en estrategias para monitorear la salud de los suelos y los recursos hídricos, así como la presencia de plagas, para que las personas dueñas de los predios aprovechan los bosques, pero los reforestan continuamente para tener una fuente de empleo y un beneficio económico sin vulnerarlos.
“Lo que hay que entender es que los usuarios de los servicios ambientales de los bosques no son sólo las comunidades. Así que las acciones que se hacen en beneficio de las áreas forestales son en beneficio de toda la población”, advierte Zamora.
Además del manejo forestal, el manual incluye recomendaciones para fortalecer la participación de las mujeres e infancias en las organizaciones; consejos para construir mensajes que logren incidir socialmente; ideas para denunciar delitos ambientales con base en la normatividad, así como para salvaguardar la seguridad de los defensores ambientales.
“Si cuando llegan estas empresas no estamos organizados, no tenemos la información pertinente, no conocemos lo que han causado en otras comunidades, nos agarran en blanco y nos dicen lo que queremos escuchar, nos convencen fácilmente”, dice Padilla. “La organización nos permite unir fuerzas para defender nuestros territorios”.
Las comunidades colaboran con personas investigadoras de distintas universidades para hacer un diagnóstico general sobre la salud de sus bosques. Crédito de la imagen: Fabiola Padilla.
Para Josafat Morales Rubio, doctor en ciencias sociales e investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), quien no participó en la elaboración del manual, el valor del documento es que no se plantea como una propuesta “desde arriba”, sino a partir del trabajo comunitario.
Incluso, dice, puede servir de guía para otras organizaciones que enfrentan conflictos por extractivismo en América Latina. “Especialmente el último módulo, sobre seguridad para defensores y defensoras de derechos humanos y del territorio me parece clave para el contexto latinoamericano (…) es la región donde más activistas medioambientales son asesinados, sobresaliendo los casos de Colombia, Brasil, Honduras y México”.
Ahora, el colectivo busca compartir sus aprendizajes para que comunidades de otros países de América Latina se organicen para defender sus derechos, sus bosques y sus territorios.
Morales Rubio coincide en la importancia de difundirlo: “Hacen falta mayores espacios de conexión entre organizaciones de defensa del territorio en América Latina, que en algunos casos se pueden ver como rivales y no como aliadas”, dice a SciDev.Net.
“Creo que un buen paso es lo que representa este manual, una serie de ‘buenas prácticas’ que pueden ser contextualizadas en otros espacios por asociaciones similares”, agrega.
ste artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net.
