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viernes, octubre 10, 2025

Gustavo Nielsen: «Lo que hago en literatura o arquitectura está tocado por la contemporaneidad»

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Hay científicos memorables en Los mundos anteriores, la última novela de Gustavo Nielsen. Hay un virus fulminante, hay una agencia de viajes en el tiempo. Hay objetos raros como pañuelos digitales, y autos y ciudades futuristas. Hay momentos delirantes, hay otros duros de ciencia ficción a lo Blade Runner. Hay guerras intestinas, como guerras de la electricidad o guerras de libros. Y en el medio de todo el caos global y la encrucijada por desafiar las reglas de un mundo que ya no es el conocido, una historia de amor, entre P y Nane, y frases como “besar es el modo más hermoso de detener el tiempo” y “las enfermedades silenciosas son la marca del futuro”.

Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.

Nacido en Buenos Aires en 1962, Nielsen es arquitecto, dibujante y escritor. Autor de libros como Playa quemada, El amor enfermo, el que le dio el Premio Clarín de Novela 2010, La otra playa, Auschwitz, Adiós, Bob, La fe ciega y fff, vuelve a escena con una historia que cruza la ciencia ficción con el amor, personajes reales con urbes inventadas, y el futuro cercano, la tecnología y la muerte con un sentido del humor de la existencia bajo una humanidad en crisis terminal. De todos esos temas relacionados a Los mundos anteriores, el multifacético escritor habló en esta entrevista con Clarín.

–En primer lugar, me gustaría que me hablaras de tus dibujos, planos y bocetos –que, según dijiste en la presentación de tu novela, son una suerte de derivación de tu oficio de arquitecto–, los que dieron origen a la novela. ¿Es algo que solés hacer o surgió de forma inusual?

–Dibujar es el modo que tengo de poder describir mejor un objeto o un espacio. Cuando dibujo veo más. Ya pasó a ser un método para mí. En este caso fue una prioridad más que un acompañamiento, porque tuve que diseñar a grandes rasgos la Villa Tesla, ciudad del futuro donde vive el protagonista. Y, ya que estamos, me tuve que imaginar Lewellyn Park, porque a pesar de que existió –fue una especie de Silycon Valley del pasado– no encontré un plano en ninguna parte. En planta, la Villa Tesla tiene lazos con la ciudad sectorizada del Movimiento Moderno (Brasilia, por ejemplo), y la otra sigue la linealidad de los urbanismos históricos del oeste norteamericano. La vista general de Villa Tesla puede verse en un croquis adjuntado en el libro, y el plano de Lewellyn lo incorporo más abajo en carácter de primicia. Este es el tipo de dibujo que suelo acompañar al diseño de mis novelas; tiene un carácter explicativo, están llenos de cotas e indicaciones. Las explicaciones son, esencialmente, para mí mismo: recordatorios, análisis, intentos de lograr objetos buenos, lindos y útiles. También croquicé el diseño elemental de una casa del futuro y de un vehículo eléctrico, el T20, que fuera capaz de andar, trepar, sumergirse, flotar, volar, hablar y muchas cosas más.

–La ciudad, justamente, ocupa un lugar central en la historia, los coches voladores, la carretera, y, por supuesto, Villa Tesla, Lewellyn Park y la evocación de Buenos Aires…

–La Buenos Aires que aparece, que no está diseñada a tabula rasa como hubiera querido Le Corbusier, es una mezcla oxidada de pasado y progreso atentando uno contra el otro. La referencia más cercana es Los Ángeles de Blade Runner. Un cuadro de caos y confusión, donde las máquinas de la vanguardia se superponen a la chatarra vetusta. Ese infierno chino de la peli de Ridley Scott. Hay algo verdaderamente extraño con la prospectiva y la anticipación: las viñetas de principio del siglo pasado, esas que salían en Caras y Caretas o PBT, auguraban que mucho del tráfico doméstico iba a pasar a ser aéreo. Las caricaturas de una Buenos Aires del 2000 mostraban el aire invadido de vehículos como moscas, yendo de aquí para allá. Y no pasó. En mi novela decidí seguir insistiendo en el asunto, para un futuro bastante cercano: el año 2053. Me la juego.

–Y también aparecen objetos inventados (los pañuelos, por ejemplo, con varias funciones). Algo que nos lleva al mundo de la ciencia ficción, a la física, citás a Bradbury, Houdini, Edison, Nikola Tesla –un apellido que cobra relevancia en los últimos tiempos por la empresa de autos eléctricos, la de Elon Musk–. ¿Cómo fuiste elaborando la trama, con todos esos elementos y referencias?

–Me imaginé que los pañuelos de tela, un objeto hoy olvidado completamente y reemplazado por el papel tisú, podían ser los celulares del mañana. Creo que el germen de esta novedad viene de un invento del arquitecto argentino Emilio Ambasz, que mostró en la FADU un prototipo de walkman de tela, sosteniendo que la rigidez necesaria para el funcionamiento del gadget se la proveería el mismo caset. No sé si su invento habrá prosperado o no, pero me resultó muy simpático que lo mostrara como un hallazgo entre sus pasatiempos industriales. El T20 o la Villa Tesla de mi novela tienen que ver con el verdadero Nikola Tesla, no con el despreciable millonario norteamericano que nombrás; más bien es EM el que se ha apropiado de un nombre que le queda holgado. Los propósitos de los colonialistas norteamericanos siempre van por ese lado maligno y bajo.

–Además de ciencia ficción, tu novela también tiene algo de metafísica, de fantástico, de aventura. No casualmente aparece La invención de Morel. Y, por sobre todas las cosas, una suerte de road movie y con una fuga hacia otro tiempo.

Los mundos anteriores cuenta una historia de amor que tiene una máquina del tiempo. En las nuevas pandemias ya no hay escapatoria hacia otras ciudades no contaminadas, como sucedía en la peste relatada por Daniel Defoe o en la de Camus. Ahora es el mundo entero el que se contamina en apenas días. Para estructurar el relato me imaginé un escape hacia otra época, utilizando justamente las ventajas de los cilindros de espuma cuántica que estudian Rovelli y otros físicos discípulos de Stephen Hawking. Es un viaje sin retorno a un lugar en la historia donde menos incidencia hubo de muertes por enfermedad terminal. Los personajes hacen un viaje de ida que no es nada fácil, y ya no por problemas técnicos: los inconvenientes vienen por el lado de la ética, la memoria, las buenas costumbres. Encuentro que la ficción es un muy buen laboratorio para explorar estos dilemas.

Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.

–Hay una guerra de electricidad en medio de la trama de la pareja, del amor entre P. y Nane, y de pronto una enfermedad desconocida. Algo que conocimos tan de cerca con el Covid, y que parece ya haberse olvidado. ¿Qué te llevó a cruzar esos mundos?

Escribí el primer original de la novela antes de la pandemia, hay pruebas de eso. Algo me taladraba la cabeza, como un presagio. Cuando pasó lo del Covid no lo podía creer; pero ahora sé que es un signo de los tiempos. Lo del Covid puede repetirse en cualquier momento, pasamos a ser un planeta frágil, en el que si seguimos apuntando a gobiernos liberales o de ultraderecha como los que se están dando en nuestro país y en muchas partes del mundo, se salvarán de las pestes solamente unos pocos. Es algo absurdo, pero tiene que ver con el capitalismo salvaje que elimina a los más débiles. La guerra de la electricidad existió entre Edison y Tesla en su momento, en Los mundos anteriores está expuesta como un tema concluido unos años atrás, pero que se reflota en otro episodio, la guerra de los libros. La guerra de los libros es, en rigor, un invento mío para recrear el evento real.

–Los parlamentos de Tesla y Edison son muy creíbles. ¿Cuál fue el método empleado para conseguir esto?

Puse en Internet “frases de Edison”, “frases de Tesla”. Hice dos listas. Fui armando diálogos para poder utilizar sus palabras reales en parlamentos con contextos alterados. Por un instante me creí Gardel, pero los personajes carecían de toda personalidad. Entonces les agregué adjetivación para que sonaran como parte de la “grieta”. Edison es un gorila prepotente, Tesla un progre dubitativo. Así es como quedaron tan creíbles.

– En “El ruido del trueno”, cuento de Bradbury que se menciona en la novela, una pequeña modificación en el pasado (la muerte de una mariposa) produce una serie de cambios importantes en el futuro. En Los mundos anteriores los pequeños cambios se vienen atajando en una especie de jardín mutante, hasta que hay una peripecia que produce una alteración mayor y más importante. Sin espoilear demasiado, ¿qué podés decir al respecto?

Es muy gracioso que me hagas esta pregunta, porque toca un tema delicado en la novela. ¡Al final cualquier tema que pongas en jaque resulta siendo delicado! En esto los escritores nos parecemos a los humoristas, que se la pasan cuidándose porque siempre hay alguien que se ofende. Cuando el protagonista, en el pasado, comete un error sensible al futuro, el cambio que produce es la aparición del lenguaje inclusivo y la indeterminación de los géneros. Se me ocurrió que estaba bueno que el doctor se sintiera mejor siendo mujer, y la escribana fuera más feliz en un cuerpo de otro tamaño. Me divertí mucho escribiendo esta parte.

–La novela se interroga, de algún modo, cuánto dura una vida, cuánto es el tiempo hoy para el amor. Y también pone en tensión la tecnología y los afectos. ¿De qué forma te parece que la novela habla algo de la contemporaneidad o está tocada por ella?

–Soy un habitante del presente: todo lo que hago en literatura o arquitectura está tocado por la contemporaneidad. Estoy orgulloso de que así sea. Mis antenas siguen encendidas.

Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.Entrevista con Gustavo Nielsen escritor arquitecto.Foto: Fernando de la Orden.

Gustavo Nielsen básico

  • Nació en Buenos Aires, en 1962. Es arquitecto, dibujante y escritor. Escribe cuentos y relatos desde los 13 años. Desde joven, participó en concursos literarios y obtuvo su reconocimiento.
  • Entre cuentos y novelas ha publicado más de una decena de libros, entre ellos: Playa quemada (Alfaguara, 1994), La flor azteca (Planeta, 1997), El amor enfermo (Alfaguara, 2000), Los monstruos del riachuelo, con Ana María Shua, (Alfaguara Infantil, 2002).
  • Ha recibido numerosos galardones, entre los que destaca el Premio Clarín de Novela 2010 por La otra playa.
  • Varios de sus cuentos figuran en antologías de América Latina, España, Alemania, Polonia, Suecia y Rusia.

Los mundos anteriores, de Gustavo Nielsen (FCE).


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