Un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y el Centro Nacional de Investigación Científica (Francia) ha publicado un estudio en la revista L’Anthropologie que presenta el caso más antiguo —con 140 000 años de antigüedad— de un posible híbrido entre un niño Homo sapiens y un Neandertal.
Se trata de un fósil perteneciente a un niño de unos 3 a 5 años hallado en la cueva de Skhul, en el Monte Carmelo, norte de Israel, descubierto en la década de 1930. Con tecnologías modernas como escáneres CT y modelado en 3D, los científicos analizaron detalles internos del cráneo, y hallaron que:
- El cráneo (en su forma externa y curvatura) se parece al de los humanos modernos (Homo sapiens),
- mientras que el interior —como sistema de vasos sanguíneos craneales, mandíbula inferior y oído interno— exhibe rasgos propios de los Neandertales .
Esto lleva a los investigadores a plantear que este niño podría haber sido un híbrido, con un padre neandertal y una madre Homo sapiens. Si bien no se extrajo ADN antiguo para confirmarlo, la evidencia morfológica respalda esta interpretación.
Hasta ahora, el ejemplo más antiguo de mestizaje biológico conocido databa de entre 60 000 y 40 000 años atrás. Este nuevo hallazgo lo desplaza casi 80 000 años hacia atrás, lo que obliga a repensar cuándo y cómo interactuaron estas dos especies humanas.
Además, sugiere que la región del Levante —el antiguo Israel— fue un crisol evolutivo donde ambas poblaciones no sólo convivieron, sino que también pudieron compartir prácticas culturales como sepulturas y herramientas, y tener descendencia común.
Sin embargo, algunos expertos se muestran escépticos, recordando que sin ADN no se puede asegurar que se trate de un híbrido, y que esas diferencias podrían formar parte de la variabilidad humana.
El meollo:
Gracias a escaneos CT y reconstrucciones 3D, detectaron que su cráneo —en exterior— es de Homo sapiens, pero sus venas, mandíbula y oído interno… puro neandertal. Una combinación que sugiere descendencia cruce entre ambos grupos – ¡un padre neandertal, una madre sapiens? – aunque sin ADN aún no se puede afirmar con un 100%.
Por qué importa:
Fino, esto adelanta casi 80 000 años el mestizaje entre ambas especies. Y da la pauta de que compartieron, convivieron y hasta intercambiaron cultura, herramientas… y genes.
La vuelta de tuerca:
Obvio que hay investigadores que piden pruebas genéticas porque, dicen, esa mezcla podría ser solo variabilidad normal. Pero la escenografía está: cráneo moderno, rasgos arcaicos… algo está pasando.
Este niño-fósil no solo interrumpe nuestra timeline evolutiva, sino que nos recuerda que somos historia tejida con hilos que se cruzan.