Dan Brown ha escrito una novela escalofriante, quizá sea su mejor obra, la más lograda. Indiscutido bestseller internacional, con 500 mil ejemplares de tirada solo en español, El último secreto (Planeta) atrapa desde la primera página y no suelta al lector hasta los agradecimientos del autor en la página número 828.

En su reciente presentación en España, con la presencia de los 56 editores que publicaron su libro en otras tantas lenguas, en el Círculo de Bellas Artes, Dan Brown admitió que su perspectiva sobre la vida ha después de la muerte ha cambiado desde esta novela.
Recordemos que desde El Código Da Vinci, hasta El último secreto, ya vendido a Netflix para una miniserie de ocho capítulos, el escritor ha visto crecer su popularidad a partir de abordar la ficción desde una mirada que vuelve enormemente verosímil las tramas que desarrolla.
El profesor Langdon –su protagonista– viene acompañando a los lectores por distintos escenarios que el autor describe con una minuciosidad de detalles que se convierte además en una invitación a sumergirse en ciudades como Roma, París, Nueva York, Florencia y Madrid, entre otras. Y no solo por la superficie de esas “locaciones”, sino también por sus catacumbas que suelen ser una parte rica y desconocida para el gran público.
Luego de Ángeles y demonios, El Código Da Vinci, El símbolo perdido, Inferno y Origen, El último secreto nos lleva a la hermosa Praga, a sus profundidades, tan espectaculares como tenebrosas. El libro, en edición papel, contiene al final un mapa de los sitios que recorren Langdon –catedrático de simbología en Harvard– y su novia, la científica noética Katherine Solomon, en su investigación y fuga tras un asesinato que dispara toda la historia.
La conciencia humana, clave
Es sorprendente la cantidad de datos que, tanto en el terreno científico como metafísico, Dan Brown aporta, intercala y desarrolla sobre la conciencia humana y la vida más allá de la muerte, al punto que el lector se verá tentado varias veces de acudir a la consulta paralela de esos datos en otras fuentes.
El último secreto es una novela ambiciosa, dicho esto por el fárrago de informaciones tecnológicas, científicas, culturales que suma, pero opera también como un disparador de debates pendientes que a lo largo de sus páginas se presentan como preguntas: ¿en qué punto están las grandes tecnológicas globales en sus desarrollos sobre la manipulación de la conciencia humana? ¿La CIA y el FSB (Servicio Federal de Seguridad) ruso desarrollan actualmente ensayos sobre la mente humana? ¿Qué tan lejos se ha llegado con la Inteligencia Artificial (IA), cuyos resultados más avanzados no están al alcance del ciudadano de a pie?
Dan Brown se mete de lleno con las operaciones de la CIA en países extranjeros, en el caso del libro en la República Checa, pero su novela también roza programas tecnológicos reales, de los que son parte empresas reales como las de Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros. Quizá por eso también, la trama de El último secreto resulta tan verosímil.
No en vano ya al inicio del libro advierte al lector con una frase de Nikola Tesla: “El día en que la ciencia empiece a estudiar los fenómenos no físicos, avanzará más en una década que en todos los siglos anteriores”. Y seguido, con el título “Los hechos”, aclara: “Todas las obras de arte, los artefactos, los símbolos y los documentos que aparecen en esta novela son reales. Todos los experimentos, las tecnologías y los resultados científicos son verdaderos. Todas las organizaciones mencionadas existen”. Eso ya estremece al lector desde el prólogo.
Apenas salió al mercado, El último secreto se ubicó en la lista de los más vendidos. Disfruta Dan Brown, a quien no le faltan lectores con más de 250 millones de ejemplares vendidos de todos sus libros.
Tras sumergirse en el diálogo con científicos, filósofos, expertos en religiones, etc. ha llegado a la conclusión, no espiritual, que la muerte del cuerpo no afecta la conciencia. Por eso el punto de partida del libro es qué ocurre cuando nos morimos.
Sensación extracorporal
En Praga, en un laboratorio subterráneo camuflado en un castillo antiquísimo, ya en la primera página de la historia nos enteramos que la neurocientífica –algo turbia– Brigita Gessner está muriendo a manos de un extraño personaje y experimenta una sensación extracorporal.

Ese crimen será el disparador de las vicisitudes que vivirán Langdon y Solomon en solo un día en la bella capital checa, desde que el profesor sale a correr antes del alba, cuando los hechos se precipitan, y el regreso a su hotel a las siete de la tarde, tras “arreglar el mundo”, hablando metafóricamente.
Según Dan Brown ésta es una época fascinante porque “la ciencia y la religión están empezando a decir la misma cosa”. En relación con la IA el escritor dice que recién está en sus inicios pero que espera, a futuro, que no reemplace a la creatividad humana.
Claro que el futuro está lleno de incertidumbre como nunca antes, y puede resultar tan escalofriante como la novela de Dan Brown.
El último secreto, de Dan Brown (Planeta).