Argentina vive una cada histrica en el consumo de carne vacuna. El promedio anual por habitante baj a 49 kilos, una cifra que sacude a un pas tradicionalmente carnvoro. As lo confirm un informe reciente de la Cmara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de Argentina (CICCRA), que revela uno de los niveles ms bajos de la historia.
En una entrevista con nuestros colegas de FM Aries, el empresario del rubro crnico Dardo Romano explic que esta disminucin no es nueva, pero se profundiz en el ltimo ao. «La tendencia viene de aos atrs, pero ahora se acentu. Una seca importante afect la produccin ganadera, y como los ciclos son largos, eso recin se empieza a ver en los precios desde hace unos 4 o 5 meses», indic.
El dato ms alarmante es que el consumo est «un 20% abajo de lo que podra estar» y no se esperan cambios positivos a corto plazo. Segn Romano, la situacin responde tanto a factores globales como internos: la inflacin, el encarecimiento de la carne vacuna, y la migracin hacia carnes ms econmicas como el pollo.
«El pollo nos super en preferencia, eso es histrico y tambin es una tendencia mundial. La carne aviar es ms barata porque su produccin es mucho ms rpida: en menos de dos meses est lista, mientras que la vacuna requiere un proceso de hasta tres aos», seal.
La crisis del sector tambin se evidencia en las gndolas salteas, donde ya se comercializan cortes brasileros. Desde cerdo hasta carnaza tipo «sobaco» o blandos especiales, los productos importados ingresaron con precios ms competitivos. En este sentido, el empresario explic que «Brasil tiene una capacidad de produccin mucho mayor, con un stock ganadero de 200 millones de cabezas frente a los 50 millones de Argentina».
Respecto a la situacin del mercado crnico en la provincia, Romano fue contundente: «Salta produce la mitad de lo que consume. Lo dems viene de otras provincias como Crdoba, Santa Fe o Buenos Aires. Podramos producir ms, pero la carne va al frigorfico que pague mejor».
El panorama se vuelve an ms complejo en los sectores ms vulnerables. Desde los comedores barriales denuncian que «la carne es un lujo» y que «hasta el pollo se volvi inaccesible», reflejando una crisis alimentaria que golpea con fuerza en las mesas de los salteos.