El 15 de octubre de 1936 arribó el carguero Zyrianin a Barcelona. Pese a que llevaba dos días de retraso y llovía, una masa enardecida con pancartas y sin cesar de entonar himnos y de gritar vivas recibió con emoción el atraque.
Fue el primer buque soviético que hacía su entrada en España. Era portador de una ansiada mercancía .
Andreu Nin y el cónsul ruso pronto fueron asesinados por ser trotskistas que Stalin temía
Jaume Miravitlles, insuperable y seductor comisario de Propaganda de la Generalitat, había organizado con primor y pasión el recibimiento.
A bordo de una canoa fueron al encuentro del barco el cónsul Antónov-Ovséyenko, Miravitlles, jefes anarquistas y el corresponsal-traductor Iliá Ehrenburg. La emoción mandaba. Y se encadenaron los gritos de consignas: la tripulación con un “¡Viva la República!”, los anarquistas de la CNT con un “¡Viva la Unión Soviética!” y el cónsul Antónov-Ovséyenko con un arriesgado “¡Viva la FAI!”.

Andreu Nin (izquierda), el cónsul Antónov-Ovséyenko y su esposa, y el capitán Boriseko
DESCONOCIDO / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA
Durante su estancia, fueron agasajados con atenciones y homenajes más o menos públicos, como en los teatros Tívoli y Olimpia y, por supuesto, en el consulado.
La sede diplomática provisional había sido emplazada en el Majestic Hotel Inglaterra, a la espera de la definitiva torre de la avenida Tibidabo. Y es que Miravitlles había requisado aquel establecimiento para atender las necesidades de su comisariado: alojar políticos y diplomáticos foráneos y también corresponsales de guerra al ofrecer los medios de comunicación más modernos.
El cónsul ofreció una recepción al capitán Boriseko y sus marineros. De momento todo resultaba idílico. La primera decepción no tardó en surgir, cuando se descubrió que la mercancía no era la esperada, al haber creído que con los alimentos venía una carga importante de armamento: ni una bala.
Luego vino la represión brutal de Stalin contra sus enemigos trotskistas. Andreu Nin, que había desempeñado un alto cargo en su etapa de Moscú y líder aquí del POUM, fue detenido y torturado con tanta brutalidad que optaron por la desaparición de su cuerpo mutilado. El cónsul, venerado héroe del asalto al palacio de Invierno, fue engañado para que regresara a Moscú bajo el señuelo de haber sido nombrado comisario de Justicia, noticia publicada en la portada de una edición falsa del diario Pravda . Lo fusilaron.
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