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martes, febrero 11, 2025

Hongos: la clave para la biodiversidad y el futuro de la humanidad

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No son plantas ni animales. Tienen miles de formas de reproducción que contemplan infinitas variantes de compatibilidad sexual (sin determinación de género) y otras no sexuales. Viven una existencia silenciosa, cooperativa y muchas veces se los considera parásitos o especies tóxicas que es necesario extirpar. Crecen con la humedad y suelen ser una señal del estado de nuestras viviendas que preferimos tapar con pintura. Avanzan como una lámina de óxido en los campos de golf esparciendo un polvo naranja que perturba la prolijidad del césped. Los hongos constituyen un sistema y la autora neerlandesa Yasmine Ostendorf – Rodríguez abandonó su trabajo como directora del Departamento de Investigación de Naturaleza de la Jan van Eyck Academie en los Países Bajos y se instaló en una granja biodinámica de shiitake en Minas Gerais para conocerlos.

El resultado de esa aventura se materializó en el libro Seamos como los hongos. El arte y las enseñanzas del micelio (Caja Negra Editora) que no podría definirse únicamente como un trabajo de investigación.

Se trata de una experiencia inmersiva donde la autora tuvo que descubrir ese sistema de vida a partir de la observación y el intercambio con especies que define como queer, ya que son el ejemplo más extremo de lo no binario en el ámbito natural.

Su vida fúngica le permitió entender que los hongos son como una membrana que unifica y relaciona los diferentes ecosistemas para el intercambio de nutrientes. Una interfaz simbiótica que se conecta a partir de las raíces de las plantas y los árboles, además de interactuar con hormigas y otros insectos para construir una pequeña fábrica de alimentación mutua.

Mensajero del sistema forestal

Su rol de mensajero del sistema forestal ayuda a la recuperación de los árboles y es también una reserva de carbono, ya que permite la permanencia de este elemento químico en el suelo, lo que les otorgaría a los hongos un papel de salvaguardia frente al colapso climático

El procedimiento de observación no es exclusivamente científico. Ostendorf- Rodríguez se anima a pensar que el comportamiento de los hongos podría funcionar como inspiración para alternativas de organización humana.

Hay una sabiduría en los hongos como facilitadores de la vida nueva a partir de la descomposición y la podredumbre que llevaron la autora a imaginarlos como una guía del mundo por venir, como un universo que podría brindar estrategias y discutir ciertas nociones ligadas a la higiene y el consumo.

Seamos como los hongos, de Yasmine Ostendorf-Rodríguez (Caja Negra Editora).Seamos como los hongos, de Yasmine Ostendorf-Rodríguez (Caja Negra Editora).

La categoría de toxicidad es recuperada aquí como un modo de utilizar y revitalizar lo muerto y no como un síntoma de suciedad que es urgente combatir. La idea de una reutilización alejada de las supuestas pautas higiénicas está ligada a identificar probióticos que potencian procesos digestivos. No se trata de luchar contra los microbios sino de asumir que forman parte de nuestros cuerpos.

La descripción de la selección de las especies comestibles en la granja y los modos en que incorporamos o trabajamos sobre la cantidad de desechos que produce el sistema capitalista, especialmente aquellos alimentos que suelen ser descartados por los grandes supermercados pero que todavía pueden servir de sustento, nos permite pensar en una imagen de totalidad y armonía con el entorno, se trate de un ambiente natural o de la ciudad.

Cuando la investigadora y artista visual señala como parte de su aprendizaje la tarea de “no recolectar lo primero que se encuentra y no tomar lo último que queda” está proponiendo una lectura de la biósfera: comer se convertía en una acción sobre el paisaje, ya que elegir los frutos maduros o alimentarse con plantas no convencionales ayudaba a favorecer la biodiversidad.

Entonces podríamos preguntarnos si acciones como las que muestra Agnes Varda en su documental Los espigadores y las espigadoras (2000) donde vemos personas que recuperan los alimentos que los supermercados ya no van a vender y las montañas de verduras y frutas que tiran los productores en periferia de París, no modifica también el funcionamiento económico de una ciudad

Vínculo entre arte y naturaleza

Cuando Ostendorf-Rodríguez habla de un site–specific de la alimentación establece un vínculo entre el arte y la naturaleza o, más precisamente, entre los modos en que el arte y la teoría inventan otros medios para acercarse a la naturaleza.

La autora que también se dedica a la curaduría menciona que las residencias artísticas establecen un método de cooperación muy similar al del mundo fúngico. En estos espacios se producen propuestas estéticas que están más ligadas a una suerte de concientización o comunicación sobre el desastre climático, a una intervención concreta que pueda modificar la realidad y ayudar a la preservación del espacio natural, que a la creación de una obra basada en esa cercanía o inserción en el territorio.

Hay para la autora una microbiopolítica, un poder en lo invisible, lo quieto y silencioso, nociones desacreditadas en la vida humana

El hongo de la roya, antes mencionado como el enemigo de los campos de golf, suele arruinar las cosechas de soja, un comportamiento que podría interpretarse como una manifestación disidente de los usos del suelo por parte de las empresas de agronegocios.

Si bien esta especie no tiene neuronas desarrolla otra clase de inteligencia que tiene que ver con la percepción del ambiente y las maneras de establecer respuestas.

Ostendorf–Rodríguez identificó en su observación (que exige un entrenamiento para poder ver aquello que parece imperceptible si quien investiga no se permite ingresar a una noción del tiempo fúngica) que las estrategias que implementan algunas especies de hongos para armar una ruta hacia la comida sirvieron como modelo para el diseño que conecta los sistemas de metro de Tokio

Seamos como los hongos, de Yasmine Ostendorf-Rodríguez (Caja Negra Editora).Seamos como los hongos, de Yasmine Ostendorf-Rodríguez (Caja Negra Editora).

El libro que cuenta con la traducción y prólogo de Helen Torres tiene el formato de un documental. La autora introduce las opiniones y comentarios de los numerosos especialistas que entrevistó en su aprendizaje micelio.

Es un texto coral que no elude la primera persona como si se tratara de una crónica. Los datos se introducen a partir de la conversación con los especialistas que le dan un protagonismo y un valor al conocimiento que surge de la experiencia, como si no se pudiera investigar sin implicarse en el territorio.

También hay un diálogo con el lector porque esa narradora que tiene una presencia en todo el texto resulta un ser sensible que logra contagiar su fascinación y entusiasmo por el mundo fúngico. En la mezcla de estilos aparece el diario de viaje que suma un nivel de documentación etnográfica

Aromas y luminosidades

Los hongos también se manifiestan a partir de aromas y luminosidades. No solo iluminan la noche de la Amazonia, la psicóloga brasileña Marie Alice Neves asegura que sus propiedades alucinógenas y luminiscentes buscan llamar la atención de los humanos y proponerles una reconstrucción de sus sentidos

El texto establece un fuerte nivel de totalización sobre el sistema que sirve tanto de investigación como de variante ensayística imaginativa, especulación fantástica (nutriéndose de un feminismo que apela al género de la ciencia ficción para ampliar los mundos posibles y cuestionar una política sustentada desde el realismo) y se arriesga a establecer un paralelismo con el universo humano, a aprender de otras especies que los sujetos buscan dominar, utilizar o directamente combatir y eliminar pero que pocas veces se dedican a tomar como sistemas a emular.

Desplazar la mirada antropocéntrica implica pensar en un sujeto que transforma la relación invasiva con el medio ambiente, marcada por la velocidad, el consumo, la apropiación de los recursos para pasar a una instancia de observación y comprensión de su funcionamiento.

Un cambio subjetivo que supone señalar un límite sobre la manera en que se concibe la vida cotidiana. Si se compara este relato con cualquier día en las grandes capitales del mundo sentimos que hay algo del comportamiento humano que pasa a ser insostenible e insoportable

Seamos como los hongos, de Yasmine Ostendorf-Rodríguez (Caja Negra Editora).

Redacción

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