
La laguna de Huacachina, escondida entre dunas de arena en el sur de Perú, se destaca por ser el único oasis natural de América Latina y uno de los paisajes más inusuales de la región. Palmeras, una laguna de tono esmeralda y actividades de aventura definen el carácter de este enclave.
Este paraíso en el desierto alberga una biodiversidad única que, junto a su leyenda y el impacto visual de sus dunas, lo posiciona como un destino prioritario para el turismo nacional e internacional.
Ubicado a solo cuatro kilómetros de Ica y a unos 300 kilómetros al sur de Lima, Huacachina se puede alcanzar fácilmente en transporte terrestre. Quienes llegan desde la capital encuentran varias empresas de autobuses que cubren la ruta hasta Ica en un trayecto de cinco horas. El tramo final hasta el oasis suele realizarse en menos de 15 minutos en taxi o mototaxi.

Aun así, existen opciones desde otras ciudades principales del país, como Arequipa, Cusco o Nazca, lo que permite integrar Huacachina en distintos circuitos turísticos regionales.
El corazón del oasis lo marca una laguna de aguas verdosas rodeada de vegetación. PROMPERÚ describe que la formación se debe a afloramientos subterráneos que alimentan el ecosistema, ahora considerado Área de Conservación Regional. La biodiversidad incluye aves acuáticas, peces y especies adaptadas al entorno desértico.
La misma institución difunde la historia que acompaña a la laguna: la leyenda local narra que una joven de ojos verdes lloró la muerte de su amado, formando con sus lágrimas la laguna actual. Tras sumergirse en el agua para huir de un guerrero, se convirtió en sirena y, según la tradición, sigue habitando el oasis. Este relato se ha integrado al imaginario del lugar y su escultura es un atractivo visible para los visitantes.

Las dunas de Huacachina superan los 100 metros de altura y presentan el entorno idóneo para sandboard, buggy y otras actividades de aventura. La Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo destaca que los operadores turísticos ofrecen circuitos en vehículos areneros, permitiendo disfrutar la magnitud del desierto y descender en tabla por las pendientes.
Quienes buscan experiencias intensas encuentran aquí recorridos con vistas panorámicas, saltos y descensos de diversos niveles de dificultad. Tanto los paseos como la práctica del sandboard requieren hacerlo con empresas reguladas y cumplir con el pago de tasas de acceso al circuito turístico, que se gestionan localmente.

La historia moderna de Huacachina arranca con la valoración de las supuestas propiedades curativas de sus aguas sulfurosas a inicios del siglo XX. El desarrollo de balnearios y viviendas a su alrededor fue consolidando la zona como refugio para quienes buscaban descansar o tratar problemas de salud. Los esfuerzos actuales se orientan a preservar la vegetación nativa —palmeras, algarrobos, eucaliptos y huarangos— y a mantener el equilibrio ecológico.
Con el tiempo, la difusión de deportes de aventura y el protagonismo de la leyenda de la sirena incrementaron la popularidad de Huacachina, hasta convertirlo en uno de los destinos turísticos más visitados del sur peruano.

Al finalizar el día, Huacachina adquiere otra atmósfera. PROMPERÚ recomienda presenciar el atardecer desde lo alto de las dunas, donde los colores del cielo y las siluetas de la vegetación crean postales reconocidas internacionalmente. Luego, la vida social se traslada al malecón y los establecimientos frente a la laguna, que ofrecen gastronomía regional, música en vivo y actividades organizadas para turistas.
Hay seguridad para circular a pie por el entorno y la temperatura desciende, creando condiciones confortables para paseos nocturnos, encuentros en bares y fotografía del paisaje iluminado.

El clima de Huacachina es templado y seco todo el año, con escasas precipitaciones. Quienes prefieren menos aglomeraciones deben acudir entre abril y octubre, cuando el flujo turístico disminuye y las temperaturas son más agradables. Aunque la visita es posible en cualquier mes, los fines de semana y festivos concentran más visitantes nacionales y extranjeros.
Asimismo, la estadía recomendada para conocer el oasis y sus alrededores es de dos días, permitiendo sumar excursiones a destinos próximos como la Reserva Nacional de Paracas, las Islas Ballestas o las Líneas de Nazca, que pueden organizarse fácilmente desde las agencias locales.
Huacachina, pese a su reducido tamaño, dispone de alojamientos variados, desde hostales hasta hoteles con vistas a la laguna, y que en la vecina ciudad de Ica se concentran servicios complementarios y comercios de mayor tamaño. Para facilitar la visita, el oasis ha mejorado su infraestructura turística y refuerza la protección de su paisaje natural, con el objetivo de preservar el carácter único de este destino en el desierto peruano.