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sábado, julio 19, 2025

Hugo Guerrieri, el último verdugo del peronismo en la Tercera Sección: «Esto de las puteadas en redes se vivía más físicamente»

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Su nombre aparecía en letras negras grandes, sin foto, en el medio de la boleta de tres tramos, pero cobró dimensión política con el paso de los años. Hugo Daniel Guerrieri (74) encabezó la lista de diputados provinciales de la Alianza en la Tercera Sección Electoral en 1997. Casi tres décadas después, su sombra vuelve a aparecer en la provincia de Buenos Aires. Aquellos comicios legislativos bonaerenses fueron la última vez que el peronismo perdió una elección en ese conjunto de 19 municipios del sur del conurbano y La Matanza en el que hasta Cristina Kirchner quiso postularse.

Militante peronista, cuando regresó la democracia en 1983, fue el primer concejal del Partido Justicialista en Berazategui, en el sur del Gran Buenos Aires. Presidió el Concejo Deliberante y para 1987 logró ser reelecto como concejal de Juan José Mussi, el médico de 84 años que hoy es intendente de ese municipio.

En la previa de otra elección clave, Guerrieri califica aquel triunfo de 1997 como «histórico», recuerda aquella campaña electoral y la violencia y marca las diferencias con las campañas actuales. «Una buena campaña digital te puede hacer competitivo en la Tercera», remarca, hoy, como consultor.

Militó en «La Casa del Peronista», un refugio para el PJ en la Tercera Sección Electoral. Ahí organizaban encuentros a los que asistían Eduardo Duhalde -que en el 83 se convirtió en intendente de Lomas de Zamora- y Osvaldo Mercuri, luego presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, entre otros dirigentes.

Pero con las políticas económicas de Carlos Menem surgieron las diferencias dentro del peronismo y en enero de 1990 creó el «Grupo de los 8». Eran los diputados nacionales Carlos «Chacho» Álvarez, Juan Pablo Cafiero, Luis Brunati, Germán Abdala, Darío Alessandro, Franco Caviglia, Moisés Fontela y José «Conde» Ramos, la génesis del Frepaso. Guerrieri se referenciaba con la mayoría de ellos y esperaba su turno para la contienda electoral.

Hugo Guerrieri, encabezó la cabeza de lista de la Alianza en la Tercera Sección en 1997. Foto: Maxi Failla
Hugo Guerrieri, encabezó la cabeza de lista de la Alianza en la Tercera Sección en 1997. Foto: Maxi Failla

«En 1995 iba a ser candidato a primer senador por la Tercera, pero en el cierre de la lista lo pusieron a Eduardo Sigal, hoy vicepresidente del Frente Grande que conduce Mario Secco», recuerda Guerrieri, ante la consulta de Clarín en el centro porteño.

Dos años más tarde, la campaña electoral arrancó temprano. En enero, Chacho Álvarez adelantó que Graciela Fernández Meijide sería la candidata a diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires, algo que ella confirmó el 3 de marzo, y él quedó como primer candidato de la lista de diputados provinciales por la Tercera Sección.

Recién a principios de agosto el ex presidente Raúl Alfonsín bajó su candidatura a senador porque se formó la Alianza, entre la UCR y el Frepaso. «La campaña del 97 fue un trabajo profundamente territorial, muy vinculado al contacto directo. En ese momento, la Alianza representaba una expectativa de renovación democrática y transparencia frente al desgaste que empezaba a evidenciar el modelo peronista de los ’90. Nos enfocamos en llevar un mensaje claro de cambio, con propuestas concretas sobre institucionalidad, educación, empleo y lucha contra la corrupción. Apostamos a una construcción colectiva, donde cada militante era protagonista», afirma hoy Guerrieri.

En la charla, suelta algunos detalles que terminaron con el triunfo: «Todos los compañeros, más allá de que no tuvieran un poder local, tenían un amplio trabajo territorial que, sumado a la expectativa que generaban el Frepaso y la Alianza, crearon las condiciones para poder lograr esa victoria en la Tercera, que fue algo extraordinario. La Tercera siempre fue un bastión del peronismo hasta ese momento, que haya ganado la Alianza fue algo muy significativo».

Al recordar cómo diagramaron la campaña, habla de muchas reuniones en los barrios, dentro de las casas de los vecinos, con foco popular. «Después de muchas reuniones en un distrito, llegaban las caravanas, que ayudaron mucho. Pero antes había un trabajo de hormiga que de alguna manera hacía que la caravana fuera el hecho político electoral que coronara todo un proceso de construcción», rememora Guerrieri, ahora presidente de la fundación ArgenIA, una comunidad para capacitar sobre la inteligencia artificial a dirigentes, entre otros propósitos.

Otra de las claves fue la fiscalización. Ahora será con lista sábana por partido político, de dos cuerpos. Por entonces era de tres tramos. «Organizamos con tiempo un esquema sólido, con referentes responsables por mesa, con doble fiscalización en algunos distritos sensibles, y con comunicación directa con el centro de cómputos. La participación de voluntarios fue decisiva; muchos ciudadanos se ofrecieron espontáneamente porque sentían que se jugaba algo importante», destacó Guerrieri.

-En algún reportaje del momento, Fernández Meijide aseguró que en una caravana en la Primera Sección debieron esquivar huevazos de militantes peronistas.

-(Risas) Sí, se vivieron situaciones de tensión, pero no llegaron a mayores. Era algo muy común. En ese entonces el trabajo político era muy presencial, no era virtual. Lo presencial generaba las condiciones de roce. Esto que hoy se vive en las redes como la puteada, la difamación, se vivía más físicamente y no había registros en los celulares. Eso cambió todo.

-¿Es más fácil ser opositor para hacer campaña en la Tercera?

-En los dos casos hay pros y contras. Depende de quién sea el oficialismo y quién sea el opositor. El que ejerce el rol de opositor también tiene que tener la capacidad de mostrar un proyecto, mostrar una alternativa para construir confianza con la sociedad. En ese momento había un contexto especial: venía de caer un sistema que había tenido hegemonía muchos años, en la década del 80 fundamentalmente, y parte del 90. Se daban las condiciones para que, por ejemplo, la transparencia fuera una cuestión central. Había muchas dudas vinculadas a la actividad política, que si las vemos hoy eran cosas mínimas de ese momento. Había condiciones de contexto que favorecían nuestro trabajo.

Osvaldo Mercuri, Carlos Ruckauf, Eduardo Duhalde y Felipe Solá, en un acto del PJ en los '90.Osvaldo Mercuri, Carlos Ruckauf, Eduardo Duhalde y Felipe Solá, en un acto del PJ en los ’90.

-¿Es imposible ganar la Tercera sin trabajo territorial?

-Hoy eso está en tela de juicio porque hay nuevas prácticas en la política. Estamos ante un nuevo paradigma comunicacional, que tiene que ver con el manejo de las redes, el manejo conductual, la incidencia conductual en el electorado, que son técnicas que utilizan la evolución científico-tecnológica.

¿Una buena campaña digital en la Tercera te puede hacer ganar sin tener territorio?

-Te puede hacer competitivo. Hay un proceso de cambio de lo que es la democracia y justamente hay que discutir en el advenimiento de esta nueva era a nivel mundial qué va a significar la gobernanza. Lo que estamos viendo hoy son expresiones de utilización de determinadas herramientas, pero no son una respuesta profunda. Uno puede usar estas herramientas de buena manera o de mala manera. Usarlas bien implica apuntar a recuperar un sentido colectivo, a definir un proyecto. En el caso de la Tercera, un proyecto de desarrollo para toda la región, buscando que la comunidad lo tome como propio, ir formando cuadros políticos capaces de de conducir ese proceso. Es una construcción política que yo no lo veo en ningún caso.

La noche de la victoria, una comida con Duhalde y la apatía política en redes sociales

La disputa se polarizó entre Fernández Meijide e Hilda «Chiche» González de Duhalde, primera candidata a diputada nacional del PJ. En 1997, la Alianza ganó en Avellaneda por el 56,41% de los votos contra el 34,63% del PJ; y en Lanús por el 52,61%, contra el 37,34%. A estos dos distritos pegados a la Ciudad de Buenos Aires se sumó Quilmes, donde hoy gobierna Mayra Mendoza, de La Cámpora. Ahí la Alianza superó por 10 puntos al peronismo: 49,72%, contra el 39,42% del PJ.

El cachetazo más duro para los Duhalde tal vez haya sido la caída en su propio bastión, Lomas de Zamora. Donde el gobernador y la candidata a diputada nacional fueron a votar, el peronismo logró el 41,63% de los votos, mientras que la Alianza obtuvo el 47,31%. En 1983, Duhalde había resultado electo intendente en Lomas por una diferencia de 664 votos; había perdido con el radicalismo en 1985.

En toda la Tercera Sección, la Alianza que llevó a Guerrieri como primer candidato a diputado provincial sumó el 43,88% de los votos (1.081.014 sufragios) y ganó 10 bancas de diputados provinciales sobre las 18 en juego. El PJ llevó al duhaldista Osvaldo Mercuri, por entonces presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, quedó con el 41,47% (sumó 1.021.186 votos) y quedó segundo. Guerrieri se acercó al Hotel Intercontinental, a metros del Obelisco, para los festejos nacionales de la Alianza.

-¿Cómo fueron los momentos posteriores a la victoria en la Tercera Sección?

-Hablé con Mercuri y me llamó Duhalde para invitarme a comer. Fui a su quinta de San Vicente, porque Duhalde era amigo, seguía con muchos amigos en el peronismo. El objetivo de su invitación tenía que ver con la posibilidad de que yo me pasara, algo que por supuesto no pasó. Yo tenía una visión, conozco mucho a la provincia y él estaba con lo del fondo de reparación histórica del conurbano. Era un organismo que se dedicaba exclusivamente a hacer cemento y yo le decía: «Negro, si vos parás con el hormigón, porque ahí había un montón de negociados y todo lo demás, y ponés parte de esa plata en el desarrollo económico de la provincia, por ahí…». Pero no, no hubo ningún cambio. Fue una reunión mano a mano. Había mucho respeto, mucho afecto.

Graciciela Fernández Meijide, de campana por La Matanza, en la Tercera Sección.Graciciela Fernández Meijide, de campana por La Matanza, en la Tercera Sección.

-¿Hubo algún otro encuentro con Duhalde?

-Cuando fue Presidente, yo era director del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), donde el presidente era Arnaldo Bocco. Es un banco de segundo grado y no podía tener ni sucursales, ni dar préstamos directamente a la las empresas. Lo llamé a Duhalde, nos atendió, fui con Bocco y sacó un decreto que nos permitió crear delegaciones de la gerencia comercial del Banco en todas las provincias y empezar a dar crédito a las empresas. Eso fue extraordinario porque hicimos una transformación de ese banco muy importante. Había mucha confianza y afecto, cada uno respetando la posición que tenía el otro.

-¿Tenés una mirada sobre la Tercera hoy?

-Mi impresión es que la Tercera está socialmente muy desintegrada, la gente vive con una tremenda apatía frente a la política y justamente eso fue lo que permitió el resultado en las elecciones nacionales pasadas. Con las redes sociales han sabido utilizar esa apatía. La Tercera es la sección electoral más popular de toda la Provincia, ahí la cuestión socioeconómica se vive con mucha claridad, con mucha contundencia. Ya pasaron más de 40 años de democracia y, en un país como la Argentina, es inconcebible que haya una deuda social tan grande donde más del 40% vive en la pobreza. Eso se vive muy al hueso en el conurbano. La gente tiene bronca, está mal y desesperanzada. Después de tantos fracasos de la política, la gente no siente dónde poner la confianza, se ha encerrado en sí misma.

Osvaldo Mercuri y Eduardo Duhalde, íconos del peronismo bonaerense. Foto: DYN/Tony GómezOsvaldo Mercuri y Eduardo Duhalde, íconos del peronismo bonaerense. Foto: DYN/Tony Gómez

-¿Cómo fue el retiro de la política?

-Es un proceso. Me fui alejando cuando dejé el Banco en 2009, ahí ya casi terminé de alejarme completamente de la política en cuanto a construcción de poder. Tuve una experiencia en Berazategui entre 2017 y 2023, cinco años donde dirigí un sistema de planeamiento estratégico local que se llamaba Berazategui 2050, con una mirada diferente. El Doctor Juan José Mussi me permitió poner una mirada en la planificación, en el mediano largo plazo, cosa que no existe en la Argentina. En la última década empiezo a observar cómo la inteligencia artificial comienza a desarrollarse tremendamente y el año pasado constituimos la Fundación ArgenIA, que tiene una mirada política, pero no partidaria ni electoral, en la formación de dirigentes, la alfabetización en materia de inteligencia artificial. Tenemos ya un instituto armado que está ofreciendo cursos con la UTN de Buenos Aires, vamos a hacerlo con la Universidad de Salvador y con una universidad virtual de México que se llama UNIVES (Universidad Virtual de Estudios Superiores).

Redacción

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